TRABAJO-FRANCIA: Termina luna de miel con el gobierno

La huelga de camioneros en Francia amenaza paralizar la economía nacional y marca el fin del período de gracia otorgado por los sindicatos al nuevo gobierno de derecha, que asumió en abril último.

El conflicto de los camioneros también puso de relieve un clima de inquietud social y tuvo un efecto de bola de nieve, dado que los controladores aéreos iniciaron su propia huelga el lunes y los funcionarios públicos comenzaron este martes protestas masivas por los planes de privatización.

La huelga de los conductores de camiones comenzó en la noche del domingo tras el fracaso de un acuerdo entre dos sindicatos y los empleadores por mejores salarios y condiciones de trabajo.

Los huelguistas bloquearon 40 rutas alrededor de Marseilles, Lyon, Bordeaux y Toulouse en el sur y sureste, y alrededor de Lille, en el norte.

También recurren a la ”táctica de tortuga”, por la que columnas de camiones ocupan todas las sendas y conducen a velocidad muy baja.

El ejército y la policía intervinieron en varios lugares para desbloquear caminos y detuvieron a algunos conductores el lunes.

Una huelga similar paralizó Francia en 1995 y 1996 y desencadenó la caída del gobierno de derecha de aquel entonces.

Esta vez, las autoridades advirtieron que tomarían medidas para evitar una repetición de esos conflictos, que paralizaron industrias clave y distorsionaron el comercio.

Además, existe cierta división entre los camioneros, porque cuatro sindicatos menores, que representan a 14 por ciento de los camioneros, se retiraron de la huelga tras lograr a último momento su propio acuerdo salarial con los empleadores, el domingo.

La huelga está encabezada por la Confederación General del Trabajo y la Confederación Francesa del Trabajo. Ambas acordaron no bloquear refinerías de petróleo ni centros de distribución de comestibles para supermercados y tiendas.

El gobierno intentó impedir la huelga mediante una estrategia de ”firmeza y conciliación”, como la describió el primer ministro Jean-Pierre Rafarin, que exhortó a los sindicatos a considerar la difícil situación económica del país en sus negociaciones con los empleadores.

El lunes, el ministro de Transporte Gilles de Robien reiteró esa exhortación. ”Los camioneros deben admitir que, por difícil que sea su situación, no pueden dañar a una economía que ya está sufriendo”, dijo.

Mientras, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy dijo que las huelgas pueden molestar, pero ”no deberían paralizar el país”, y amenazó con el levantamiento de todas las barricadas por parte del ejército.

El gobierno enfrenta no sólo la huelga, sino también el apoyo público. Una encuesta de opinión publicada el domingo por el Journal du Dimanche indicó que 75 por ciento de la ciudadanía respalda la medida de los camioneros.

Aunque este conflicto no alcance las dimensiones de las protestas de mediados de los años 90, sí refleja las dificultades que enfrenta el gobierno en materia social.

Las compañías de aviación debieron cancelar decenas de vuelos el lunes y este martes debido a la huelga de 32 horas decidida por los controladores aéreos.

Mientras, funcionarios públicos se manifestaron este martes en París y otras grandes ciudades para protestar contra los planes de privatización de empresas públicas y de reforma del sistema de pensiones.

El 8 de diciembre, maestros y funcionarios del Ministerio de Educación realizarán una huelga en reclamo de un aumento del presupuesto de la enseñanza. La Confederación General del Trabajo también llamó a una huelga de los trabajadores públicos del transporte.

Los productores agrícolas también amenazaron con una huelga la semana pasada, pero el gobierno logró detenerla el viernes. Los agricultores asociados a la federación FNSEA se quejaron de que los supermercados pagan cada vez precios más bajos.

La FNSEA, considerada leal al presidente Jacques Chirac, amenazó con bloquear el acceso a los centros de distribución de comestibles y aislar a los supermercados de sus proveedores, pero Rafarin intervino a favor de la federación agrícola.

”Los supermercados deben respetar la calidad de los productos agrícolas y pagar un precio apropiado por ellos”, de lo contrario ”nuestro país se inundará con productos extranjeros”, advirtió el primer ministro.

Cuando faltan sólo cinco semanas para las fiestas navideñas, los supermercados no pueden darse el lujo de quedarse sin provisiones.

”Los agricultores ganaron la primera ronda”, reconoció Michel- Edouard Leclerc, dueño de la cadena de supermercados Leclerc, sugiriendo que el conflicto podría resurgir más adelante. (FIN/IPS/tra-en/jg/ss/mlm/lb/02

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