Apoyar el plan de Estados Unidos de atacar Iraq parece ser el precio que deberá pagar Japón para preservar su vital alianza defensiva con Washington y protegerse así de la creciente amenaza nuclear de Corea del Norte.
Japón afronta uno de sus peores dilemas diplomáticos en muchos años. Por un lado se resiste a involucrarse en la crisis iraquí y procura mantener su aislamiento de conflictos bélicos, pero por otro teme perder el resguardo de la potencia que ha garantizado su seguridad desde el fin de la segunda guerra mundial, en 1945.
Washington presiona a Tokio, su principal aliado en Asia, para que abandone su aislacionismo y respalde un ataque contra el régimen de Saddan Hussein, pero esto es pedirle demasiado al gobierno japonés en este momento, observó el experto independiente en asuntos de defensa Naoki Usui.
Mientras el gobierno del primer ministro Jonichiro Koizumi duda qué hacer, los japoneses temen cada vez más de Corea del Norte, y eso los impulsa a acercarse más a Estados Unidos.
En las últimas semanas, Pyongyang amenazó con retirarse del acuerdo de armisticio con Corea del Sur, anunció la reanudación de su programa nuclear y realizó un ensayo misilístico sobre el mar de Japón.
Más de 80 por ciento de los encuestados por el periódico Mainichi el fin de semana expresaron su rechazo a la guerra en Iraq, pero cada vez más japoneses consideran que Tokio debería apoyarla para así mantener la alianza con Estados Unidos y contar con protección en caso de un ataque de Corea del Norte.
Japón está limitado por una constitución impuesta por Estados Unidos en 1947, tras la rendición de Tokio en la segunda guerra mundial (1939-1945), que reduce el uso de la fuerza a la autodefensa, en manos de militares y guardacostas, y prohíbe la salida de tropas del territorio nacional.
Kanaeo Moriyana, un experto en informática de 51 años, no apoya el plan de Washington de invadir Iraq, pero sí respaldaría una ofensiva estadounidense contra Corea del Norte si Pyonyang atacara a Japón.
Japón confía en la protección militar de Estados Unidos en caso de un ataque norcoreano. Yo, en esa circunstancia, apoyaría definitivamente una invasión estadounidense a Corea del Norte, dijo Moriyama.
No hay duda de que Iraq simboliza lo que Corea del Norte es para Japón y Corea del Sur. El creciente apoyo a Estados Unidos se debe al temor a las amenazas norcoreanas, afirmó el analista político Taro Yayama, del periódico Saneki Shimbun.
El temor entre los japoneses aumentó el 24 de febrero, cuando Corea del Norter lanzó un misil de corto alcance sobre el mar de Japón. Si bien fue visto por muchos como parte de los habituales ensayos norcoreanos de invierno boreal, otros lo consideraron una amenaza.
Una guerra en Asia oriental tendría consecuencias desastrosas tanto para Japón como para Corea del Sur.
Japón no tiene ningún sistema de defensa para protegerse de misiles norcoreanos. Tampoco podría organizar una evacuación de alguna área amenazada de su territorio, pues no habría tiempo, señaló en su editorial el diario Asahi la semana pasada.
Por todo esto, la crisis con Corea del Norte y con Iraq está sacudiendo a la triple alianza de Corea del Sur, Estados Unidos y Japón, pilar de la estabilidad regional por décadas.
Están apareciendo diferencias entre los tres países. Corea del Norte, quizás, procuraba precisamente provocar esta situación con el misil disparado la semana pasada, dijo por su parte el experto Hideya Kurata, de la Universidad de Kyorin.
El nuevo presidente surcoreano Roh Moo Hyun está en contra de una política de línea dura contra Corea del Norte y promueve el diálogo entre Washington y Pyongyang.
Japón hasta ahora también ha sido partidario de dialogar con el gobierno norcoreano, pero mantiene una postura indefinida sobre la crisis iraquí.
El dirigente político Taro Asia, del gobernante Partido Democrático Liberal, hizo un llamado el domingo a apoyar los planes de Estados Unidos aun cuando no haya una segunda resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas contra Iraq.
Considerando prioridades, debemos darle mayor peso a la alianza con Estados Unidos en favor de la seguridad de Japón, dijo Asia.
El gobierno japonés anunció que está reconsiderando un plan para construir reactores hidroeléctricos en Corea del Norte, tras el ensayo misilístico norcoreano de la semana pasada.
Shizuka Kamei, otro dirigente del Partido Democrático Liberal, se niega a apoyar la guerra en Iraq porque sostiene que ello convertiría a Japón en otro objetivo de las organizaciones terroristas.
Mientras, Hideki Kasei, experto en relaciones internacionales, opina que Japón debería considerar la caída de Saddam Hussein una muy útil advertencia disuasiva para Corea del Norte.
La guerra de Estados Unidos contra Iraq será corta y al final Saddam Hussein será derrotado. Esto obligaría al líder norcoreano Kim Jong Il a renunciar a su programa de desarrollo nuclear y así se consagraría la paz en Asia del Pacífico, sostuvo Kasei.
Otros expertos sostienen que Japón debería adoptar la estrategia de mostrar una política de mano dura con Corea del Norte, en apoyo indirecto a Estados Unidos.
Por otra parte, la creciente preocupación de los japoneses por la actitud de Pyongyang también se conjuga con los temores que origina la política nacionalista del nuevo gobierno surcoreano.
Hay sospechas en Japón de que Roh quiere ver una península coreana unida con armas nucleares. Estoy podría derivar en una carrera armamentista en la región, explicó Kasei. (