ECONOMIA: Aseguradoras buscan respaldo estatal contra terrorismo

Las empresas de seguros, que perdieron entre 40.000 y 50.000 millones de dólares a causa de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, creen que sólo podrán afrontar los riesgos del terrorismo con ayuda del Estado.

Los acciones terroristas presentan riesgos que van más allá de la capacidad de soluciones privadas, observó Patrick M. Liedtke, secretario de The Geneva Association, una entidad internacional dedicada al estudio económico de los seguros.

La sociedad debe asumir la responsabilidad por los riesgos extremos, pues las compañías de seguro sólo pueden operar dentro de los límites de lo asegurable, dijo Liedtke en la presentación de un estudio de varios autores sobre las consecuencias económicas en el sector de los atentados del 11 de septiembre.

Las empresas aseguradoras, que en los últimos decenios habían promovido la liberalización en el mundo de todas las fases del negocio, se disponen a dar un paso atrás en esa campaña para reclamar el apoyo del sector público.

Liedtke y el investigador Christophe Courbage opinaron que la intervención del estado como asegurador de último recurso puede ayudar al funcionamiento del mercado.

Los dos expertos insinúan, inclusive, que la participación estatal no se limite a los siniestros de terrorismo sino que también se extienda a las catástrofes naturales extremas.

La peor solución podría ser que los riesgos asociados con actos de terrorismo internacionales queden sin cobertura adecuada de seguros, previno el economista jefe de la Asociación Alemana de Seguros (GDV), Michael Wolgast.

La consecuencia sería un grave retroceso para la eficacia económica y, en particular, para la asunción de riesgos por los empresarios, un elemento crucial en la innovación, el cambio estructural, el crecimiento y el empleo, apuntó Wolgast.

La actividad mundial del seguro se encuentra en buenas condiciones, diagnosticó el estudio de The Geneva Association.

Ningún asegurador primario había quebrado hasta julio y solamente un reasegurador, la compañía japonesa Taisei, cayó en bancarrota, principalmente debido a una posición sobreexpuesta en el mercado del reaseguro aeronáutico, citó Robert Hartwig, del Instituto de Informaciones del Seguro de Nueva York.

El bajo nivel de insolvencia se debió a la gran diseminación del riesgo, pues hasta julio sumaban 119 los aseguradores que comunicaron su exposición ante los ataques, incluidos de responsabilidad civil, de vida y de reaseguro.

La compañía más expuesta el 11 de septiembre de 2001 fue el grupo británico Lloyd's, con 2.913 millones de dólares, seguido por la firma número uno del reaseguro mundial, Munich Re, con 2.442 millones, y por la número dos, Swiss Re, con 2.316 millones de dólares.

Pero no sólo las pérdidas del 11 de septiembre complican la situación del sistema mundial del seguro. El sector soporta también las consecuencias de la crisis bursátil en los principales mercados internacionales.

La merma del valor de las acciones había comenzado en marzo de 2000 y se precipitó después de los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono, sede del Departamento de Estado, en Washington.

La pérdida registrada en las bolsas de valores durante los dos últimos años se elevó a más de 40 por ciento. Por lo general, las compañias de seguros colocan sus reservas en esos papeles.

Los perjuicios del 11 de septiembre contra las firmas de seguro, que distintas evaluaciones ubican entre 40.000 y 50.000 millones de dólares, superan todo otro siniestro individual en la historia del sector.

El huracán Andrew cobró en 1992 la vida de 38 personas en Estados Unidos y Bahamas, causando pérdidas al sector asegurador por 20.000 millones de dólares.

Los expertos de seguro observan que el precio de una catástrofe guarda más relación con el grado de desarrollo y con la densidad de bienes y personas aseguradas que con la cantidad de víctimas.

Un ciclón que asoló Bangladesh en 1970 causó la muerte de 300.000 personas, pero no tuvo costo para los aseguradores. En cambio, el 11 de septiembre, con un número de muertos que oscila entre 3.056 y 3.500, ha sido el siniestro más gravoso para la industria del seguro.

Un estudio efectuado por Munich Re mostró que en los países industrializados los pagos relacionados con grandes desastres ascienden a 62 por ciento de las pérdidas económicas.

En cambio, en los países en desarrollo sólo se recupera por vía del seguro seis por ciento de las pérdidas ocasionadas por esos siniestros.

En la historia de los aseguradores hay un solo antecedente que supera las pérdidas del 11 de septiembre. La responsabilidad a largo plazo de la industria del amianto, que se extiende durante muchos años y que ha dado lugar a centenares de miles de reclamos, se eleva a unos 60.000 millones de dólares.

Hartwick advirtió que otro ataque terrorista de magnitud similar a la del 11 de septiembre de 2001 podría desestabilizar seriamente a las aseguradoras de responsabilidad civil y llevar a muchas de ellas a la insolvencia.

El experto añadió que altos funcionarios del gobierno y del sector en Estados Unidos estiman que el apoyo planeado por las autoridades para las aseguradoras era necesario, pues su capacidad es finita, mientras que las pérdidas potenciales de un ataque terrorista son virtualmente ilimitadas.

El presidente de la Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos, Alan Greenspan, sostuvo que en aras de la viabilidad de los mercados libres, en algunas ocasiones, cuando se enfrenta determinado grado de violencia, hace falta que el costo del seguro sea reasegurado por el contribuyente.

Algunos países, como Gran Bretaña, España, Israel, Sri Lanka y Sudáfrica ya tenían antes del 11 de septiembre disposiciones de apoyo estatal al seguro contra actos de terrorismo. Francia y Alemania han seguido posteriormente ese modelo. (FIN/IPS/pc/dm/dv if/02

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