Los 53.000 lobos marinos que habitan las costas peruanas han sido perseguidos desde hace décadas por su piel, colmillos, tripas y carne. Hoy, las presuntas virtudes afrodisíacas de sus genitales, apreciadas en el mercado asiático, los colocan en una nueva línea de fuego.
Una matanza el año pasado conmocionó a la opinión pública y alertó a las autoridades.
Entre septiembre y octubre de 2002, cazadores furtivos desembarcaron en una isla rocosa de la meridional Reserva Paracas y mataron decenas de lobos marinos para extraer sus genitales.
Según una denuncia formulada por el Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA) a la fiscalía provincial de Pisco, en la isla San Gallán se hallaron restos de 147 lobos marinos machos, muertos a garrotazos y cuchilladas, descomponiéndose al sol entre las rocas y la playa.
La fiscalía de Pisco realizó algunas investigaciones rutinarias e infructuosas, y archivó el caso ante la imposibilidad de identificar a los delincuentes.
Sin embargo, el caso motivó tanto a legisladores como a diversos activistas a promover reformas legales para proteger a esta especie en peligro de extinción.
El mercado asiático de fabricantes de afrodisíacos podría generar una demanda muy peligrosa porque es más difícil de controlar que el mercado internacional de pieles, por ejemplo, comentó el activista Stephan Austermuhle, de la organización ambientalista Mundo Azul.
Estamos preparando una campaña internacional sobre la situación de los lobos marinos en Perú y otros países de la región, añadió.
Mundo Azul promueve la defensa de la biodiversidad de los recursos marinos y ha presentado un proyecto de ley para declarar refugios de vida silvestre las 25 islas no habitadas del litoral peruano, que son hogar del lobo marino.
Dos especies predominan en el país sudamericano: el lobo fino (Arctocephalus australis), llamado así por la calidad de su pelaje y el lobo chusco (Otaria byrona), menos apreciado por su pelo corto y más duro.
La voracidad comercial por las pieles desató una feroz persecución sobre los lobos finos, cuya población se redujo en Perú a menos de mil individuos en los años 60, hasta que las autoridades prohibieron su caza. Ahora se estima que su número aumentó a 8.200 ejemplares.
Pero la búsqueda de genitales no discrimina entre lobos finos y chuscos, de modo que amenaza a estos últimos, cuya población ronda los 44.700 ejemplares.
A pesar de su corpulencia (los machos llegan a pesar hasta 160 kilogramos y las hembras 50) los lobos marinos son lentos en tierra, y por tanto muy indefensos. Sus extremidades delanteras son aletas con las que no pueden impedir que los cazadores furtivos los asesinen a garrotazos.
Son muy gregarios, viven apiñados en las rocas, y se reproducen lentamente: una hembra tiene una cría cada dos o tres años, y el avistamiento de sus colonias es uno de los atractivos de los turistas que visitan la meridional Reserva de Paracas y se acercan a las islas Ballestas.
La diputada Fabiola Morales, presidenta de la Comisión de Ambiente y Ecología del parlamento, deploró por escrito ante la fiscalía y los ministerios del Interior y de Agricultura que el caso de la matanza de 2002 se hubiera archivado, y reclamó que se hicieran públicas las medidas adoptadas para impedir que se reiteren hechos semejantes.
Otros dos diputados de la comisión, Maruja Alfaro y Víctor Noriega, viajaron al lugar para efectuar una investigación parlamentaria.
Aunque el informe no se hizo público, fue incluido en los antecedentes de dos proyectos de ley que prepara la Comisión. Uno establece la figura del procurador público del Medio Ambiente, que actuaría como una fiscalía especializada, encargada de la investigación de delitos ambientales.
El segundo proyecto propone crear un vice-ministerio de Medio Ambiente, con autoridad sobre varios organismos sectoriales, con el fin de concentrar recursos y hacer más ejecutiva la protección de las especies.
Mientras los proyectos legislativos se procesan, los activistas esperan frenar la repetición de una matanza tan aterradora como la de 2002.
*Publicado originalmente el 8 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (