Obsesionada con la idea de que los rascacielos reflejan la fuerza económica, el poder y la gloria de una nación, la alcaldía de Nueva York aprobó la construcción de la torre más alta del mundo, en el sitio donde colapsaron las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001.
Pero la pregunta de si ese plan, aprobado a fines de febrero, es ambientalmente viable y compatible con la vida y aspiraciones de millones de neoyorquinos, la mitad de ellos inmigrantes que trabajan muchas horas por bajos salarios, parece no estar en las mentes de los líderes del gobierno ni de los urbanistas metropolitanos.
No sólo el Estudio Daniel Libeskind, una firma de arquitectura fundada en Alemania que ganó el concurso para reconstruir el Centro Mundial del Comercio (WTC, por sus siglas en inglés), sino todos los otros finalistas se enfocaron en la altura. ¿Por qué?
Este es un país grande, y a nosotros siempre nos han gustado las cosas grandes, explicó Witold Rybczynski, profesor de urbanismo de la Universidad de Pennsylvania y autor de varios libros relacionados con la planificación urbana.
Absolutamente no hay razón para hacer esto en Manhattan, o en ningún otro lugar, dijo Rybczynski a la radio local pocos días después de los ataques terroristas del 11 de septiembre.
El hecho de que usted tenga el edificio más alto en Kuala Lumpur no prueba que sea la ciudad más grande del mundo, porque no lo es.
El arquitecto Bruce Fowle, galardonado por el Instituto de Arquitectos de Estados Unidos en 2001, está de acuerdo con Rybczynski.
Construir cualquier cosa que tenga más de 50 pisos es irresponsable, dijo Fowle, quien dejó de trabajar en el edificio Conde Nast, en la plaza Times Square de Nueva York, luego de la construcción del piso número 48, y alegó que ir más allá impilicaría alienar a la gente del entorno construido.
El ganador del llamado para la reconstrucción del WTC no piensa lo mismo.
Este proyecto no es sólo una operación intelectual, dijo Daniel Libeskind. Esto tiene que tocar emocionalmente a la gente, ya que mucho de lo que está sucediendo en el mundo no es algo que se puede analizar racionalmente.
El diseño de Libeskind se basa en un complejo de rascacielos dispuestos alrededor del cráter que quedó en el lugar de las desaparecidas torres. El edificio más alto medirá 541 metros, y el vacío en el centro representa el espacio donde más de 3.000 personas perdieron la vida debido al ataque terrorista de 2001.
Para algunos críticos, el monumento se vuelve un rehén de los intereses comerciales de las torres.
Existe por cierto una diferencia enorme entre las estructuras que encarnan 'vida' y aquellas que encarnan 'muerte', es sólo que los arquitectos de moda de hoy no parecen darse cuenta de esa diferencia, o al menos de cómo reflejarla en sus edificios, escribieron Brian Hanson y Nikos Salingaros en la revista Arquitectural Record, acerca de Libeskind.
Steve Ross, profesor de la Universidad de Columbia y autor de varios libros y artículos sobre ambiente urbano, parece estar más preocupado por las consecuencias prácticas del plan de Libeskind, aunque confiesa que le gustan los rascacielos.
La torre alta es impecable, y además la forma en que los otros edificios proyectan su sombra es hermosa. Pero mi conjetura es que la plaza sumergida nunca va a funcionar bien, comentó.
El clima de Nueva York es apropiado para estar en la calle sólo alrededor de medio año. Las paredes 'bañera' no pueden permanecer en su estado original, ya que son estructuralmente débiles y no están diseñadas para ser expuestas.
Ross cree que la gente que camine desde el área de Wall Street a través del WTC para llegar al centro financiero junto al río Hudson encontrará un obstáculo en la plaza sumergida.
Mucha de esa gente irá por tren y por metro, pronosticó.
Una característica distintiva del proyecto de Libeskind fue la de los Jardines del Mundo, diseñados para colocarse a partir del piso 70 hacia arriba. Iban a incluir plantas de diversos ecosistemas: tundra alpina, desierto, bosques y sabana.
Pero las autoridades encargadas de la reconstrucción dicen ahora que los jardines estarán fuera del diseño final.
El equipo Libeskind quitó los jardines del proyecto luego de que varios críticos cuestionaron si eran realmente prácticos, y si a los visitantes les gustaría visitar un parque en las alturas.
* Publicado originalmente el 8 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.
