El fenómeno El Niño, que provoca cambios meteorológicos en varias regiones del mundo al calentar las aguas del océano Pacífico, volverá a manifestarse entre abril y junio, confirmó el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales de Brasil (INPE).
Pero las tempestades, inundaciones y sequías, con pérdida de vidas y de cosechas, no tendrán la magnitud alcanzada en 1997 y 1998, porque la intensidad del fenómeno será «de débil a moderada», puntualizó Carlos Nobre, jefe del Centro de Previsión de Tiempo y Estudios Climáticos del INPE.
El anuncio de la cercanía de El Niño, una masa de agua cálida que se presenta en el Pacífico ecuatorial y llega hasta las costas de América del Sur, fue comunicado el viernes por el servicio de meteorología de Estados Unidos.
La medición de temperatura y salinidad que realizan los servicios estadounidenses a lo largo de la linea ecuatorial en el Pacífico, a profunidades hasta 500 metros, permiten afirmar que «está en gestación un nuevo El Niño», aunque no hay señales por ahora en la superficie, explicó Nobre.
Esos datos, recogidos por satélites y analizados según modelos matemáticos, permiten calcular que el fenómeno se manifestará dentro de algunos meses, «probablemente entre mayo y junio», pero también, creer que no tendrá el efecto altamente destructivo de su presencia en 1997 y 1998, agregó.
El calentamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial suele repetirse con intervalos irregulares de dos a siete años. Rl último episodio fue el más intenso entre los que han sido registrados.
La temperatura promedio de las aguas atrapadas en la corriente superó en cinco grados el nivel normal de 23 grados durante más de un año.
Los efectos fueron brutales. Hubo sequías desde el nordeste y el norte de Brasil hasta Australia, y en América Central y parte de Estados Unidos, en el sureste de Africa y en Indonesia.
Mientras, caían lluvias torrenciales en otras regiones de Asia y América del Sur y Central y en Europa, mientras aumentaban las tempestades.
El Niño causó la muerte de miles de personas y el desalojo de millones, graves daños a la agricultura y el incremento de los incendios en la Amazonia. La destrucción también habían sido de gran magnitud en 1982 y 1983, otros dos años de fuerte manifestación del fenómeno.
El «impacto global provocado por la energía liberada en la atmósfera» no será esta vez tan fuerte. Pero «nada impide que algunas áreas sean duramente afectadas», advirtió Nobre. El impacto puede ser grande en determinados puntos, aunque la suma mundial sea inferior a la de 1997 y 1998, aclaró.
Tampoco se puede prever su duración. Los datos indican que tendrá la intensidad máxima entre agosto y octubre, para declinar luego. Pero puede mantenerse en 2003, una perspectiva que, por ejemplo, se traduciría en sequías en el norte y nordeste de Brasil.
En el segundo semestre de este año aumentarán las lluvias en la mayor parte de Brasil, especialmente en el sur, y también en otros países del Cono Sur, predijo Nobre.
Las medidas de prevención son entonces imprescindibles. En Brasil, los fenómenos meteorológicos extremos suelen afectar especialmente a la población más pobre, que habita la región semiárida del nordeste. Doce millones de personas se dedican en esa zona a la agricultura de susbsitencia.
La emigración masiva hacia el sureste, entonces en proceso de industrialización, o hacia el norte amazónico, fue en el pasado el recurso de grandes masas de población castigadas por prolongadas sequías.
Pero esas dos regiones ya no generan nuevos empleos para absorber a los migrantes.
Ochenta por ciento de las manifestaciones de El Niño de magnitud mediana o intensa provocaron sequías y el consecuente agravamiento de la miseria en el nordeste brasileño, observó Nobre.
Pero no todos los meteorólogos brasileños creen inminente la reaparición de El Niño. Las informaciones sobre la gestación del fenómeno se repiten desde el comienzo del año pasado, y su aparición había sido anunciada para el segundo semestre de 2001 y luego, para principios de 2002.
La temperatura del Pacífico solo aumentó un grado en los últimos meses, lo que es normal, señaló Vilson Ferreira, del Sistema Meteorológico de Paraná, un estado agrícola del sur de Brasil.
El Niño tuvo intensidad y duración variadas desde que empezó a ser estudiado hace un siglo. En 1991 se produjo un calentamiento moderado de las aguas ecuatoriales del Pacífico, que se prolongó hasta 1995.
Algunos investigadores creen asistir al gradual agravamiento del fenómeno de El Niño, en forma paralela al cambio climático causado por el «efecto invernadero».
El cambio climático determinado por el incremento de la temperatura de la atmósfera terrestre, es consecuencia de la emisión creciente de gases, principalmente el dióxido de carbono. (FIN/IPS/mo/ff/en/02