El aumento de hostilidades en el oriente de la República Democrática de Congo (RDC) tras la retirada de las tropas ruandesas agrava la precaria situación humanitaria en la zona.
La evolución de los acontecimientos puede conducir a un genocidio, aseguró la organización no gubernamental humanitaria Amnistía Internacional, y tambiém han expresado su alarma el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el gobierno ruandés.
El aumento de la violencia en la región oriental de RDC sumó medio millón de personas a las 700.000 que ya necesitaban asistencia alimentaria del PMA, que no dispone de los 80 millones de dólares ncesarios para alimentar a todos los necesitados, indicó esa agencia de la ONU.
La mayor parte de la asistencia debería ser entregada por vía aérea, debido a la inseguridad en la zona, explicó.
Sesenta por ciento de las personas que necesitan ayuda son mujeres y niños, y es preciso contar en forma urgente con fondos adicionales, para evitar una catástrofe humanitaria, añadió.
Muchos pobladores de esa zona no pueden salir de sus casas para cosechar u obtener alimentos de otras formas, y dependen por completo de la asistencia humanitaria, destacó Juan Charles Dei, funcionario de esa agencia de la ONU.
Los observadores prevén que la actividad bélica se concentrará pronto en torno a Bukavu, capital de la oriental provincia congoleña de Kivu Mweridional, fronteriza con Ruanda y ubicada a unos 1.600 kilómetros de Kinshasa.
Uno de los dos grupos en los cuales se escindió la milicia Mayi Mayi se prepara para un intento de conquistar Bukavu, tras tomarse el domingo la ciudad de Uvira, segunda en población de Kivu Meridional, aseguró Dei, residente en la capital de ese estado.
Uvira fue controlada hasta el domingo por la insurgente Unión Congoleña por la Democracia-Goma, que pareció consolidarse como fuerza dominante en la región oriental de RDC tras la retirada de sus aliados ruandeses, pero es desplazada con rapidez por una fuerte ofensiva de ese grupo de Mayi Mayi.
La Unión por la Democracia Congoleña se escindió hace tres años en una facción con sede en la oriental ciudad de Goma, apoyada por Ruanda, y otra autodenominada Original, respaldada por Uganda.
Algunos residentes en Bukavu están tan asustados que no se atreven a dormir por las noches, para no ser sorprendidos por un ataque, y muchos hacen planes para abandonar la ciudad, indicó Dei.
Ruanda controlaba casi un tercio del territorio de RDC, mediante el despliegue de unos 23.000 soldados en la región oriental de su gigantesco vecino, a los cuales terminó de retirar el 5 de este mes, en el marco de un acuerdo de paz con el gobierno congoleño firmado el 30 de julio en Pretoria.
Miles de congoleños escaparon de los combates en Uvira y se refugiaron en el vecino Burundi.
Calculamos que por lo menos 10.000 personas cruzaron la frontera hacia Burundi desde el 11 de este mes, y es muy probable que esa cantidad aumente en los próximos días, señaló Laura Melo, portavoz del PMA Laura Melo.
En la actualidad, la ONU está bajo fuerte presión para que envíe a la región más tropas de su Misión Observadora en RDC (MONUC) e intente controlar la situación. Amnistía Internacional sostiene que eso es necesario para evitar un genocidio.
La MONUC ha fracasado por completo en su misión de proteger a la población civil, y dirigentes de las partes en conflicto incitan a la violencia entre grupos étnicos, advirtió el investigador Godfrey Byaruhanga, de Amnistía Internacional.
Existe el riesgo de una incontrolable escalada del conflicto que conduzca a un genocidio, si no se adoptan medidas preventivas, agregó.
El gobierno de Ruanda criticó el miércoles a la comunidad internacional por no frenar la escalada del conflicto en Kivu Meridional, y observadores piensan que el presidente ruandés Paul Kagame podría volver a enviar tropas a RDC, si la ONU no adopta urgentes medidas.
Kigali alega que quienes realmente controlan Uvira desde el domingo son extremistas ruandeses de la etnia hutu, que se trasladaron a RDC tras participar en el genocidio de 1994 en Ruanda, y que planean volver a incursionar en su país, con apoyo del gobierno congoleño.
Fueron víctimas de ese genocidio, de abril a junio de 1994, unos 800.000 integrantes de la minoría tutsi y hutus moderados.
En el acuerdo de paz firmado en Pretoria, Kinshasa quedó a cargo de desarmar a esos ruandeses, ex integrantes de las Fuerzas Armadas de Ruanda y de las milicias Interahamwe, que fueron en un tiempo sus aliados, pero no ha logrado avances de importancia en esa tarea.
Los Mayi Mayi son sólo una cortina de humo para disimular una nueva ofensiva de Kinshasa, sostuvo el gobierno de Ruanda en una declaración entregada a corresponsales extranjeros.
El continuo avance hacia nuestra frontera de fuerzas genocidas es una amenaza a la seguridad de Ruanda y de toda la región. Ruanda se reserva el derecho de defenderse (…) y elegirá la forma más apropiada de hacerlo, advirtió.
El conflicto de RDC ha causado la muerte de unos 2,5 millones de personas y comenzó en agosto de 1998, cuando el entonces presidente Laurent Kabila ordenó salir de ese país a tropas y asesores militares ruandeses de la etnia hutu, que lo habían ayudado el año anterior a derrocar a Mobutu Sese Seko.
Desde entonces, grupos insurgentes comenzaron a luchar contra las fuerzas de Kinshasa y entre sí.
Burundi, Ruanda y Uganda decidieron apoyar a facciones rebeldes, mientras Angola, Namibia y Zimbabwe otorgaban respaldo al gobierno, ejercido por Joseph Kabila desde enero de 2001, cuando fue asesinado su padre, Laurent.
El año pasado, investigadores de la ONU comprobaron que varios de los grupos armados que operan en RDC explotan ricos recursos naturales de ese país, y tienen por eso intereses ajenos a la política en el mantenimiento del conflicto. (FIN/IPS/tra- eng/ks/mn/mp/ip/02