Una revisión del contrato de suministro de gas natural boliviano a Brasil es clave para intensificar las relaciones económicas bilaterales, tema de la visita a Brasilia este lunes del presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, con nueve de sus ministros.
El comercio de gas tiene ”particular importancia” en la ”alianza estratégica entre los dos países” y generará prosperidad para ambos, destacaron el visitante y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en un comunicado conjunto.
El valor de las exportaciones bolivianas a Brasil aumentó de 23 millones de dólares en 1999 a 140 millones en el año siguiente, debido a la venta de gas natural mediante el gasoducto inaugurado en julio de 1999.
En 2002, las ventas de Bolivia a Brasil llegaron a un valor de 396 millones de dólares, según datos brasileños. Eso llevó casi a una posición de equilibrio de la balanza comercial bilateral, antes muy desfavorable al país andino, cuyas compras a Brasil sumaron 420 millones de dólares el año pasado.
Brasil se propuso cambiar su perfil de consumo energético, dándole al gas boliviano una participación de más de 10 por ciento, y especialmente usándolo en generación de electricidad y en la industria, además de su empleo residencial, en el comercio y en transportes.
Desde el punto de vista brasileño, las bases de la integración energética están envenenadas por las condiciones desventajosas del contrato entre la estatal Petróleo Brasileño (Petrobras) y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
El precio del gas boliviano, fijado por ese contrato en dólares y en función de las cotizaciones del mercado petrolero internacional, se hizo demasiado caro para los potenciales consumidores brasileños, y eso limitó la demanda, alega Brasilia.
Además se fijaron volúmenes crecientes de suministro, hasta alcanzar 30 millones de metros cúbicos diarios en 2007, y Brasil paga incluso por la parte no consumida.
Ese acuerdo se firmó con base en la previsión de que el consumo brasileño crecería fuertemente, en especial con la construcción de 49 centrales termoeléctricas a gas, consideradas prioritarias cuando se supo que el país sufriría la crisis energética que obligó a racionar el consumo de electricidad de junio de 2001 a febrero de 2002.
Pero tal previsión no se cumplió. La superación de la crisis energética y los precios del gas boliviano derrumbaron el programa, la mayoría de los proyectos de centrales se interrumpieron, y Brasil se convirtió en un gran depósito de equipos de generación termoeléctrica.
El gobierno brasileño buscó entonces renegociar los términos del contrato, pero enfrentó la resistencia de YPFB, cuyo presidente, Raúl Lema, arguyó que Bolivia perdería 1.900 millones de dólares hasta el final del contrato en 2019.
Finalmente, en una solución política, el gobierno boliviano aceptó revisar el acuerdo, en la reunión de la Comisión Mixta Brasil-Bolivia que se llevó a cabo en La Paz el 23 de este mes, con presencia de la ministra brasileña de Minas y Energía, Dilma Rousseff.
Brasil se comprometió a mantener el nivel de ingresos obtenidos por Bolivia con la exportación del gas y a promover una expansión de su mercado gasífero.
Un grupo de trabajo binacional será creado para estudiar mecanismos que permitan adecuar los precios a la realidad económica brasileña, sin alterar los volúmenes previstos en el contrato, dijo la ministra.
Además, se prevé impulsar proyectos con valor agregado a partir del uso de gas, entre ellos la posible implantación de un polo industrial petroquímico en la frontera, la producción de fertilizantes, la licuefacción del gas y la construcción de centrales para intercambiar electricidad, según el comunicado conjunto.
La profundización de las relaciones bilaterales no se limita al gas, pese a la gran importancia de la cooperación energética, sostuvo Lula tras reunirse con Sánchez de Lozada.
La decisión brasileña de fomentar la integración sudamericana se refleja en la disposición de financiar obras de infraestructura en Bolivia por un monto de hasta 600 millones de dólares, a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), estatal de fomento.
El viernes se pactó formalmente la apertura de una línea de crédito a Venezuela del BNDES de 1.000 millones de dólares, para financiar las importaciones venezolanas de productos brasileños.
En el area política, Sánchez de Lozada manifestó su apoyo a la aspiración brasileña de integrar como miembro permanente el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Brasilia ya obtuvo el mismo apoyo de Chile, Perú y Venezuela.
Los dos presidentes también firmaron acuerdos de cooperación en las áreas de salud, de legislación sobre recursos hídricos, de restitución de vehículos robados y de represión al narcotráfico.
Brasil se comprometió a permitir un acceso progresivo de Bolivia a las informaciones del Sistema de Vigilancia de la Amazonia, un complejo de radares, aviones y centros de procesamiento informatizado que ofrece datos para control de tráfico aéreo, defensa territorial y observación ambiental. (