América Latina y el Caribe exigirán en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible que se celebrará en agosto y septiembre en Johannesburgo, Sudáfrica, que los países ricos cumplan los compromisos firmados hace 10 años en Río de Janeiro, anunció el gobierno de Brasil.
El mundo industrializado redujo su ayuda al desarrollo a países pobres de 0,4 a 0,2 por ciento de su producto interno bruto, sostuvo el ministro de Medio Ambiente de Brasil, José Carlos de Carvalho.
Los países ricos se habían comprometido en 1992, en la Conferencia Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) celebrada en Río de Janeiro, a elevar ese aporte a 0,7 por ciento de su producto, indicó el ministro brasileño
Carvalho inauguró este miércoles en Sao Paulo la séptima reunión del Comité Intersectorial del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que se prolongará hasta este viernes.
La conferencia tiene el objetivo de concertar y fortalecer las posiciones que la región defenderá en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, también denominada Río + 10, que se realizará en Johannesburgo del 26 de agosto al 4 de septiembre.
Las cuestiones ambientales deben ser discutidas en el ámbito de las relaciones Norte-Sur y deben involucrar la reducción de la pobreza, la transferencia de tecnología y cambios en la economía internacional, sostuvo el ministro brasileño.
El aumento de los subsidios agrícolas, recién promulgado por el gobierno de Estados Unidos, causará graves daños ambientales en el mundo, pues deprimirá los precios y obligará a los países en desarrollo a dedicarse a modalidades de producción menos sustentables, ejemplificó.
La economía brasileña, en particular, podrá perder 2.000 millones de dólares en exportaciones, mientras el aporte del Grupo de los Siete países más ricos del mundo (G-7) al programa piloto de protección de los bosques tropicales de Brasil se limita a 250 millones de dólares, comparó Carvalho.
A los avances conceptuales de la Cumbre de la Tierra de 1992 se deberá sumar en Johannesburgo mecanismos prácticos para hacer efectivos los acuerdos y convenciones, que fijen metas, plazos y formas de financiamiento con fuentes y destino establecidos, sostuvo el ministro.
La reunión de Sao Paulo tendrá como puntos centrales la aprobación de la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible, que será elevada a la Cumbre de Johannesburgo, y de un Plan de Acción Regional para el bienio 2002- 2003.
La Iniciativa se justifica por la necesidad de otorgar sentido práctico a la Cumbre de Johannesburgo, luego de 10 años en que los avances se concentraron casi solamente en la toma de conciencia y la entrada en vigor de normas jurídicas nacionales e internacionales, señala el proyecto en discusión.
Los objetivos de la Iniciativa son superar los obstáculos a la ejecución del Programa 21 aprobado en 1992, en especial las incertidumbres financieras, promover la participación del sector privado y de la sociedad civil e impulsar modelos de desarrollo sustentable.
La iniciativa apunta a fortalecer conquistas de la Cumbre de la Tierra de 1992, como el aporte de 0,7 por ciento del producto interno bruto de países ricos a la asistencia oficial para el desarrollo, el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, participación de actores no gubernamentales y atención especial a los pequeños países del Caribe.
Las acciones deben promover el crecimiento económico, combatir la pobreza, la desigualdad social y los patrones de consumo insostenibles y fortalecer instrumentos fiscales y la transferencia de tecnologías que favorezcan la sustentabilidad.
Pero la reunión del Foro comenzó bajo el impacto de declaraciones realizadas el martes por el subsecretario de Estado para Asuntos Ambientales y Científicos Internacionales de Estados Unidos, John Turner, en un seminario realizado también en Sao Paulo.
El Protocolo de Kyoto, que establece metas para la reducción de las emisiones de gases invernadero a los que la mayoría de los científicos atribuye el recalentamiento planetario, no está basado en buena ciencia, afirmó Turner, para explicar el rechazo de Estados Unidos a ese convenio internacional.
La posición de Estados Unidos es la principal fuente de pronósticos pesimistas hacia la Cumbre de Johannesburgo.
El gobierno de George W. Bush, que se niega a ratificar el tratado, no acepta el principio de las responsabilidades diferenciadas, aunque Estados Unidos sea el mayor emisor de gases invernadero, con cerca de un cuarto del total mundial.
De acuerdo con ese principio, le correspondería a Estados Unidos la mayor reducción de la liberación de gases invernadero en la atmósfera, y países como Brasil, China, India y México quedan exentos de cumplir metas, una distribución injusta de deberes, según Washington.
Brasil fue el principal defensor del principio de responsabilidades diferenciadas, con el argumento de que los países industrializados responden por una parte inmensamente mayoritaria del recalentamiento del planeta, por sus emisiones actuales y pasadas.
Esto se debe a que los gases invernadero pasan muchas décadas, a veces más de un siglo, para abandonar la atmósfera.
Pero la preocupación mayor de los latinoamericanos y caribeños, según Carvalho, es reducir el abismo entre el Norte y el Sur para alentar el desarrollo sustentable mundial, lo que exige acuerdos económicos, políticos y ambientales que contemplen las responsabilidades desiguales. (FIN/IPS/mo/mj/en dv/02