El clima internacional de inseguridad y desconfianza puede favorcer la fuga de capitales de América Latina y el Caribe, donde se aguarda este año la reducción de las inversiones extranjeras, advirtió el Sistema Económico Latinoamericano (Sela).
"Desde antes que sucedieran los trágicos hechos en Nueva York y Washington se venía incubando un desequilibrio económico que ha afectado a muchos de nuestros países", dijo en Caracas el secretario ejecutivo del Sela, el diplomático chileno Otto Boye.
El panorama internacional que se presenta con el inicio de la campaña militar de Estados Unidos contra Afganistán acrecienta la incertidumbre ya presente desde los atentados del 11 de septiembre.
"Hoy es mayor la urgencia, deseamos insertarnos en un mundo que está cambiando velozmente y cuyas características aún no están definidas", señaló Boye.
"Un clima de inestabilidad por problemas de seguridad y confianza, puede favorecer la fuga de capitales y con ello presionar en los tipos de cambio y en las reservas internacionales de los países", agregó.
El Sela pronosticó inversiones "relativamente restringidas" en América Latina y el Caribe. Los países más afectados pueden ser Argentina, que atraviesa una dura crisis financiera, y Brasil, que ha sentido en su mercado de cambios el impacto de los problemas de su vecino.
El flujo de capitales hacia la región fue de 102.000 millones de dólares en 2000, y 74 por ciento del total correspondió a la inversión extranjera directa (IED), obervó el Sela en un informe distribuido en la XXVII reunión del Consejo Latinoamericano, conformado por altos funcionarios y expertos de la región, cuyas deliberaciones finalizaron el miércoles.
El monto de las inversiones en 2000 «fue inferior al de 1999, cuando se registraron 116.000 millones de dólares", puntualizó el organismo, que agrupa a 27 países.
Brasil recibió el año pasado 30.000 millones de dólares en concepto de IED, México 13.500 millones, Argentina 5.000 millones, Venezuela 3.400 millones y Perú 1.100 millones. Estados Unidos y España, que irrumpió en los últimos años en el panorama económico y empresarial de América Latina, son los dos grandes inversores en la región.
El Sela recomendó articular la IED con las economías locales y con la política económica global, para lograr su eficacia como instrumento para el desarrollo.
"Es necesario que (la IED) se comprometa con el desarrollo del país en el cual se instala, lo cual no es incompatible con su aspiración de ampliar mercados y de generar ganancias", precisó el organismo económico regional.
El informe también destaca que la deuda externa de América Latina y el Caribe disminuyó levemente en 2000, pero su peso económico puede agravarse debido a la recesión internacional.
El endeudamiento de América Latina y el Caribe sumó 751.000 millones de dólares al finalizar 2000, "una leve mejora" en relación con el año anterior, cuando se situaba en casi 760.000 millones.
Sin embargo, un círculo financiero perverso envuelve a los países deudores. Por ejemplo, en 1999 la región pagó 140.000 millones de dólares en el servicio de la deuda, que comprende los intereses, pero el endeudamiento aumentó en términos netos 13.000 millones de dólares respecto de 1998.
La década de los 90 fue dramática para América Latina en esta materia, pues la deuda externa creció 62 por ciento entre 1991 y 1998, cuando totalizó 746.000 millones de dólares.
De acuerdo con el SELA, la disminución de 2000 se debió a reducciones en Brasil y México, los dos países de mayor deuda en la región, que han buscado mejorar el perfil de sus compromisos, y a operaciones de reestructuración en Ecuador y Honduras.
Brasil, con 235.000 millones de dólares, México, con 163.000 millones, y Argentina, con 147.000 millones, son los tres países más endeudados de América Latina y el Caribe y en conjunto, les corresponde 73 por ciento del total regional.
Venezuela, con una deuda externa de 30.800 millones de dólares es el cuarto país más endeudado de la región, según el documento del SELA.
En Sela corrigió de tres a uno por ciento su pronóstico para este año de crecimiento económico de América Latina y el Caribe, debido al empeoramiento de la situación internacional luego de los atentados.
Ese débil crecimiento afectará los planes gubernamentales para reducir la pobreza y también incidirá en la capacidad de pago de los países.
El informe presentado por el Sela también constató que el proceso de privatización de activos públicos de la década pasado ha significado la "extranjerización" de las empresas instaladas en América Latina y el Caribe.
Cuarenta y tres por ciento de las 500 mayores empresas de la región eran extranjeras en 1999, frente a una proporción de 27 por ciento en 1992, mientras que la presencia de empresas públicas en ese grupo disminuyó de 35 por ciento en 1992 a 18 por ciento siete años después. (FIN/IPS/ac/ff/if/01