El agotamiento de los recursos naturales es la causa de la recurrente sequía y el hambre que ahora amenaza a 150.000 familias en Honduras.
Unas 150 mil familias de los 24 municipios más pobres de Honduras están al borde del hambre por la sequía que se prolonga desde enero, advirtieron el estatal Comité Permanente de Contingencias (Copeco), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Unión Europea.
Los municipios afectados corresponden a la franja menos desarrollada: del centro hacia el sur del territorio, caracterizada por la intensa deforestación y la sequedad de las cuencas de los ríos.
La demora de las lluvias hizo que la siembra de granos básicos se perdiera, y hoy el país tiene que importar casi 500 millones de dólares en productos agropecuarios y derivados, sostuvo el agricultor Marvin Ponce, del Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas.
El gobierno firmó convenios con el PMA y el UNICEF para distribuir raciones y desarrollar la modalidad de alimentos por trabajo en la zonas más afectadas, dijo a Tierramérica el ministro de Agricultura y Ganadería, Mariano Jiménez.
Se contempla así mismo financiar proyectos de riego para los pequeños productores, a fin de garantizar el abastecimiento de granos, así como el otorgamiento de un seguro agrícola que los proteja de la pérdida de cosechas por falta de lluvias o desastres naturales, agregó.
Pero esos préstamos —de un fondo aprobado este año para ejecutar proyectos de riego, reactivar la agricultura e impulsar el desarrollo rural sustentable- se han demorado, dijo Ponce.
Los fondos nunca salieron a tiempo y ahora es tarde, porque la primera cosecha se perdió, los bancos sólo ponen trabas a los campesinos, y con estos estímulos, ¿quién quiere sembrar?, se preguntó.
Imagínese cómo estamos que los organismos destinados a ayudar en emergencias, como el PMA, se han quedado (en Honduras) en forma permanente. Nos volvimos un país que pide donaciones para comer, dijo a Tierramérica el experto en agricultura y forestación Rigoberto Sandoval.
La asistencia alimentaria es en una necesidad del país, que no produce lo suficiente para alimentar a 6,7 millones de hondureños, agregó.
Un pequeño agricultor no puede sembrar porque los bancos prestan a intereses exorbitantes, y entonces no hay producción, agregó Sandoval.
Honduras no es la misma desde hace tres años. Quienes más lo recuerdan son los agricultores que llevan el mayor peso de la escasez de comida, no sólo por la sequía, sino por la recesión, la más grave en diez años.
Desde 2000, los meses de julio y agosto son fatídicos, pues el país advierte el grave efecto de la sequía.
Los hondureños aún sufren por el devastador paso del huracán Mitch en octubre de 1998, que provocó 14.000 muertos, dos millones de damnificados y un retroceso de 20 años en el desarrollo nacional.
El Mitch dejó al descubierto la fragilidad ambiental hondureña. Ahora cualquier lluvia intensa acaba en inundación, y si el clima más benigno del invierno se demora, se secan las cosechas, pero también las represas abastecedoras de agua potable.
Tegucigalpa vivió un severo racionamiento de agua en abril y mayo, pues las principales represas estaban agotando sus depósitos y sólo lograron recuperarse en junio, cuando cayeron las últimas lluvias.
La esperanza de un invierno húmedo y con temperaturas más bajas depende de muchos factores, inclusive de El Niño, la corriente cálida que recorre periódicamente el océano Pacífico de sur a norte, y que puede provocar graves alteraciones a su paso.
De hecho, la falta de lluvias obedece al calor propio de los meses de julio y agosto, pero también a la cercanía de El Niño, que se hará sentir hasta mediados del próximo año, según el Servicio Meteorológico Nacional.
Para el experto Sandoval, faltan políticas que den prioridad a problemas ambientales, especialmente en materia forestal, ya que el agotamiento de los recursos naturales es el factor central de sequías y pérdida de cosechas.
La deforestación se come 80.000 hectáreas de bosques por año debido al avance de la frontera agrícola, los incendios forestales, la tala ilegal y la escaso valor que se otorga a los recursos naturales, según estudios oficiales.
Por primera vez el gobierno trabaja en una política agraria efectiva y oportuna, porque hasta ahora sólo hubo paliativos ante la crisis del campo. Queremos dar el salto para evitar esa labor de bomberos que tiene el gobierno cada vez que se anuncia o presenta una sequía o hambruna, dijo el ministro Jiménez.
Las autoridades convocaron a mediados de agosto a las mesas agrícolas, ámbitos para identificar los ejes de una política sostenible para reactivar la agricultura y reducir la importación de maíz, arroz y frijoles para alimentar el país.
*Publicado originalmente el 31 de agosto en la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/tm/dcl/dv/en/02