EEUU-ASIA: Los dividendos del 11 de septiembre

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos le reportaron a Washington enormes beneficios estratégicos en Asia, donde incrementó su influencia política, económica y militar.

Mediante una red de supuestas alianzas antiterroristas, respaldadas por dádivas económicas e ingeniosos acuerdos estratégicos, la única superpotencia del mundo no sólo logró explotar los vastos recursos energéticos de Asia central, sino también rodear a China, su potencial rival económico y militar.

Un año después de los ataques terroristas, la presencia militar de Estados Unidos es palpable en Afganistán, Pakistán y repúblicas ex soviéticas como Uzbekistán, Tajikistán y Kirgizstán, vitales para las empresas petroleras estadounidenses en su ansiedad por extender oleoductos hacia el mar de Arabia.

Así mismo, la presencia de Washington también es palpable en grados variables en India, Sri Lanka, Nepal y en menor grado en Birmania.

Más hacia el este, las fuerzas armadas estadounidenses combaten grupos supuestamente vinculados con la organización terrorista Al- Qaeda en Filipinas, además de fortalecer su presencia en Indonesia y en el mar de China Meridional.

Y mientras aprovecha la oportunidad de favorecer sus intereses de energía y seguridad a largo plazo, Estados Unidos cambia las reglas de juego en otras áreas.

Washington restó importancia o ignoró todos los abusos cometidos contra los derechos humanos por sus nuevos aliados militares, en especial en Asia central, y en algunos casos incluso los recompensó.

Desesperado por una alternativa a los países árabes como fuente de petróleo, Estados Unidos se convirtió en el principal inversor extranjero en el sector de la energía de Asia central, con el pretexto de promover la estabilidad política y económica en la región.

En otras palabras, el negocio consiste en garantizar la paz a cambio de dinero.

La nueva táctica de Washington inmediatamente después del 11 de septiembre pasado comenzó, previsiblemente, por Asia central, una región vital para la campaña contra el régimen Talibán de Afganistán.

En ese entonces, los Talibán ofrecían refugio al saudí Osama bin Laden, líder de la organización terrorista Al-Qaeda y principal sospechoso de los atentados en Nueva York y Washington.

Los países centroasiáticos, conscientes de su importancia geográfica, también percibieron desde el principio la gran oportunidad que se les presentaba, y así se fue consolidando la asociación de conveniencia.

Aunque las autoridades estadounidenses se esfuerzan por aclarar que su presencia en los países de Asia central no será definitiva, el apoyo de Washington a los regímenes autoritarios, su generosa ayuda militar y económica y la construcción de bases casi permanentes en esa región parecen sugerir lo contrario.

Los argumentos de Washington son refutados además por sus propias promesas de más ayuda militar a la región para que adquiera armas estadounidenses, con miras a fortalecer la industria militar nacional, que estaba en rápida decadencia antes de los ataques del 11 de septiembre.

”Washington aprovechó los atentados para recuperar sin oposición su antigua influencia de la guerra fría en Asia, con el objetivo de aumentar al máximo sus beneficios económicos”, comentó un diplomático occidental en Nueva Delhi.

Si bien Islamabad y Kabul siguen siendo cruciales para los intereses estadounidenses, Washington y Nueva Delhi están forjando – aunque lo niegan con vehemencia- alianzas militares y de seguridad a largo plazo, destinadas a contener a China.

La reunión en diciembre del Grupo de Política de Defensa y la posterior firma del Acuerdo General de Seguridad sobre Información Militar por el ministro indio George Fernandes en Washington aseguró la inteligencia militar compartida entre India y Estados Unidos.

En abril, India compró ocho radares estadounidenses Firefinder por 146 millones de dólares, en lo que fue el mayor contrato militar estadounidense en cuatro décadas. Washington aprobó además la venta de otros 20 artículos militares a Nueva Delhi.

Estados Unidos tiene en las Fuerzas Armadas indias un firme aliado en sus intentos por rodear a China.

La Armada india declaró en un informe que la creciente capacidad nuclear y la modernización de la marina de China constituye su mayor preocupación en el siglo XXI.

El vacío de poder en la región del océano Indico este siglo sólo puede ser llenado por India, China o Japón, ”ya sea por preeminencia o por exclusión mutua”, dice el informe, titulado ”Revisión estratégica: La dimensión marítima”.

En cualquiera de ambos casos, la situación tiene serias implicaciones de seguridad para India, y Washington saca provecho de esta circunstancia.

Mientras, el gobierno de George W. Bush solicitó al Congreso 20 millones de dólares en ayuda militar ”no letal” para Nepal, que incluye uniformes blindados y equipos de visión nocturna para el Ejército Real Nepalés, que lucha contra la insurgencia maoísta.

Además, Estados Unidos desplegó en Katmandú 40 ”asesores de bajo perfil”, un eufemismo que significa especialistas en seguridad. Estos asesores se suman a otros británicos.

Finalmente, en Sri Lanka, expertos estadounidenses comenzaron a entrenar al ejército de ese país. Equipos de policías srilankeses también viajaron a Estados Unidos para recibir entrenamiento antiterrorista.

La cooperación militar también se amplió a la fuerza aérea de Sri Lanka, que opera una amplia variedad de aviones de combates israelíes.

Con la mira puesta en el puerto oriental de Trincomalee como escala para sus activos en la isla de Diego García, Washington también presionó para acelerar el proceso de paz entre Colombo y los rebeldes Tigres de Liberación de la Patria Tamil.

Trincomalee es uno de los mayores puertos profundos que controlan el océano Indico, y por eso India siempre intentó a través de la diplomacia, la negociación o la prepotencia impedir que potencias extranjeras tuvieran acceso a él.

Sin embargo, ahora que Estados Unidos se convirtió en su más codiciado aliado, es improbable que Nueva Delhi se oponga a cualquier medida de Washington para dominar por completo el continente asiático. (FIN/IPS/tra-en/rb/na/rdr/js/mlm/ip/02

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