Arqueólogos de México hallaron en la capital y en los estados de Chiapas y Durango nuevas canchas prehispánicas en las que se practicaba un juego de pelota cuyo significado aún se discute.
Mientras, una federación deportiva rescata esa práctica y se propone hacer un encuentro nacional de jugadores.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia informó este mes que se hallaron nuevos restos de campos de juego junto a elementos que vinculan esa práctica con sacrificios humanos y ceremonias para homenajear a las diosas de la fertilidad.
En el noroccidental estado de Durango, los arqueólogos detectaron restos de una cancha, igual en el sudoriental de Chiapas, donde los trazos fueron hallados cerca de la plaza central de la ciudad, bajo edificaciones urbanas en proceso de remodelación.
Más de 1.000 canchas prehispánicas para el juego de pelota han sido halladas en México, lo que demuestra que fue una práctica extendida en las culturas maya y azteca.
Según indican las evidencias, el juego fue popular antes de la llegada de los españoles a América en todas las culturas ubicadas entre el territorio de Honduras y el sur de Estados Unidos, donde se hallaron más de 1.500 canchas para ese deporte.
Hoy, el juego de pelota se sigue practicando en México, impulsado por la Federación de Deportes Autónomos y Tradicionales, aunque su significado cultural ha variado.
«Vamos a organizar un encuentro nacional de juego de pelota en fecha próxima, este mismo año, pues tenemos interés en darle proyección a esta manifestación», dijo a IPS Alida Zurita, presidenta de la Federación.
El viejo juego es practicado hace décadas por campesinos del septentrional estado de Sinaloa y en los últimos años se han sumado equipos de las ciudades.
El significado exacto que tuvo el juego en la era prehisánica aún es materia de controversia. Para unos está relacionado con la fertilidad, las guerras y la búsqueda de equilibro entre opuestos.
Para otros, se trata de un deporte lúdico donde la población perdía su condición de noble o plebeyo y daba rienda suelta a la diversión y a las apuestas.
Las canchas descubiertas son espacios en forma de I o T, con dos paredes laterales en las que se colocaban una especie de anillos o aros por donde debía pasar una pelota de hule.
Los jugadores, que usualmente eran cinco por cada equipo, movían la pelota con codos, rodillas y caderas, las cuales eran cubiertas con protectores.
Melesio Piña, portavoz de la Federación Mexicana de Atletismo e impulsor de programas de rescate del juego de pelota, opinó que no se trata de un mero deporte, pues tuvo elementos sagrados.
Los estudio indican que la gente colmaba las canchas, del mismo modo que en caso de treguas o festividades religiosas. Las instalaciones eran preparadas con gran cuidado y anticipación, principalmente en las ciudades sagradas.
La cancha principal siempre se encontraba en el centro político de la ciudad, y las menores en los barrios populosos o cerca de los mercados.
Los jugadores, que se vestían con taparrabo y cinturón de cuero de venado, además de los protectores, eran considerados guerreros y los que ganaban el juego eran sacrificados.
«Lo impresionante del deporte prehispánico era su significado filosófico. Los mayas por ejemplo, representaban en el juego al bien y el mal, o el ulama, es decir, el día y la noche. El juego fue concebido como solaz y esparcimiento de los dioses», relató Piña.
«En Mesoamérica, el triunfador era el afortunado, pues creía que sería enviado como mensajero a los dioses por su pueblo o bien que el dios descendería a recoger al héroe sacrificado», apuntó. (FIN/IPS/dc/mj/cr/01