El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, rechazó este jueves en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York las crecientes demandas de la oposición por la celebración el mes próximo de un referéndum sobre su permanencia en el poder.
Chávez argumentó que la Constitución venezolana no permite esa posibilidad, si bien reconoció que la ciudadanía tiene el derecho de revocar su mandato, anunque sólo después de que haya pasado la mitad de su periodo de gobierno, lo cual ocurrirá después de agosto.
Reemplazar un presidente no es como cambiar un pitcher (lanzador) de béisbol o cambiar de camiseta, dijo Chávez a la prensa en la ONU.
Cualquier referéndum que se celebre antes de agosto sería inconstitucional y equivaldría a un golpe de Estado, afirmó. Organizaciones empresariales, sindicatos, gerentes de la estatal industria petrolera y partidos opositores encabezan desde el 2 de diciembre una huelga para desalojar a Chávez del poder.
Chávez viajó a Nueva York para entregar al canciller de Marruecos, Mohamed Benaissa, la presidencia del Grupo de los 77 (G- 77), expresión en la comunidad internacional de 133 países en desarrollo.
El mandatario venezolano aceptó en su propio nombre el año pasado la presidencia del G-77, cargo que tradicionalmente había sido ejercido por ministros de Relaciones Exteriores y no por jefes de Estado.
Mientras Chávez hablaba con los periodistas, varias docenas de manifestantes se concentraron fuera del edificio de la ONU para exigir su renuncia.
El presidente venezolano, elegido en febrero de 1999 por una mayoría abrumadora de los votantes, fue desalojado del poder en abril durante menos de dos días, en los que permaneció arrestado, por un grupo de jefes militares y poderosos empresarios.
Pero Chávez regresó al gobierno luego de que las Fuerzas Armadas modificaron su posición, bajo fuerte presión nacional e internacional. Diecinueve de los 34 miembros activos de la Organización de Estados Americanos (OEA) condenaron el golpe.
El presidente venezolano aprovechó su estancia en Nueva York para dialogar con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, sobre las gestiones diplomáticas en curso para resolver la crisis política en su país.
Annan había dicho el martes que confiaba en que quienes procuran cambios en Venezuela respeten la democracia y utilicen medios democráticos y constitucionales, de acuerdo con los derechos humanos y con la justicia.
El máximo funcionario de la ONU afirmó que su mensaje se dirigía tanto a los opositores como a Chávez.
La oposición acusa a Chávez de violaciones de derechos humanos, represión política y mal gobierno.
No tenemos una guerra civil en Venezuela, gracias a Dios y gracias a la conciencia de nuestro pueblo. Vayan allí y véanlo por sí mismos, dijo el mandatario a los periodistas.
Chávez aseguró que los obreros petroleros y del sector del acero no apoyan la huelga y trabajan con normalidad. Los trabajadores están enfrentados con un movimiento político subversivo que ha utilizado las armas del terrorismo contra la constitución nacional, afirmó.
Pero la oposición sostiene que la huelga ha paralizado a la estatal compañía Petróleos de Venezuela, lo que ha obligado a este país exportador de crudo a importarlo desde Brasil.
El mandatario indicó en la ONU que algunas personas en Estados Unidos financian la campaña para derrocarlo, al tiempo que negó ser un dictador.
La oposición representa a las clases media y alta y no tiene voluntad de diálogo, según el presidente venezolano. Yo estoy dispuesto a sentarme a negociar, dijo.
El gobierno venezolano pidió el año pasado acciones internacionales contra los regímenes civiles o militares que pretendieran derrocar a gobiernos democráticamente elegidos. (