Los planes trazados por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) para obtener información sobre las comunidades árabe e islámica de Estados Unidos causaron alarma entre organizaciones de derechos humanos.
Esto es un absoluto perfil religioso, dijo la directora de la oficina en Nueva York del Comité Antidiscriminación Arabe- Estadounidense, Monica Taragi. La policía estadounidense utiliza la expresión perfil para referirse a la descripción, a grandes rasgos, del autor aún desconocido de un delito.
El FBI consultó a comienzos de mes a sus 56 oficinas regionales sobre la cantidad de mezquitas, escuelas de aviación, organizaciones de caridad e instalaciones vulnerables a un atentado, como represas, puentes y reactores nucleares, entre otros datos.
Las respuestas al cuestionario de seis páginas serán utilizadas para establecer los recursos que el FBI asignará a cada región para sus acciones antiterroristas, según informó el semanario Newsweek.
La orden del organismo policial es muy defectuosa y extremadamente problemática, afirmó Taragi. Medidas de este tipo llevan al público estadounidense a diferenciar entre la comunidad árabe e islámica del resto de los estadounidenses, sostuvo.
El cuestionario del FBI a sus oficinas regionales transmite el mensaje de que árabes y musulmanes deben ser temidos y cuestionados por motivos religiosos, lo cual conducirá a una política de 'internación', agregó.
Taragi aludía a los centros de internación en que virtualmente se detuvo a los japoneses residentes en Estados Unidos durante la segunda guerra mundial (1939-1945).
La activista agregó que la detención por tiempo indeterminado, las redadas y el uso de evidencia secreta en procesos judiciales contra árabes y musulmanes dispuestos por el Departamento de Justicia (fiscalía general) son acciones que podrían derivar en políticas de segregación como las sufridas por los japoneses.
La directora de Programas de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), Jamie Fellner, sostuvo que no se puede presumir que toda la comunidad musulmana de Estados Unidos sea culpable de vínculos con el terrorismo simplemente por las creencias religiosas de algunos terroristas.
Esto es tan ofensivo como registrar las iglesias cristianas por la presunción de que pueden servir de refugio a quienes cometen atentados contra clínicas que practican aborto, observó Fellner en un comunicado.
Un portavoz del FBI dijo a activistas de HRW que entre los objetivos del cuestionario figura la prevención de atentados contra mezquitas por odio religioso. Esos datos permitirían a la agencia decidir cómo asignar los escasos recursos antiterroristas e identificar lugares vulnerables.
Pero un oficial del FBI dijo en el informe de Newsweek: Esto (el cuestionario) no es políticamente correcto, eso es indudable. Pero sería estúpido no estudiar el asunto, dada la cantidad de mezquitas criminales que puede haber por ahí.
La Unión para las Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU) pronosticó que esa política alentará a los agentes del FBI a infiltrarse en las mezquitas y en otros locales de oración.
El sistema de registro de mezquitas virtualmente garantiza esa invasión, añadió la abogada experta en derechos civiles Dalia Hashad.
El director del FBI, Robert Mueller, dijo al Comité de Inteligencia del Senado la semana pasada que las investigaciones del organismo detectaron la acción de militantes islámicos dentro de Estados Unidos.
Sospechamos que varios cientos de esos extremistas están vinculados con Al Qaeda, la red islámica a la que Washington atribuye los atentados en Nueva York y en Washington que dejaron 3.000 muertos el 11 de septiembre de 2001, agregó Mueller.
En 2001 existían en este país 1.209 mezquitas, 60 por ciento de las cuales habían sido fundadas en las dos décadas anteriores.
La comunidad musulmana estadounidense está integrada por 6,7 millones de personas. Cuarenta por ciento son negros, 30 por ciento son de origen árabe y otro 30 por ciento, de Asia meridional e Irán.
Otras medidas de seguridad que apuntan a esa comunidad desde los atentados de 2001 son el interrogatorio voluntario de miles de musulmanes no ciudadanos de Estados Unidos por parte del FBI.
Por su parte, el Servicio de Inmigración y Naturalización dispuso la renovación obligatoria del registro de las personas procedentes de algunos países de Medio Oriente y Asia.
Cientos de musulmanes que no gozan de ciudadanía estadounidense fueron detenidos sin ser acusados ante la justicia mientras el FBI investigaba sus supuestos vínculos con organizaciones radicales islámicas.
Taragi sostuvo que la comunidad musulmana sufre temor y tristeza por las acciones en su contra.