/BOLETIN-DD HH/ PAKISTAN: Asesinato de periodista daña credibilidad gubernamental

La decapitación en Pakistán del periodista estadounidense Daniel Pearl, perpetrada por terroristas, dañó la credibilidad del compromiso contra el extremismo religioso que formuló el 12 de enero el gobernante militar Pervez Musharraf.

El asesinato de periodistas ha sido frecuente en Pakistán, donde 37 murieron en 2001 mientras hacían su trabajo. Pero la ejecución de Pearl, brutal y filmada en un vídeo divulgado hace dos semanas, se conoció cuando Musharraf intentaba convencer a la comunidad internacional de que las cosas habían cambiado.

Durante 20 años, Islamabad fue acusado de apoyar a extremistas que buscan justificarse mediante la reivindicación del Islam, pero en las últimas semanas había procurado presentarse como un ejemplo de gobierno musulmán moderno y moderado.

El asesinato de Pearl, jefe de redacción para Asia Meridional del diario estadounidense especializado en economía Wall Street Journal, y un no combatiente que se limitaba a cumplir con su deber profesional, es una mancha en la reputación de los pakistaníes y de todos los musulmanes.

Las consecuencias previsibles incluirán un aumento de la presión internacional para que Musharraf cumpla sus promesas del 12 de enero, y dañarán en especial la imagen de las poderosas fuerzas de seguridad del país, que en este caso mostraron su tendencia a realizar afirmaciones sin fundamento.

Las autoridades dijeron primero que los secuestradores no tenían motivaciones políticas, luego que estaban «vinculados con India», sin aportar pruebas de ello, y por último que el secuestro era «una esperada consecuencia de la ofensiva gubernamental contra el terrorismo y el extremismo».

A mediados de febrero, mientras Musharraf realizaba una visita oficial a Washington, el gobierno sostuvo que había capturado al presunto autor intelectual del secuestro, Sheikh Omar, quien se había entregado a las fuerzas de seguridad una semana antes.

En varias ocasiones se afirmó que los secuestradores serían capturados antes de fechas que pasaron sin que eso ocurriera, y se aseguró que Pearl no corría peligro.

Islamabad sostuvo además haber descubierto que Sheikh Omar y el maulana (líder religioso) Masood Azhar, dirgentes fundamentalistas islámicos liberados por India en diciembre de 1999, a cambio de pasajeros de un avión indio secuestrado, eran en realidad agentes de Nueva Delhi.

Ese presunto descubrimiento habría tenido mayor credibilidad si se hubiera producido cuando el avión indio fue secuestrado y desviado a la sudoccidental ciudad afgana de Kandahar, no 26 meses después.

Los dos liberados por India vivían en Pakistán, donde Masood Azhar fundó la organización Jaish-e-Muhammed (Ejército de Mahoma) Army of Mohammad), con el propósito declarado de «luchar por liberar a Cachemira de la ocupación india», que fue ilegalizada por Musharraf el 12 de enero.

El presidente estadounidense George W. Bush afirmó el 29 de enero ante el Congreso de su país que Jaish-e-Muhammed era «uno de los cuatro grupos terroristas más peligrosos del mundo».

Las otras tres organizaciones mencionadas por Bush fueron las palestinas Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica) y Jihad (Guerra Santa) Islámica, y el libanés Hizbolá (Partido de Dios), legal y con representación parlamentaria en Líbano.

El asesinato de Pearl brindó a los detractores de Islamabad una excelente oportunidad para fortalecer sus acusaciones contra los pakistaníes y los musulmanes en general.

Tras los atentados de septiembre en Nueva York y Washington, India ha tratado de convencer a la comunidad internacional de que Pakistán es «parte del problema del terrorismo», y presentar la disputa de ambos países por el territorio de Cachemira como un conflicto impulsado por terroristas con apoyo de Islamabad.

Tras el ataque del 13 de diciembre contra el parlamento federal indio, atribuido por Nueva Delhi a grupos con bases en territorio pakistaní, Estados Unidos y otros países occidentales han presionado a Islamabad para que demuestre voluntad de no proteger a terroristas internacionales.

Sin embargo, esas naciones no han expresado mayor preocupación por el masivo despliegue de tropas indias en la frontera con Pakistán.

Las elecciones en cuatro estados de India mostraron el mes pasado el rechazo popular a la retórica antipakistaní y antimusulmana, ya que fueron derrotados todos los candidatos del gobernante Partido Bharatiya Janata, nacionalista hindú, aun en el septentrional estado de Uttar Pradesh, corazón de la comunidad hindú.

El diario estadounidense The New York Times había publicado el miércoles un informe sobre la reestructura de los servicios de inteligencia pakistaníes, en el cual consideró «una señal de los cambios en curso que comiencen a desmantelarse dos grandes unidades en estrecha relación con grupos militantes islámicos de Afganistán y Cachemira».

Entre los grupos que combaten en la parte de Cachemira controlada por India hay «organizaciones consideradas terroristas por Estados Unidos», destacó.

En este contexto, es preciso que el asesinato de Pearl, contrario a los intereses de Pakistán y de todos los musulmanes, sea condenado con la mayor firmeza como un acto contrario a la tolerancia y la compasión promovidas por el Islam. (FIN/IPS/tra- eng/mh/js/mp/ip/02

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