DESARROLLO-COLOMBIA: Comercio minorista recicla la tradición

Las plazas de mercado, tradicionales centros de venta de alimentos y retrato de la gastronomía popular de Colombia, exploran fórmulas creativas y mejoran su organización para recuperar terreno ante el avance arrollador de los supermercados transnacionales.

Las más de 1.500 plazas de mercado, donde trabajan casi un millón de personas, compiten en el comercio de alimentos con los establecimientos de autoservicio de gran superficie, como los de la empresa francesa Carrefour y de la holandesa Makro, instalados desde 1995 en el país.

El primer supermercado para mayoristas y minoristas que operó en Colombia fue Alkosto, inaugurado en 1988 por un grupo de industriales locales que descubrieron el atractivo de este tipo de comercio en un país donde 70 por ciento de sus 42 millones de habitantes viven en ciudades.

La instalación de cadenas de supermercados de firmas extranjeras fue una consecuencia de la política de privatización y apertura de la economía, que abrió las compuertas a la importación de alimentos a fines de la década del 80.

Los colombianos comenzaron entonces a cambiar sus hábitos de compra de alimentos, pasando poco a poco de las plazas de mercado o de las pequeñas tiendas de barrio a los grandes supermercados, en especial de firmas transnacionales en expansión de la mano de la mundialización de la economía.

”A la globalización hay que responderle con creatividad y organización”, dijo a IPS Diego Farid Arias, administrador de la Central Minorista de Pereira (Mercaplaza), una de las pocas que aún es controlada por la asociación de comerciantes.

Creatividad es lo que le han puesto en sus negocios algunos administradores de plazas de mercado de Bogotá, donde se implementan programas ecológicos y sistemas de canje de material reciclado por alimentos.

La mitad de los alimentos que se consumen en la capital colombiana, con siete millones de habitantes, son vendidos en las 44 plazas de mercado, centros que reúnen bajo un mismo techo a puestos de venta de los más variados comestibles y bebidas, 18 de las cuales son propiedad de la municipalidad que los entrega en concesión.

Se calcula que las plazas de mercado de Bogotá venden al menudeo unas 2.640 toneladas de frutas, verduras y tubérculos cada mes, sin contabilizar los granos, lácteos y carnes.

En la mayoría de estas plazas comerciales, como el céntrico Paloquemado, subsisten unidades de medida no convencionales como el ”pucho” (puñados) y el ”canastado” (lo que cabe en un canasto) e impera la ley del regateo.

Esa es una de las razones por las cuales ”en el imaginario de los bogotanos está el concepto de que los productos en la plaza son más baratos”, señala un estudio sobre estos centros comerciales minoristas realizado por la facultad de Artes de la Universidad Nacional.

”Es posible resistir y sostenerse contra las políticas neoliberales y los privilegios del capital financiero”, sostuvo Arias, quien en 1997 lideró un acuerdo entre los comerciantes de Mercaplaza y el gobierno municipal de Pereira, capital del central departamento de Risaralda, para reubicar ese mercado.

El terremoto del 25 de enero de 1999, que afectó una vasta región del llamado eje cafetero colombiano, conformado por los departamentos de Risarlda, Quindío y Caldas, precipitó la relocalización de la plaza en una zona residencial, próxima a un colegio femenino y a una universidad.

”Nos defendimos de las protestas de la clase dirigente, que asociaba las plazas de mercado con focos de delincuencia y desaseo”, hasta demostrarles que, ”antes que un problema, este tipo de comercios son una ventaja”, relató a IPS Luis Osorio, uno de los comerciantes sindicalizados.

Las plazas son ”punto de encuentro de todas las clases sociales y eje regulador de precios, lo que es muy importante en épocas de crisis como la actual, en la que todos tenemos que defender la canasta familiar”, explicó Arias.

Arias y Osorio expusieron la experiencia de Mercaplaza en el Tercer Congreso Nacional de Plazas de Mercado, convocado por la Federación Nacional de Comerciantes y que finalizó en Bogotá el 24 de agosto.

Otras experiencias exitosas presentadas durante el encuentro fueron las de cuatro plazas de mercado ubicadas en el occidente de Bogotá, en las que se implementaron programas ecológicos y sistemas de canje de material reciclado por alimentos .

Se trata de los mercados Ferias, Quirigua y Boyacá, administradas por el Consorcio Feboquir en la localidad de Engativa, y de Fontibón, en la localidad del mismo nombre. Bogotá está dividida administrativamente en 22 localidades.

En esas cuatro plazas ”los comerciantes se pusieron el delantal y se metieron la mano en el bolsillo”, explicó gráficamente el presidente de la Asociación de Plazas de Mercado de Bogotá (Asoplazas) y gerente de Feboquir, Hugo Rojas.

”Estamos compitiendo con higiene, presentación, calidad y precios” con los supermercados, donde no hay atención personalizada, dijo Rojas a IPS.

Uno de los éxitos de las plazas de mercado son los programas de reciclaje en la fuente, utilización de los desechos orgánicos para producir compostaje y un sistema de ”bonos ecológicos”.

Los bonos son vales que los clientes de la plaza reciben a cambio de envases y papel reciclado en sus casas y que pueden cambiar por productos alimenticios en la plaza. Su vigencia es de un año.

Rojas apuntó que otra de las ventajas de las plazas es que ”venden el producto y la receta para prepararlo”, en cambio, si usted va a Carrefour a comprar papa para hacer el ajiaco (plato típico bogotano compuesto de tres clases del tubérculo) nadie le indica cuáles y qué cantidades debe utilizar.

El comerciante se manifestó confiado en que los supermercados no podrán sacar del negocio a las plazas, pues la clientela urbana tiende a comprar de modo fragmentado. Adquieren frutas y legumbres en las plazas; pan, huevos y leche en la tienda de la esquina; y granos y productos de aseo en los supermercados.

El estudio elaborado por los profesores de la Universidad Nacional Iván Correa y Alvaro Viña, que sirve de base para una reforma que proyecta la alcaldía de Bogotá, indica que es necesario contemporizar las normas y facilitar la modernización de las plazas de mercado.

El negocio de estos centros comerciales se fortalecerá si recuperan su característica de punto de venta directa de productos del campo y no se constituyen en intermediarias de alimentos adquiridos en las centrales mayoristas que operan en las ciudades, indican los investigadores.

Ese proceso debe ir aparejado a estrictas normas de control de calidad y de seguridad en la infraestructura de las de plazas, muchas de cuyas construcciones han sido declaradas monumentos arquitectónicos, sin que esto haya implicado apropiación de recursos para su restauración y acondicionamiento.

”Si logramos mantener las plazas, en medio de la globalidad, le garantizamos a los mercados campesinos un espacio para actuar”, aseguró Osorio, quien heredó de sus padres el puesto de venta de huevos y pollos en la plaza de Pereira.

Heredar los puestos y la línea de productos que se comercializan es una tradición que persiste, precisó el gerente de Feboquir.

Por su parte, Rojas narró que en su época de estudiante no le gustaba que sus compañeros supieran que su padre tenía un puesto de lácteos en la plaza, pero con el tiempo se convirtió en líder de los comerciantes y ”hoy estoy convencido que este negocio preserva nuestra cultura”. (FIN/IPS/yf/dm/if dv/02

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