La principal conclusión de la tercera reunión anual del Foro Social Mundial (FSM), que terminará este martes en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre, es la perspectiva de su próximo encuentro, porque se trata de un proceso continuo.
Por otra parte, la politización del mensaje del Foro fue simbolizada por la victoria en las elecciones presidenciales brasileñas de octubre de Luiz Inácio Lula da Silva, promotor del encuentro de Porto Alegre desde sus inicios, quien visitó el viernes y el sábado el FSM, y habló el domingo en su contrapartida anual del Foro Económico Mundial (FEM).
El FEM reunió a grandes empresarios, políticos y funcionarios internacionales en la sudoriental localidad suiza de Davos, y el presidente brasileño propuso allí que ambos foros cooperen para luchar contra la miseria y el hambre.
En los últimos años, algunos observadores han intentado descalificar al Foro Social Mundial al llamarlo un club de los pasados de moda, pero la reunión de activistas se parece cada vez más a un esbozo del futuro.
Miles de personas de numerosos países, decididas a corregir todo tipo de injusticias mediante todo tipo de soluciones, se encontraron en cientos de reuniones del FSM, que tiende a convertirse en la Meca de quienes buscan un mundo mejor, donde movilizaciones callejeras y seminarios apunten en la misma dirección.
En 2001, la primera reunión del FSM priorizó el análisis de la situación mundial, en 2002 se jerarquizaron las propuestas de cambio, y este año lo más importante fue concebir estrategias para implementar esas propuestas, afirmó la activista Susan George, directora asociada del holandés Intituto Transnacional.
George es también vicepresidenta de la filial francesa de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras Especulativas para Ayuda a los Ciudadanos, más conocida por sus siglas en francés, ATTAC.
Al comienzo del encuentro, delegados iraquíes regalaron una bandera de su país a sus pares estadounidenses, e israelíes y palestinos se dieron la mano, para reafirmar mensajes de paz en relación con las actuales crisis de Medio Oriente, cuya discusión dominó buena parte de la reunión del FSM.
Muchos activistas piensan que la campaña para evitar un ataque estadounidense contra Iraq pone a prueba en forma decisiva la capacidad de las movilizaciones populares para frenar a Washington y a las grandes firmas petroleras.
Esa campaña tiene inesperada fuerza en Estados Unidos, desde donde llegaron a Porto Alegre más de 1.000 delegados, la más numerosa delegación de ese país en la breve historia del FSM, compuesta en su mayoría por activistas opuestos a la guerra en Iraq que fueron ovacionados.
Necesitamos una vistoria de esa campaña internacional, para mostrar que el actual ímpetu de la globalización puede ser frenado, opinó Nicola Bullard, de Foco en el Sur Global, con sede en Bangkok.
La guerra que se planea es el símbolo más grotesco de la globalización que 'ellos' impulsan. La resistencia a esa guerra es el símbolo más importante de 'nuestra' globalización, sostuvo.
La magnitud de la oposición a una guerra en Iraq será puesta a prueba en la movilización mundial prevista para el 15 de febrero.
Delegados de Campaña Paren la Guerra, con sede en Londres, se reunieron en Porto Alegre con grupos latinoamericanos para planear manifestaciones en esa fecha, y el escritor pakistaní Tariq Ali, residente en Gran Bretaña, fue aplaudido de pie tras un apasionado alegato pacifista.
En el centro de muchos debates estuvo la diversidad de significados que se asignan al término globalización. En esa materia hubo importantes discrepancias entre los delegados, que de todos modos las percibieron como algo mucho menos importante que la gran brecha entre Porto Alegre y Davos.
No podemos dar la espalda a la Organización Mundial del Comercio y volver a la ley de la selva, arguyó en el primer debate sobre globalización Pierre Calame, de Alianza por un Mundo Responsable y Solidario.
Ya estamos bajo la ley de la selva. La única diferencia es que ahora el cavernario habla inglés, replicó Ricardo Navarro, de Amigos de la Tierra Internacional.
También se discutieron cuestiones vinculadas con los derechos humanos, la diversidad, la igualdad y los grupos étnicos. La educación, la salud y la seguridad social se enfocaron como derechos sociales, más que como beneficios otorgados por los Estados.
Algunos grupos reanudaron debates sobre biodiversidad, agua y energía, a partir de las conclusiones alcanzadas en septiembre por la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, que se realizó en la nororiental ciudad sudafricana de Johannesburgo.
Miles de participantes en un campamento juvenil, provenientes de más de 20 países, intentaron experimentar una nueva forma de vida, mientras aprendían a reciclar sus residuos en forma productiva, respetar los recursos naturales del agua y la tierra, y relacionarse entre sí con espíritu comunitario.
Ese tipo de experiencias implica una nueva forma de socialismo, cuyo significado es dar prioridad a la sociedad, y los activistas perciben como principales adversarios de ese proyecto al Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las firmas transnacionales que dan prioridad a los mercados.
El mero hecho de estar en Porto Alegre se ha convertido en un mensaje sobre la importancia de vivir con recursos relativamente escasos, y acercarse así a la experiencia del mundo en desarrollo, dijo a IPS un delegado.
El consumo por participante en el FSM fue muy inferior al de Davos, pero los asistentes a la reunión de Porto Alegre parecieron mucho más felices.