CHINA-INDIA: Sombrío pronóstico de un pionero del ambientalismo

China e India cometen ”uno de los mayores crímenes de la historia” al permitir el ingreso a sus mercados de productos agrícolas occidentales subsidiados, afirmó un pionero del movimiento ambientalista británico.

”Esa apertura de mercados transformará en indigentes a unos 2.000 millones de habitantes del planeta”, y se debe a presiones de grandes firmas transnacionales, apoyadas en especial por Washington, dijo a IPS Edward Goldsmith, activista desde los años 60 y fundador de la revista The Ecologist.

”El acuerdo sobre agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC) especifica que el Tercer Mundo debe abrir sus fronteras a los alimentos producidos por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, pero eso significa sacar del negocio a los pequeños agricultores”, destacó Goldsmith.

”Sólo en India hay unos 500 millones de pequeños agricultores, y en China hay unos 900 millones. Será inevitable que la mayoría de ellos busquen refugio en barrios pobres urbanos, donde no tendrán tierras ni empleo, y contarán con escasa o nula asistencia gubernamental”, advirtió.

Funcionarios británicos consideran necesario impulsar ”reformas” en el sistema de subsidios a agricultores de los países industrializados, que les transfiere unos 350.000 millones de dólares anuales, pero no hablan del cese de los subsidios, comentó el activista.

”Gran Bretaña y los demás países de la UE consideran tomar como ejemplo el sistema estadounidense de subsidio, que obliga a los pequeños agricultores a vender a grandes firmas del comercio de granos, como la Corporación Cargill, a precios menores que sus costos de producción”, afirmó.

”Eso permitiría a los grandes mercaderes de granos arruinar la agricultura de los países del tercer mundo”, pronosticó Goldsmith.

En el sudoccidental estado estadounidense de California, 70 por ciento de la producción de alimentos se realiza en terrenos de grandes corporaciones.

En Gran Bretaña, el ingreso de los agricultores cayó 90 por ciento en los últimos 10 años, y ”el gobierno quiere deshacerse de los pequeños agricultores, para que las grandes corporaciones se apoderen por completo del negocio”, aseguró.

El gobierno encabezado por el primer ministro Tony Blair alega incluso que la producción agrícola británica es demasiado costosa, y que sería más conveniente importar todos los alimentos, pero ”eso es suicidio” según Goldsmith.

”El cambio climático en curso seca las regiones productoras de maíz de Estados Unidos y Australia. En Gran Bretaña nos quedan menos de seis millones de hectáreas de terrenos arables y una superficie similar de pasturas, para alimentar a casi 60 millones de personas, explicó.

La última investigación británica sobre uso de tierras, realizada en 1977, indicó tendencias que conducirían al cese de la producción agrícola en 2157, debido a un proceso de sustitución por otras actitividades que se ha acelerado desde entonces.

”Blair quiere nuevos aeropuertos, una red de supercarreteras, más plantas nucleares e incineradores, y cuatro millones de nuevas viviendas. Eso significa devorar gran parte de la tierra dedicada a la agricultura que nos queda”, apuntó Goldsmith.

Las discusiones en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, que comenzó el lunes en la nororiental ciudad sudafricana de Johannesburgo y terminará el 4 de septiembre, ”no tendrán sentido si no reconsideramos por completo las actuales políticas”, enfatizó.

En la actualidad, son las transnacionales las que toman las decisiones, y ”no podemos resolver ninguno de nuestros reales problemas. Esas corporaciones se apoderan de cualquier institución creada para controlarlas”, aseguró el ambientalista.

”Eso debe hacernos pensar si la humanidad puede sobrevivir en a la globalización económica, que por su propia naturaleza debe ser controlada por transnacionales. Un requisito indispensable de nuestra supervivencia es volver a un sistema de empresas mucho más pequeñas, que abastezcan a mercados locales”, alegó.

Goldsmith no cree que los países industrializados estén dispuestos a controlar con eficacia el consumo de sus habitantes que en Estados Unidos equivales a cerca de 75 por ciento del producto interno bruto (PIB).

Uno de los recursos empleados en las últimas décadas por los gobiernos estadounidenses para impulsar la expansión económica fue convencer a personas que ahorraban cerca de nueve por ciento de sus ingresos de que los gastaran por completo en bienes de consumo, señaló.

Eso ha convertido a Estados Unidos en un país que depende totalmente de la inversión extranjera, que incluye capitales fugados de países en desarrollo a los cuales el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la OMC condujeron a la bancarrota, subrayó Goldsmith.

”La fuga de capitales desde el mundo en desarrollo suma más de cinco veces el dinero que los países del tercer mundo reciben como asistencia al desarrollo”, explicó.

La economía estadounidense necesita inversiones extranjeras de 2.000 millones de dólares diarios para cubrir el actual déficit de su cuenta corriente (saldo de las transacciones de un país con el resto del mundo, incluyendo inversiones y comercio de bienes y servicios), apuntó.

”En el corto plazo, los PIB de Estados Unidos y Gran Bretaña disminuirían si los habitantes de esos países ahorraran más, y me pregunto si Washington y Londres están dispuestos a aceptar eso”, arguyó el activista.

Washington mantiene en Johannesburgo su oposición a todas las grandes iniciativas para ayudar a países pobres, indicó.

Esa propuestas incluyen reducir a la mitad el número de personas sin acceso a agua potable, reformar el Banco Mundial, el FMI y la OMC, disminuir la volatilidad del flujo internacional de capital, estabilizar precios de productos básicos y dar más participación a los países en desarrollo en las decisiones económicas internacionales, enumeró.

La oposición estadounidense ”se debe simplemente a que esas medidas esenciales no convienen a la transnacionales con base en Estados Unidos”, entre las cuales las petroleras son las más poderosas, aseveró Goldsmith.

”El único punto en la agenda de Washington es lograr el máximo beneficio posible para esas corporaciones”, aseguró.

El primer paso contra el cambio climático es sustituir el uso de petróleo y otros combustibles fósiles, pero eso es imposible en Estados Unidos, donde la industria petrolera ni siquiera tiene que presionar al gobierno, porque es el gobierno, comentó.

Las potencias industrializadas llaman desarrollo a transformar el tercer mundo en un mayor mercado para productos occidentales, y acentuar su papel de proveedor de materias primas y mano de obra barata, afirmó.

”Es sólo un nuevo colonialismo económico, muchísimo más eficaz y menos visible que el antiguo, pero con los mismos objetivos. 'Desarrollo sustentable' es un eufemismo para hablar de crecimiento de las corporaciones”, opinó.

Del mismo modo, la asistencia al desarrollo ”es ante todo un subsidio a exportaciones occidentales. Washington anuncia 4.000 millones de dólares de asistencia al desarrollo, y en especial para salud, pero no dice que la privatización mundial de los servicios de salud los convertirá pronto en una de las mayores industrias estadounideses”, advirtió.

”Tampoco dice que las actividades de asistencia al desarrollo no son controladas por los pobres, sino por las grandes corporaciones”, añadió.

”La cumbre de Johannesburgo no tiene nada que ver con la preservación ambiental, sino que buscará el mejor modo de que las transnacionales destruyan el ambiente, en nombre del desarrollo sustentable”, concluyó. (FIN/IPS/tra-eng/ss/raj/mp/if dv/02

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