El presidente de México, Vicente Fox, viajó hoy a Estados Unidos para expresar condolencias a su par George W. Bush por los atentados del 11 de septiembre y robustecer la relación bilateral, herida por esos hechos.
Fox será recibido por Bush este jueves por la tarde en Washington y luego viajará a Nueva York, donde se reunirá con el alcalde Rudolph Giulianni, recorrerá la zona siniestrada y dialogará con miembros de la comunidad mexicana, informó la presidencia de México.
El comunicado añadió que los dos mandatarios dialogarán sobre la seguridad internacional y entre ambos países, mientras que el canciller mexicano Jorge Castañeda informó en una entrevista radiofónica que Fox aprovechará el encuentro para retomar la agenda de asuntos bilaterales.
El viaje de Fox fue autorizado por los diputados, luego de dos semanas de discusiones entre el gobierno y el Congreso legislativo, además del debate de analistas, sobre la cercanía o distancia que debe mantener México frente a la estrategia diplomática y militar diseñada por Washington tras los atentados.
En estos momentos no hay que «regatearle» ningún apoyo a Estados Unidos, indicó días atrás Castañeda.
Estados Unidos es vecino de México y es su principal inversionista y socio comercial, y el mayor acreedor. Además, en territorio estadounidense viven 20 millones de mexicanos de nacimiento o ascendencia.
También México y Estados Unidos conforman junto a Canadá el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Los ataques terroristas que destruyeron el World Trade Center de Nueva York y causaron importantes daños en el Pentágono (Departamento de Defensa), en Washington, fueron también «un atentado contra México», declaró Castañeda.
El izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) pidió la destitución de Castañeda, por entender que no representa la tradicional política internacional de independencia y nacionalismo de México.
El PRD, la tercera fuerza política del Congreso, se abstuvo de votar por la autorización del viaje presidencial, con el argumento de que aún no hay un consenso interno sobre la posición que debe tener su país frente a Estados Unidos.
El debate en México provocó resentimientos en algunos sectores estadounidenses, pues exhibió un presunto regateo al momento de apoyar al gobierno de Bush, reconoció Castañeda.
Washington demandó a Fox cercanía y apoyo total, pero las presiones internas en México lo obligan a marcar distancia con Estados Unidos.
El presidente está en una situación «imposible y cualquiera que sea su posición va a perder», opinó el historiador Lorenzo Meyer.
No hay titubeos frente a Estados Unidos, el apoyo en la lucha contra el terrorismo es «incondicional», aseveró Fox, pero aclaró que su país no brindará ninguna ayuda militar a su vecino.
Las relaciones entre ambos países transcurrieron en los últimos 100 años entre continuos roces, lo cual permitió afianzar la cultura y el nacionalismo mexicanos, según interpretan los historiadores, hasta la «estrecha amistad» de la que habla hoy el presidente Fox.
La agenda de trabajo entre México y Estados Unidos parecía marchar viento en popa luego de la visita de Fox a Washington, registrada pocos días antes de los atentados, pero fue golpeada y ahora no parece que pueda regresar con fuerza, comentó Meyer.
México había logrado colocar la cuestión de la emigración como el primer punto de las relaciones con Estados Unidos, lo cual fue considerado un triunfo por los observadores.
Sin embargo, ahora pasaron a un segundo plano las propuestas para regularizar la estancia de cerca de cuatro millones de mexicanos indocumentados que viven en Estados Unidos y para facilitar la emigración.
Esos planes sobre migraciones además fueron modificados por las nuevas políticas de seguridad que en esa materia impone ahora el gobierno de Bush, sostuvo Meyer.
Por su parte, el analista político Carlos Ramírez, sentenció que «la relación de México con Estados Unidos ya no será la misma luego del 11 de septiembre». (FIN/IPS/dc/dm/ip/01
