EEUU-IRAQ: Los halcones pierden terreno

El presidente estadounidense George W. Bush indicó este jueves ante la Asamblea General de la ONU que el ataque a Iraq depende de la actitud de Bagdad ante decisiones del foro mundial, una afirmación desfavorable para los neoconservadores, que impulsan acciones unilaterales de Estados Unidos.

Esa facción del gobernante Partido Republicano perdió influencia en Washington porque en los dos últimos meses quiso llegar demasiado lejos contra el mundo árabe, y en la actualidad recupera terrno la fracción más moderada del gobierno, según observadores.

En Estados Unidos se llama neoconservadores a altos funcionarios, académicos y analistas de medios de comunicación con gran influencia en asuntos de política exterior dentro del gobernante Partido Republicano.

El origen de esa corriente se vincula con un grupo de judíos que integraron el Partido Demócrata y rompieron con él porque apoyaban la guerra de Vietnam, muy vinculados con el derechista partido Likud de Israel, del actual primer ministro Ariel Sharon.

Los neoconservadores son belicistas y hostiles a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y a los procesos multilerales. Sus postulados sobre política exterior rechazan el pragmatismo y plantean los conflictos en términos morales.

Desde mediados de este año, esa facción lanzó una ofensiva ideológica por un ataque contra Iraq y propuso incluir a Arabia Saudita, tradicional aliado de Washington, en la lista de Estados que apoyan al terrorismo, con la intención de producir drásticos cambios en todos los países árabes que consideran enemigos de Israel.

Pero el exceso de confianza parece haber sido contraproducente para los neoconservadores, en beneficio de la fracción más moderada que lidera el secretario de Estado (ministro de Relaciones Exteriores) Colin Powell, partidario de un enfoque político y multilateral de la cuestión iraquí.

La semana pasada, la Casa Blanca anunció que Bush no lanzará un ataque contra Iraq sin aprobación del Congreso, y eso desautorizó al vicepresidente Dick Cheney, aliado con los neocnservadores, quien había asegurado pocos días antes que Bush no consideraba necesario que el parlamento aprobara tal ataque.

Luego se supo que Bush prefiere que un ataque contra Iraq sea precedido por una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU que plantee a Bagdad varias exigencias, entre ellas la de cooperar con inspectores de armas del foro mundial.

Cheney había sostenido antes que nuevas inspecciones de armas en Iraq por parte de la ONU serían una pérdida de valioso tiempo.

El actual enfoque de la cuestión iraquí es una insual victoria para Powell, derrotado por los neoconservadores en casi todos los debates internos importantes del gobierno desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Tras esos ataques, predominaron las posiciones belicistas de Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, apoyados por neoconservadores y derechistas cristianos.

Es posible que el triunfo de Powell sea transitorio, pero especialistas opinan que los conservadores están en retirada.

”Pienso que la marea cambió, y que se ha recuperado un poco de cordura”, dijo a IPS el miércoles un experimentado funcionario de política exterior que actuó en el gobierno republicano de George Bush padre (1989-1993), durante el cual los neoconservadores perdieron terreno.

Cheney y Rumsfeld se han apoyado en las tesis neoconservadoras durante los debates gubernamentales sobre el rumbo de la campaña internacional antiterrorista lanzada por Bush después de los atentados de septiembre del año pasado.

Entre los neoconservadores más destacados del gobierno están el viceministro de Defensa, Paul Wolfowitz, el subsecretario de Defensa para Política, Douglas Feith, el jefe del equipo de asesores de Cheney, I. Lewis Libby.

Colaboran con esos altos funcionarios numerosos analistas políticos, y en especial Richard Perle, del grupo de expertos privado Instituto de la Empresa Estadounidense (AEI, por sus siglas en inglés), en el cual también trabaja la esposa de Cheney.

Perle preside la Mesa de Política de Defensa de Rumsfeld, y estuvo en el centro de la ofensiva ideológica neoconservadora de los últimos meses, junto con otros expertos del AEI.

Entre esos expertos están Michael Leeden, el ex director de la Agencia Central de Inteligencia James Woolsey, el ex funcionario de Inteligencia Reuel Marc Gerecht, y Michael Rubin, quien acaba de ser contratado por el Departamento de Defensa para planear un gobierno iraquí tras el derrocamiento del actual presidente Saddam Hussein.

La campaña neoconservadora, desarrollada desde medios de comunicación como The Wall Street Journal y The Weekly Standard, propuso incluir entre los blancos de la campaña antiterrorista a casi todos los países árabes de Medio Oriente y apoyar insurrecciones en Irán y Siria, entre otras medidas.

”La guerra contra el terror no terminará en Bagdad”, fue el título de una típica columna de Ledeen, publicada la semana pasado por The Wall Street Journal, en la cual sostuvo que ”afrontamos un desafío regional y debemos darle adecuada respuesta”, sin ”limitarnos a escenarios nacionales”.

El mismo grupo definió al gobierno y al clero musulmán wahhabita de Arabia Saudita como principales responsables del extremismo y el terrorismo islámicos internacionales, y ha reiterado hasta el cansancio que 15 de los 19 atacantes suicidas del 11 de septiembre de 2001 eran sauditas.

Esa tesis fue expuesta el 10 de julio ante la Mesa de Política de Defensa por el académico francés Laurent Murawiec, en una reunión organizada por Perle, y el informe de Murawiec se filtró a la prensa en agosto.

El académico francés, quien tenía un contrato temporal con la derechista Corporación Rand, calificó al gobierno saudita de ”enemigo”, ”oponente más peligroso” de Estados Unidos en Medio Oriente y ”núcleo del mal”, y lo acusó de ”apoyar a nuestros enemigos y atacar a nuestros aliados”, informó el diario The Washington Post.

”Los sauditas están en todos los eslabones de la cadena del terrorismo internacional, desde el planeamiento y financiamiento hasta la conducción y ejecución, y desde la ideología a la instigación”, añadió Murawiec.

La difusión de ese informe movilizó contra los neoconservadores a muchos altos funcionarios y dirigentes republicanos, en especial a los vinculados con grandes firmas petroleras, que tienen enormes intereses en Arabia Saudita.

La Corporación Rand despidió a Murawiec, y Perle aseguró que no conocía de antemano el informe presentado el 10 de julio, aunque pocos creyeron eso.

Incluso George Bush padre afirmó el lunes, en una entrevista con la cadena nacional de televisión NBC, que la campaña neoconservadora contra los árabes había llegado demasiado lejos.

El ex presidente eludió cuestiones políticas durante la mayor parte de esa entrevista, pero enfatizó una clara alusión crítica al Wall Street Journal, principal portavoz de esa campaña.

”Lo que no me gusta es, por ejemplo, que se presente a Arabioa Saudita como un demonio, del modo en que lo hacen algunos de los grandes diarios nacionales. Eso no me gusta. No es cierto. Ellos (los sauditas) no son nuestros enemigos. Pienso que es ridículo que se les critique así”, aseveró el padre del actual presidente. (FIN/IPS/tra-eng/jl/ml/mp/ip/02

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