El presidente de Argentina, Fernando de la Rúa, recibe menos de 10 por ciento de apoyo de los consultados en encuestas de opinión, y es el mandatario constitucional cuya imagen se desgastó más rápido en la historia del país, debido a una crisis económica y social que puede continuar en 2002.
De la Rúa asumió hace dos años, tras haber sido elegido por casi la mitad del electorado. Sus principales promesas de campaña fueron lograr reactivación de la economía y más empleo, pero la actividad económica se retrajo, el desempleo aumentó y el desequilibrio de las finanzas públicas parece inmanejable.
El analista político Rosendo Fraga, del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, señaló que un presidente con menos de 20 por ciento de apoyo popular tiene problemas de gobernabilidad, según el criterio internacional, y que a De la Rúa aún le quedan dos años de mandato.
El deterioro de la imagen del presidente no tiene precedentes en la historia de los gobiernos constitucionales, y entre sus causas está la incapacidad de lograr una renegociación sustentable de la deuda externa y restablecer la confianza de los inversores, un bien cada día más preciado, comentó.
El año que termina mes el tercero consecutivo de recesión económica, la caída del producto interno bruto (PIB) se mantiene desde el último trimestre de 1998, y la magnitud de la crisis y la incertidumbre no permite compartir los optimistas pronósticos gubernamentales para 2002.
El gobierno había previsto que el PIB crecería cinco por ciento en 2001, pero disminuyó en un año en que el país cambió dos veces de ministro de Economía.
La previsión oficial para 2002 es una leve recuperación de 1,4 por ciento del PIB, pero expertos en economía y organismos multilaterales de crédito dudan de que eso ocurra.
El Estado está al borde del cese de pagos y afronta creciente riesgo de devaluación descontrolada. Eso crea tensión permanente desde hace meses, sin que los observadores más experimentados puedan pronosticar con certeza cuál será el destino inmediato de la todavía tercera economía latinoamericana.
La deuda externa pública es más de 140.000 millones de dólares, con vencimientos anuales cercanos a 12.000 millones. Se negocia para 2002 un canje de títulos que reduciría ese costo, pero el desequilibrio fiscal crece porque el debilitamiento de la economía perjudica la recaudación de impuestos.
La restricción del retiro de efectivo de los bancos, dispuesta desde el comienzo de diciembre para frenar una corrida bancaria, retrajo aun más la actividad comercial, en un mes en el cual muchos esperaban cierta recuperación.
«No puedo ni hablar por la angustia. Vendo 40 por ciento menos», dijo a IPS Adriana López, dueña de un kiosco de golosinas y artículos de librería.
El desempleo va en aumento, y este año llegó a afectar a más de 18 por ciento de la población económicamente activa según datos oficiales, aunque muchos piensan que el porcentaje real es superior a 20 por ciento, sin contar a los desalentados que ya ni intentan conseguir trabajo.
El criterio empleado para las estadísticas oficiales es considerar desempleadas a las personas que buscan empleo sin éxito.
«Este año hicimos un solo congreso», contó a IPS José María Martínez, responsable de una firma de comunicación e imagen.
Las instalaciones de la empresa de Martínez se han reducido a un escritorio y un teléfono en el living de la casa que alquila desde hace poco más de un año, tras vender la que poseía para subsistir.
«A esta edad, ya no puedo ni siquiera salir a buscar empleo», lamentó el pequeño empresario, de 52 años de edad.
«Mi esposa, que es licenciada en comunicación y casi terminó la carrera de abogacía, compitió para un cargo como secretaria de prensa del Poder Judicial de la provincia de Neuquén y ganó, pero le dijeron que no empezará a trabajar hasta que le puedan pagar», añadió.
Unos 14 de los 36 millones de habitantes del país viven en la pobreza, según datos oficiales. Muchas de esas personas integraban la clase media, pero sus ingresos cayeron en forma dramática al perder su último empleo.
Entre los pobres desde siempre y los nuevos pobres hay jubilados que perciben pensiones de 140 dólares por mes, muy inferiores a los 475 dólares que marcan la línea de pobreza en el país.
«No estamos al borde del abismo: ya nos caímos», comentó a IPS Rodolfo Seggiaro, un jubilado de 69 años.
«Es increíble lo que nos hicieron, somos materia de descarte, estamos solos y parece que nuestro destino fuera desaparecer sin que nadie nos tenga en cuenta», agregó con resignación.
Los jubilados más pobres morirían de inanición si sus familias no los ayudaran a subsistir, pero los hijos no siempre están en condiciones de auxiliar a los padres.
«Tengo 33 horas de cátedra repartidas en tres colegios, y gano 900 dólares por mes, pero estoy comprando el departamento en el que vivo con mi madre y la cuota es más de 500 dólares», dijo a IPS Luis La Scaleia, un profesor de ciencias sociales de 28 años de edad.
«El banco dice que la tasa es variable y aumenta la cuota cada mes de crisis», explicó.
Los ingresos de La Scaleia no son bajos en el contexto de la enseñanza, ya que los maestros de escuela primaria ganan menos de 400 dólares por mes.
El problema es que la madre del profesor recibe una pensión de 140 dólares mensuales y debe pagar servicios privados de salud, porque no recibe servicios de la empresa que la atendía, que está en total bancarrota y no paga a sus proveedores desde hace seis meses.
Las historias de maestros en problemas son inumerables. «En octubre tuvimos una semana sin clases y en noviembre 10 días, porque los maestros aplicaron 'retención de servicios'», dijo a IPS Gabriel Scklair, vicedirector de la escuela Virrey del Pino de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires.
«Retención de servicios» es la ausencia de maestros que no cobran y carecen, por ello, de dinero para trasladarse hasta la escuela. El gobierno de la provincia debe tres meses de salarios a los maestros de algunos distritos.
Los escolares son uno de los eslabones más débiles de la cadena social, muchos de ellos viven en hogares donde el desempleo es la principal causa de preocupación, y a esa zozobra se suma la de no saber si tendrán clase.
En esas condiciones, y con casi todos los sectores de la sociedad afectados por la crisis, los argentinos se preparan para terminar un año que quizá sea el peor de la historia económica del país, pero es posible que el 2002 sea peor. (FIN/IPS/mv/mp/ip if/01