/Perspectivas 2002/ POBLACION-MEXICO: Se enfría el sueño americano

La recesión económica y férreos controles migratorios frenaron este año el ingreso de mexicanos indocumentados en Estados Unidos y el caso podría repetirse en 2002.

La tendencia fue apuntalada por los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, que determinaron al gobierno estadounidense de George W. Bush a endurecer la vigilancia de su frontera sur, una línea de 3.200 kilómetros que es atravesada cada año 300 millones de veces, por viajeros de ida y vuelta.

El ingreso de personas indocumentadas en Estados Unidos cayó 25 por ciento este año. Igual merma se registra en las detenciones y deportaciones realizadas por las autoridades de ese país entre octubre de 2000 y septiembre de este año, respecto del mismo lapso anterior.

Datos anteriores a los atentados del 11 de septiembre indicaban que alrededor de un millón de emigrantes indocumentados intentan ingresar cada año a Estados Unidos, la mayoría de ellos procedentes de México.

«Hubo un cambio en el patrón y se espera que la actual tendencia siga el año siguiente», dijo Raúl Delgado, investigador de asuntos de desarrollo en la Universidad Nacional Autónoma de Zacatecas, uno de los estados centrales del país con mayores tasas de emigración a Estados Unidos.

La emigración cedió ante los controles, indicó Washington, que en la última década elevó el número de agentes en su frontera con México hasta llegar a los 8.000, 16 veces más de los que tiene desplegados en el límite con Canadá.

Además, el gobierno de Bush ordenó levantar muros, instaló cámaras de vídeo y luces especiales en zonas de tránsito, y colocó sensores de suelo para rastrear movimientos.

Autoridades mexicanas entienden que el descenso de la emigración se debe a la recesión en el país vecino y a las esperanzas que despertó la llegada al gobierno de Vicente Fox, quien asumió hace un año como el primer mandatario ajeno al Partido Revolucionario Institucional en 71 años.

Los expertos coinciden con los gobiernos de los dos países al momento de explicar el fenómeno, pero además lo atribuyen al actual temor de los viajeros a morir y sufrir vejaciones en su aventura y a las campañas del gobierno de Fox dirigidas a disuadir a los emigrantes.

En 2000 murieron más 500 personas al intentar cruzar la frontera hacia Estados Unidos, debido a que escogieron las rutas menos vigiladas, pero las más peligrosas. En cambio, la cantidad de víctimas fatales bajó a 117 entre enero y octubre de este año.

La menor cantidad de muertos al ingresar a Estados Unidos tiene relación con el descenso en el flujo migratorio, pero también con el miedo que genera esa posibilidad, apuntó Felipe de Jesús Preciado, comisionado del Instituto Nacional de Migración de México.

Otros motivos de la merma de la emigración están relacionados al aumento de las tarifas que cobran los traficantes de personas y a los mayores controles policiales aplicados en México contra los emigrantes de América Central y de América del Sur que usan este país como puente para llegar a Estados Unidos.

México, que es el paso tradicional de emigrantes indocumentados del sur de América y en menor proporción de Asia y de Medio Oriente, tiene 1.149 kilómetros de frontera con Guatemala y con Belice.

Delgado sostuvo que la situación de la emigración de mexicanos en Estados Unidos es el mejor termómetro para medir el fenómeno entre otras nacionalidades.

En Estados Unidos residen entre siete y ocho millones de extranjeros indocumentados, la mitad de los cuales son mexicanos. Además, 95 por ciento de las detenciones de emigrantes en la frontera sur de Estados Unidos corresponde también a nacidos en México.

Los cálculos indican que llegan a 20 millones los mexicanos de nacimiento o ascendencia que hoy viven en Estados Unidos.

En cuanto a los efectos de los atentados del 11 de septiembre sobre el fenómeno migratorio, Jorge Santibáñez, experto en la materia, cree que esos ataques apuntalaron la disminución de la emigración, pero descarta que la haya originado.

El cruce de la frontera se hizo más rígido y demorado luego de los atentados terroristas, lo cual afectó sobre todo a las personas que viven en la zona fronteriza y al comercio, sostuvo Santibáñez, director del Colegio de la Frontera Norte, un instituto académico dedicado al estudio de ese fenómeno.

En la franja fronteriza de ambos países viven 10 millones de personas, distribuidas en 14 pares de ciudades, con una intensa relación comercial y de trabajo.

Otra consecuencia de los atentados fue la postergación de las negociaciones sobre migración entre los gobiernos de Fox y Bush, por las cuales se pretendía legalizar la estancia de unos cuatro millones de mexicanos sin permiso de residencia en Estados Unidos.

Fox sostiene que los países vecinos deberían plantearse abrir sus fronteras para el libre tránsito de mano de obra en un plazo de 20 años.

Los dos países forman parte desde 1994, junto a Canadá, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que alienta el flujo de mercancías, pero limita el de trabajadores.

El gobierno de Fox estima que 50.000 de los 2,5 millones de mexicanos que regresan cada año para las fiestas de diciembre no retornarán a Estados Unidos en esta oportunidad, debido a la recesión económica que afronta ese país, al miedo y las dificultades para sortear los controles migratorios.

En tanto, Washington indica que su estrategia de control policial en la frontera con México no cederán el año próximo, aunque ofrece estudiar medidas para romper su rigidez y lentitud. (FIN/IPS/dc/dm/pr/01

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