Los climatólogos están divididos acerca del vínculo entre las desastrosas inundaciones de este mes en la sierra y la selva del sur de Perú y la cercanía de la corriente cálida de El Niño a la costa septentrional, más allá de la cordillera de los Andes.
El experto peruano Abraham Levy descartó relación alguna entre la extraordinaria crecida del meridional lago Titicaca, las inundaciones en las selvas de Madre de Dios y Cusco, y El Niño, la corriente del Pacífico ecuatorial que altera el clima en varias regiones del planeta.
No encontremos las manos de El Niño en todos los desastres del clima, tenemos que describir los fenómenos con precisión. La corriente de El Niño todavía no ha llegado a las costas peruanas. Por consiguiente se trata de otro motivo, sostuvo.
La corriente de El Niño se desplaza empujada por el viento desde Australia hacia las costas sudamericanas en ciclos irregulares de tres a siete años.
La temperatura de las aguas del mar en la costa norte apenas se ha elevado hasta ahora en un par de grados, ni siquiera ha producido las lluvias extraordinarias que provoca El Niño en la costa norte, concluyó Levy.
En cambio, la directora del Departamento de Climatología del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Perú, Ena Jaimes, estimó que pese a la distancia las inundaciones en la sierra y selva sudoriental forman parte del proceso atmosférico originado por El Niño.
En la atmósfera no hay fronteras, los fenómenos atmosféricos están interconectados y es probable que hasta el inusitado y extremo calor seco que agobia actualmente a Argentina y Uruguay formen parte del proceso desatado por El Niño antes de llegar al continente, comentó.
Diez personas murieron y 53.000 fueron afectadas por las intensas lluvias e inundaciones que padece Perú desde mediados de enero.
Todo cambio de temperatura provoca corrientes de viento, explicó Jaimes. Las grandes masas de aire calentadas por la temperatura de las aguas del mar ascienden, generando vacíos que son llenados rápidamente por otras masas de aire, provocando un dinámico proceso de vientos, sostuvo.
La experta había advertido que la llegada de El Niño podía tener repercusiones en el sur del país y, a su juicio, el gobierno debió haber adoptado en esa zona previsiones similares a las dispuestas en la costa norte.
Esta discusión forma parte del debate científico sobre algunos enigmas climáticos, como la interacción entre la atmósfera terrestre, la temperatura del mar y la fuerza y orientación de los vientos.
Los científicos aún no se ponen de acuerdo (o no están en condiciones de establecer) si la actual fase de El Niño tendrá efectos devastadores o moderados en el clima de varias regiones, aunque según la Organización Meteorológica Mundial, el actual es un episodio benigno.
En 1998, El Niño alcanzó características de desastre mundial, con simultáneas y catastróficas inundaciones y sequías en América, Africa, Asia y Europa.
Los países sudamericanos perdieron entonces 7.545 millones de dólares en viviendas, carreteras y puentes destruidos y en ganados y cosechas arruinadas.
El azote climático tuvo una consecuencia positiva: instituciones especializadas en oceanografía y meteorología comenzaron a coordinar estudios y a intercambiar información.
El 10 de enero se inauguró en Guayaquil, Ecuador, el Centro Internacional de Investigación del Fenómeno de El Niño, un instituto en que participan expertos de 30 países, con respaldo de la Organización de las Naciones Unidas.
Climatólogos de Colombia, Chile, Ecuador y Perú se reunieron en noviembre en el centro turístico chileno de Viña del Mar para analizar y comparar trabajos de medición meteorológica y oceanográfica.
Apenas en los últimos 50 años la ciencia avanzó en la comprensión de la interrelación de procesos climáticos distantes y en apariencia desvinculados.
Pero el grado y la profundidad de esos vínculos aún son materia de polémicas, pues falta investigación.
El clima mundial depende de una combinación de factores que interactúan de forma sutil y compleja y no alcanzamos todavía a comprenderlo todo, señalaba en 1998 el especialista estadounidense Curt Suplee, en un artículo publicado en la revista National Geographic.
Suplee se centró en los indicios e incertidumbres acerca del recalentamiento del planeta, pero al exponer los patrones climáticos mundiales mencionaba algunos aspectos de interrelación entre las temperaturas del mar y el clima de los continentes.
Por ejemplo, Europa se mantiene varios grados más caliente de lo que estaría de no ser por la acción del agua cálida que recibe desde la zona ecuatorial, apuntaba Suplee.
¿Qué pasaría si esa corriente marina se interrumpiera por alguna razón? La mayor parte de Europa septentrional sería inhabitable, concluía el especialista. (