La máquina propagandística del gobierno de China comenzó a recabar apoyo público para el programa espacial nacional, ahora que el primer viaje tripulado al espacio es casi una realidad para la nación más poblada del mundo.
La prensa oficial destaca la importancia científica y patriótica del proyecto mientras resta importancia a su presupuesto, aunque el régimen comunista guarda los detalles celosamente.
Medios de prensa declararon esta semana que China gastó menos en el programa que Estados Unidos, el segundo país en enviar un hombre al espacio luego de la antigua Unión Soviética.
Para todo el proyecto de viajes espaciales tripulados, gastamos sólo 2.300 millones de dólares, mientras Estados Unidos invirtió 8.000 millones en apenas un cohete, declaró el lunes Zhang Qingwei, presidente de China Aerospace Science and Technology Corp, citado por el diario China Youth Daily.
La compañía de Zhang es la principal fabricante de la cápsula Shenzhou IV, el vehículo espacial sin tripulación que el domingo aterrizó en la provincia de Mongolia Interior luego de pasar una semana en órbita, en una misión casi idéntica al de un vuelo tripulado, según autoridades nacionales.
El periódico China Daily describió la misión del Shenzhou (que significa Barco divino) como el ensayo final antes de que China se convierta en el tercer país en enviar un ser humano al espacio en forma independiente.
Nuestro país es plenamente capaz de enviar naves tripuladas al espacio, tituló el diario Beijing Youth Daily.
Si bien se trata de un importante aliciente para el orgullo nacional y el cumplimiento de una antigua ambición, el envío de un astronauta al espacio es un emprendimiento muy costoso para un país que tiene entre 42 y 106 millones de personas en la extrema pobreza, según distintas estimaciones.
Los críticos señalan en privado que el programa espacial está dominado por intereses militares e insume fondos públicos que podrían utilizarse mejor en otras áreas científicas.
Para ellos, la carrera por el envío de un hombre al espacio recuerda la era de Mao Zedong (1949-1976), cuando China intentaba competir con las potencias espaciales por razones militares.
Mao lanzó el programa espacial y un proyecto para desarrollar armas nucleares en la creencia de que la supremacía militar sería la única forma de competir con los enemigos ideológicos.
Mientras millones de chinos morían durante la gran hambruna de 1959-1961, el programa espacial recibía fondos generosos. Ese período culminó con el lanzamiento de un satélite a bordo del cohete Larga Marcha en 1971, en el auge de la Revolución Cultural.
Las políticas pragmáticas del extinto líder comunista Deng Xiaoping, sucesor de Mao Zedong, dirigieron los proyectos espaciales hacia aplicaciones científicas más directas, como la mejora de las telecomunicaciones y los satélites de pronóstico climático.
En 2001, China envió al espacio un perro, un mono, un conejo y caracoles en el cohete Shenzhou, y el año pasado, colocó un muñeco en un vuelo.
Ese mismo año, China anunció un programa civil de desarrollo espacial que esbozó un modelo para los siguientes cinco años y más allá, con miras a mantener viva la llama del orgullo nacional en la industria espacial.
El cronograma anunciado es audaz. Prevé un viaje a la luna en 2005, el establecimiento de una base lunar en 2010 y de una fábrica y granja experimental para 2020.
Un alto funcionario de la administración espacial confirmó el fin de semana que luego del exitoso lanzamiento del Shenzhou IV, China se propone emprender viajes espaciales tripulados y su proyecto de exploración lunar.
El programa de exploración lunar está en fase de estudio y a la espera de la aprobación gubernamental, declaró Guo Baozhu, viceadministrador de la Academia Espacial Nacional, a la Cumbre Espacial que se inauguró el pasado sábado en el Congreso Indio de Ciencias, en la ciudad india de Bangalore.
Catorce astronautas fueron entrenados en la última década y están listos para colocar la bandera china sobre la luna, aunque todavía falta tiempo para eso.
El presidente Jiang Zemin, que abandonará su cargo el próximo marzo en el marco de una renovación general del liderazgo comunista, considera el programa espacial un símbolo de la modernización china y quisiera dejar los vuelos espaciales tripulados como parte de su legado.
No está claro todavía si Jiang cederá también en marzo su todopoderoso puesto de comandante supremo de las Fuerzas Armadas.
China también teme que el espacio se transforme en un costoso campo de batalla en futuros conflictos internacionales. El gobierno criticó en forma reiterada los planes de Estados Unidos de construir un sistema de defensa, incluso espacial, para protegerse de ataques con misiles.
Beijing anunció el pasado verano boreal sus planes de desarrollar una nave espacial que serviría de plataforma para equipos bélicos.
Ejecutivos de China Aerospace Corp dijeron al Beijing Youth Daily que la realización de ese plan llevaría de dos a tres décadas, pero que ese plazo podría modificarse según las necesidades nacionales de defensa. (