AGRICULTURA-MEXICO: Futuro se juega en difícil diálogo

El campesino mexicano Luis Rosas espera que el diálogo entre gobierno y grupos agrarios le permita recibir nuevos subsidios y que el país renegocie con Canadá y Estados Unidos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pero lo más probable es que resulte defraudado.

El objetivo del diálogo, iniciado en febrero, es definir una nueva política que permita sacar al agro de su pobreza. En la actualidad, son pobres 90 por ciento de las 25 millones de personas que viven en el campo mexicano.

”El gobierno sólo responderá a propuestas viables”, y la vigencia del TLCAN no está en discusión, advirtió el secretario (ministro) de Agricultura, Javier Usabiaga.

Los problemas del sector persistieron y se agravaron pese a la revolución agrarista de comienzos del siglo XX, que causó la muerte de cerca de un millón de personas, y a 71 años de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que invoca la herencia y defensa de aquella revolución.

”Me dicen (los dirigentes campesinos) que el gobierno soltará ayuda pronto y eso es bueno. Ya espero que me la den”, dijo a IPS Rosas, un agricultor pobre de 71 años, miembro de la Unión Campesina Democrática (UCD), que asiste como oyente a las negociaciones con el gobierno, junto con otras 300 personas.

Ese diálogo se desarrolla en la capital y ambas partes esperan que termine a mediados de marzo.

Rosas prefiere pasar la mayor parte del tiempo en la zona rural del estado de México, vecino a la capital, donde tiene un predio de dos hectáreas sembrado con maíz, que según indicó ”ya no da para comer”.

La UCD, identificada con posiciones políticas de izquierda, pide renegociar el TLCAN, porque le atribuye el origen de la mayoría de los males del campo. Los compañeros de Rosas le aseguraron que esa demanda será satisfecha.

El gobierno ya recibió más de 2.000 ponencias escritas en el marco del diálogo, y muchas de ellas propusieron aumentar subsidios a la agricultura, acotar el libre mercado interno y renegociar el capítulo agrícola del TLCAN, con Canadá y Estados Unidos.

Otras pidieron cambiar las políticas hídricas y de riego, frenar la importación y consumo de productos transgénicos, amnistiar a campesinos acusados de diversos delitos y prohibir que sociedades mercantiles compren tierras comunales.

También se planteó dictar una ley sobre derechos y cultura indígenas, con contenido afín a las reivindicaciones del insurgente Ejército Zapatista de Liberación Nacional, asentado en el meridional estado de Chiapas.

Las propuestas inviables, pero que tengan sentido, serán dejadas para un análisis posterior, prometió Usabiaga.

El gobierno del presidente Vicente Fox, primero ajeno al PRI en más de siete décadas, ofreció procesar todos los pedidos de los campesinos, pero advirtió que el Estado no tiene dinero para más subsidios y que está cerrada la posibilidad de revisar el TLCAN.

En las mesas de diálogo, los representantes gubernamentales han sido abucheados en numerosas ocasiones por señalar que los subsidios sólo podrían elevarse si aumentan los impuestos, y que la estructura de libre mercado no puede cambiarse por decreto.

Los campesinos entablaron el diálogo con el gobierno luego de realizar marchas para protestar contra la nueva etapa de apertura comercial agrícola pautada por el TLCAN, que entró en vigor en enero.

Esa nueva fase implicó eliminar aranceles para el intercambio de 21 productos agrícolas, entre ellos papa, trigo, manzana, cebolla, café y carnes de pollo y de becerro.

El TLCAN previó tres etapas de apertura para el comercio agrícola y pecuario. La primera comenzó en 1994, cuando entró en vigor el acuerdo, y el comienzo de la tercera se fijó para 2008.

El gobierno de Fox prometió cumplir los acuerdos que firme con los campesinos, pero observadores creen que sólo aceptará tales acuerdos si se enmarcan en las estructuras de mercado y no amenazan el equilibrio fiscal.

”Si el gobierno pretende alcanzar acuerdos generales y sin sustancia, recibirá como respuesta la movilización y el rompimiento del diálogo”, afirmó José Durán, dirigente de la UCD.

En las negociaciones participan varios grupos, y los más importantes son la Confederación Nacional Campesina (CNC), ligada al opositor PRI, y la alianza de organizaciones campesinas El Campo No Aguanta Más.

El gobierno no debe minimizar los problemas del campo ni buscar soluciones superficiales, pues si lo hace hay el riesgo de un estallido social, advirtió la CNC.

Hay ”redentores” que dicen representar al campo, pero que no dejan trabajar, comentó Fox tras conocer las críticas de dirigentes campesinos contra su gobierno en las mesas de negociación.

La mayoría de los grupos campesinos atribuyen los problemas del sector rural a la apertura comercial agrícola y al abandono del Estado.

En las últimas décadas, Canadá y Estados Unidos subsidiaron a sus productores del campo mientras abrían sus mercados, pero México redujo en ese periodo sus políticas de apoyo a la agricultura.

La inversión pública en fomento rural disminuyó 95,5 por ciento de 1982 a 2001, indicó el investigador José Luis Calva, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1982, cuando el país comenzó a aplicar políticas de apertura comercial, la importación anual de alimentos tenía un valor de 7.790 millones de dólares, y en 2001 había aumentado a más de 11.000 millones de dólares, destacó.

Veinte por ciento de los trabajadores del país residen en el campo, y en Estados Unidos esa proporción es apenas a 2,6 por ciento. No obstante, la productividad por hectárea estadounidense es 16 veces mayor que la mexicana, según varios estudios.

En Estados Unidos, el promedio de subsidio estatal a agricultores es 122 dólares por hectárea, y en México sólo 53 dólares por hectárea.

En México hay 20 tractores por cada 1.000 trabajadores, y en Estados Unidos 1.484.

Las diferencias en materia de desarrollo agrícola con Estados Unidos son enormes, y el país debe modernizarse para poder competir, destacó Usabiaga.

El secretario puso como ejemplo la experiencia de productores locales de frutas y hortalizas, que lograron tecnificarse y conquistar el mercado del Estados Unidos mediante grandes inversiones.

De 1994 y 2001, las exportaciones de brócoli y otros productos agrarios al mercado estadounidense crecieron más de 400 por ciento, subrayó.

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