Rusia afronta grandes obstáculos para cumplir con el compromiso internacional de desembarazarse de sus armas químicas, sobre todo por el costo de la tecnología necesaria y la presión de organizaciones ambientalistas.
Moscú se comprometió a destruir para 2008 todo su arsenal químico, de 40.000 toneladas, cuando ratificó la Convención Internacional de Armas Químicas de la Organización de las Naciones Unidas, en noviembre de 1997.
Pero el programa del gobierno está atrasado. Las autoridades pidieron un plazo de cinco años más para reprocesar esos productos mortales, la mayor parte de los cuales son agentes químicos nerviosos.
El vicepresidente de la Comisión Estatal para el Desarme Químico, Nikolai Bezborodov, sugirió que Moscú considere un retiro temporal de la Convención si su solicitud es rechazada.
Rusia había advertido que necesitaría unos 7.000 millones de dólares para destruir su arsenal químico, pero puede gastar sólo 700 millones de dólares para 2004. Estados Unidos se comprometió a colaborar con unos 900 millones de dólares para construir siete instalaciones destinadas al procesamiento del material.
Mientras, aumenta el temor entre ambientalistas por la falta de controles en el proceso.
El Ministerio de Recursos Naturales ordenó el cierre de la central química de Gorny, unos 700 kilómetros al sur de Moscú, luego de que una inspección la semana pasada descubriera que se violaban las medidas de control para limitar las emisiones de gas peligroso y los desechos tóxicos.
Pero el presidente de la Comisión, Sergei Kiriyenko, aclaró el martes que la central continúa con sus operaciones normales, y explicó que la orden de cierre se debió a un malentendido de los funcionarios del Ministerio.
La central debe cerrarse temporariamente para que se realicen inspecciones técnicas, luego de la destrucción de unas 400 toneladas del mortal gas mostaza el 29 de abril, señaló.
La central de Gorny no detendrá sus operaciones porque no supone ninguna amenaza ambiental, aseguró otro portavoz de la Comisión, quien confirmó además que la instalación reanudará y expandirá sus operaciones en mayo.
Rusia está cumpliendo con sus compromisos internacionales sobre destrucción de armas químicas, aseguró Kiriyenko, y aclaró que la central de Gorny se deshizo de más de 100 toneladas de gas mostaza.
Pero algunas autoridades admitieron que hubo problemas. El 19 de febrero la central se quedó sin energía eléctrica, y se evitó una catástrofe ambiental gracias a un generador alternativo.
La central inició sus operaciones en diciembre, pero en mayo deberá haber destruido uno por ciento de todo el arsenal químico ruso, unas 40.000 toneladas de gases mortales guardados en siete instalaciones, todas en la Rusia europea (al oeste de los montes Urales).
La central de Shchuchye, donde están depositadas 14 por ciento de las armas químicas rusas, debe comenzar el proceso de destrucción el próximo año.
Las autoridades rusas destacaron la alta tecnología de la central de Gorny para la destrucción de los químicos, pero el presidente de la Unión para la Seguridad Química, Lev Fyodorov, puso en duda su efectividad.
La tecnología de Gorny sólo permite convertir las armas químicas en substancias que no pueden ser utilizadas en una guerra, pero que siguen siendo altamente peligrosas, aseguró el experto.
Luego de que someta al proceso sus 40.000 toneladas de armas químicas, Rusia terminará con 150.000 toneladas de material no utilizable para la guerra pero muy tóxico, explicó.
Mientras, 50 organizaciones no gubernamentales firmaron en enero una petición al presidente Vladimir Putin para que mejore el proceso de destrucción de las armas.
Las autoridades rusas rechazaron las críticas, pero ordenaron extremar las precauciones. Los servicios sanitarios iniciaron una serie de controles en las zonas cercanas Gorny, donde viven unas 8.000 personas.
También se creó un centro de información cercano a la central para desterrar los temores y para asesorar a periodistas, organizaciones ambientalistas y la población local.
La central de Gorny emplea a 1.200 personas, pero sólo 125 se encargan del procesamiento de las sustancias químicas.
El jefe de la Agencia de Municiones, Zinoviy Pak, encargado de la destrucción de las armas químicas, y el primer viceministro de Recursos Naturales, Vitaly Karaganov, acordaron el miércoles un plan para resolver los problemas de la central el 31 de este mes. (