COLOMBIA: Uribe busca la presidencia en la primera vuelta

El candidato derechista Alvaro Uribe puede lograr la presidencia de Colombia en la primera vuelta electoral del próximo domingo, con sólo aumentar un punto la intención de votos que le anuncian las últimas encuestas.

Uribe, de Primero Colombia, tiene la adhesión de más de 49 por ciento de las personas consultadas por la firma Napoleón Franco, contratada por el diario El Tiempo y radio Caracol, y lleva 26 puntos de ventaja a su inmediato seguidor, el liberal Horacio Serpa.

Esa amplia distancia de Serpa le da a Uribe una gran confianza para ganar el gobierno sin necesidad de competir el 16 de junio en una segunda ronda presidencial, como debieron hacerlo sus antecesores desde 1994, cuando se instituyó esta modalidad electoral.

En la consulta de esta semana de Napoleón Franco aparece detrás de Uribe y de Serpa, del Partido Liberal, el candidato del izquierdista Polo Democrático, Luis Garzón, con 7,8 por ciento, y Noemí Sanín, nacida a la política en el Partido Conservador y hoy líder de una alianza pluripartidista, con seis por ciento.

Por su parte, una encuesta realizada la semana pasada por Invamer-Gallup y el Centro Nacional de Consultoría, contratados por 11 medios de comunicación, ubicaba a Uribe con 48 por ciento de intención de votos, a Serpa con 31 por ciento, Sanín con nueve por ciento y a Garzón con seis por ciento.

Uribe, un disidente del tradicional Partido Liberal (PL), nació hace 49 años en la noroccidental ciudad de Medellín, capital del departamento de Antioquia, en el seno de una familia de hacendados.

El posible sucesor del presidente Andrés Pastrana es casado y padre de dos hijos, aficionado a los caballos, propietario de una extensa hacienda ganadera y diplomado con honores en derecho y ciencias políticas de la estatal Universidad de Antioquia.

En 1983 su padre, Alberto Uribe, fue asesinado por las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un hecho que alimenta su férrea negativa a buscar una salida negociada del conflicto armado interno, según expertos.

Uribe ingresó a la administración pública a los 24 años como jefe de Bienes de las Empresas Públicas de Medellín, la segunda ciudad del país, luego fue secretario del Ministerio del Trabajo, director de Aeronáutica Civil, en 1984 fue elegido concejal, más tarde alcalde de Medellín y ocupó un escaño en el Senado de 1986 a 1994.

Accedió en 1995 a la gobernación de Antioquia, donde realizó una gestión calificada de eficiente por los observadores, y tras cumplir ese mandato se radica en Gran Bretaña para dirigir la cátedra sobre América Latina en la universidad de Oxford.

Entre las principales propuestas de Uribe se cuenta luchar contra la corrupción, reformar el sistema educativo en los tres niveles y, para bajar el gasto público, reducir 40 por ciento de los escaños del Congreso legislativo y cerrar varias embajadas y consulados.

También ofrece proteger la agricultura y fortalecer las exportaciones y la pequeña y mediana industria y reactivar la construcción, como política de choque para frenar el desempleo que hoy alcanza a 20 por ciento de la población económicamente activa.

La periodista a Patricia Lara, del diario El Tiempo, describe a Uribe como una persona ”sin sentido del humor, mal bailarín, pero amante de la poesía y el vallenato (música popular colombiana), hiperactivo, constante y con alma de empresario”.

Lara asegura que Uribe no fue salpicado por las acusaciones que pesan sobre Ernesto Samper de haber recibido dinero del narcotráfico para la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de 1994 a 1998, pese a que ambos fundaron y lideraban en esa oportunidad el movimiento Poder Popular.

Sin embargo, Uribe sí carga con la conformación durante su gestión en Antioquia de los grupos armados antiguerrilleros Convivir (Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural), ligados al ejército, que derivaron después en las derechistas Autodefensas Unidas de Colombia.

Por esa razón, sus opositores lo llaman el ”candidato de los paramilitares”.

Uribe comenzó a trepar en las encuestas al reafirmar su propuesta de ”mano dura” contra la guerrilla, luego de la ruptura de las negociaciones de paz entre el gobierno y las FARC en febrero, cuando también logró la adhesión del gobernante Partido Conservador, que decidió no lanzar candidato propio.

Acompañado en la fórmula presidencial por Francisco Santos, un liberal y miembro de la familia propietaria del diario El Tiempo, Uribe propone conformar un ejército de un millón de informantes de las fuerzas de seguridad y armar a civiles para terminar con las guerrillas izquierdistas.

Los observadores entienden que esa posición ”guerrerista” sólo contribuiría a profundizar la violencia y a aumentar las violaciones de los derechos humanos que han puesto al país en la mira de los organismos internacionales.

El analista político Ramón Jimeno opinó ”que a Colombia le haría un gran daño un gobierno de Uribe, porque militarizaría a la sociedad, prolongaría el actual modelo económico y sería elegido con apoyo paramilitar”.

”Votar por Uribe es apoyar las elites que reaccionan contra la profundización de la democracia e impulsar minorías armadas que viven de la guerra y que, estimuladas por el narcotráfico, se niegan a asumir un proyecto de nación”.

Mientras, el candidato presidencial que intenta forzar una segunda vuelta para acortar la distancia con Uribe, según la intención de votos, es el liberal Serpa, líder de la principal fuerza parlamentaria, pese a que perdió parte de su caudal de adhesiones en las elecciones legislativas de marzo.

Serpa, de 59 años, es oriundo de la ciudad de Bucaramanga, en el centrooriental departamento de Santander, donde su padre fue alcalde de varios municipios y su madre maestra de escuela. Es casado y padre de tres hijos.

Cursó sus estudios de leyes en la universidad estatal mientras trabajaba en distintos oficios, entre otros el de vigilante de una cadena de almacenes, e inició su carrera de gobernante en 1969 como alcalde de la nororiental ciudad de Barrancabermeja, para luego ocupar un lugar en el Senado por 17 años.

Político de estilo tradicional, aunque con un discurso izquierdista, Serpa ha conducido su carrera con la premisa de que ”en política nunca debe aceptarse la enemistad sino la contradicción, ya que el contradictor de hoy puede ser el aliado de mañana”.

Un ejemplo de ello es que eligió como compañero de fórmula a José Gregorio Hernández, del gobernante Partido Conservador, en un intento por acercar el electorado disperso de esa colectividad, tradicional adversario de su Partido Liberal.

Los expertos destacan que resucitó el lenguaje de Jorge Eliecer Gaitán, el líder liberal asesinado el 9 de abril de 1948, y su fuerza electoral se concentra en el norte y el oriente colombiano.

En 1988 fue procurador general de la nación en reemplazo de Carlos Mauro Hoyos, muerto a manos del narcotráfico, y en 1990 fue ministro de Gobierno de Samper, al cual debió defender de las acusaciones de aportes de dinero del narcotráfico para su campaña electoral.

Serpa ocupó en 1991 la copresidencia de la Asamblea Nacional Constituyente y lanzó su primera candidatura a la presidencia en 1997, cuando fue derrotado por poco margen por Pastrana.

Defiende un liberalismo ”con sentido social” y se presenta como abanderado de los pobres, pero sus adversarios lo señalan como populista y lo responsabilizan de ser uno de los políticos que llevó a Colombia a una de sus peores crisis institucional.

Su principal oferta electoral es impulsar la creación de 600.000 empleos en los próximos cuatro años a través del incremento de la inversión pública en infraestructura y vivienda de interés social.

También plantea recuperar el sector rural con subsidios directos, la prohibición de importar alimentos que compitan con los locales y garantizar los precios a 22 productos básicos, además de señalar que el combate contra la pobreza es fundamental para quitarle sustento social a la guerrilla.

Luis Valencia, de la estatal Universidad Nacional, dijo a IPS que uno de los puntos fuertes de Serpa esta vez es su propuesta de revisar el sistema de créditos para viviendas, la reforma de la Ley de Servicios Públicos y la contención de las tarifas estatales por debajo del salario mínimo.

El experto entiende, por otra parte, que Serpa ha manejado un doble discurso respecto del conflicto interno armado, ya que promete reforzar las fuerzas de seguridad a la par de que deja abierta la puerta para negociar la paz con la guerrilla. (FIN/IPS/yf/dm/ip/02

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