La capital de China es una ciudad invadida por norcoreanos desesperados que buscan asilo en alguna parte del mundo, y para impedirlo, la policía cerca embajadas con alambre de púas, cierra calles y verifica la identidad de los transeúntes.
Pocos residentes de Beijing saben por qué el centro de la ciudad se ha transformado en una zona militar.
Pensé que la guerra con Afganistán ya había terminado. ¿Por qué siguen bloqueando todas las calles y no dejan que nadie se acerque al área de la embajada?, preguntó una mujer de mediana edad que debió desviarse con su bicicleta para evitar todas las áreas restringidas.
¿Acaso temen un atentado de los terroristas uigures?, preguntó Luo Ping, otro ciclista, en referencia a la minoría musulmana de la noroccidental provincia de Xinjiang.
Algunos residentes saben que China y Japón están enfrentados por el destino de cinco solicitantes de asilo norcoreanos que fueron arrestados por policías chinos dentro del consulado de Japón en la nororiental ciudad china de Shenyang, la semana pasada.
Aunque la prensa oficial china mencionó el incidente, no hizo referencia al creciente problema que China enfrenta con los refugiados norcoreanos, ni a las razones que llevan a decenas de miles de personas a huir de Corea del Norte y cruzar la frontera.
El incidente de Shenyang fue apenas uno de los intentos cotidianos de norcoreanos ocultos en China por ingresar en misiones diplomáticas extranjeras para que Beijing no los devuelva a su país de origen.
El pasado fin de semana, dos norcoreanos lograron entrar en la embajada de Canadá en Beijing.
En abril, un norcoreano consiguió asilo en la embajada de Alemania luego de trepar un muro de dos metro de alto, mientras otros dos ingresaron en la misión de Estados Unidos. Los tres fueron luego enviados a Corea del Sur.
Y en marzo, un grupo de 25 norcoreanos logró entrar en la embajada de España en Beijing. También fueron enviados a Corea del Sur a través de Filipinas.
La ola de refugiados norcoreanos ha sido muy publicitada en medios de prensa extranjeros, porque ofrece una de las pocas visiones disponibles sobre la sociedad norcoreana, carente de alimentos, medicinas y libertades básicas.
Se cree que entre 250.000 y 300.000 norcoreanos viven en forma clandestina en las provincias del norte de China, fronterizas con Corea del Norte.
El hecho de que esas personas vean al empobrecido norte chino como una tierra de oportunidades revela la miseria de su existencia en su país natal.
Sin embargo, los medios de prensa chinos no hacen mención de esa situación, por lo que el público en general ignora las dimensiones de la tragedia humana al otro lado de la frontera.
Organizaciones humanitarias estimaron que la hambruna ya causó la muerte de dos millones de norcoreanos desde mediados de los años 90.
La prensa oficial china destaca regularmente las buenas relaciones entre Beijing y Pyongyang, los aliados comunistas que pelearon juntos contra el imperialismo estadounidense en la guerra de Corea (1950-1953).
Por ejemplo, la agencia de noticias Xinhua anunció este mes que el dirigente del gobernante Partido Comunista Jia Qinglin realizaría una visita amistosa a Corea del Norte.
Pese a la pompa y la hospitalidad exhibida en esas visitas, Beijing está cada vez más presionado para elegir entre sus tradicionales relaciones con Pyongyang y la creciente opinión internacional a favor de los refugiados de Corea del Norte.
China rechaza las infiltraciones transfronterizas y tiene un tratado con Pyongyang que la obliga a devolverle todos los solicitantes de asilo.
Pero la deportación de personas que sólo buscan alimentos y libertad es inhumana y atenta contra el espíritu del derecho internacional, señalaron activistas de los derechos humanos.
Tras el incidente de la semana pasada, Japón acusó a China de violar normas internacionales al entrar al consulado de Shenyang sin consentimiento y arrastrar a cinco norcoreanos hacia fuera del edificio.
La cancillería china rechazó el martes la solicitud de Tokio de entregarle a esos solicitantes de asilo y presentar una disculpa por la intrusión y las detenciones.
Según diplomáticos japoneses, Beijing exhortó a Tokio a corregir su actitud de dar publicidad al incidente mediante la exhibición internacional del vídeo.
La fricción amenaza con desestabilizar las frágiles relaciones entre China y Tokio, además de complicar las relaciones de Corea del Norte con ambos gobiernos.
En casos como éste, los medios deberían jugar un papel estabilizador en lugar de hacer más lío, declaró Zhao Qizheng, ministro de la Oficina de Información del Consejo Estatal, en un seminario chino-japonés sobre medios de comunicación realizado esta semana.
Al parecer, el silencio sobre la tragedia de los cientos de miles de norcoreanos escondidos en China y sus compatriotas es un factor estabilizador de las relaciones entre Beijing y Pyongyang. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/pr-hd/02