La tercera parte de la población mundial sufrirá escasez de agua en 2025, con el consiguiente agravamiento del conflicto entre la creciente demanda y la conservación del ambiente, advirtieron expertos.
El Instituto Internacional de Administración del Agua (IWMI), con sede en Sri Lanka, calcula que 2.700 millones de personas, o sea un tercio de la población proyectada para 2025, vivirán en zonas con grave escasez de agua.
Asia y Africa subsahariana serán las más perjudicadas, precisamente donde se encuentran algunos de los países de mayor densidad demográfica y de menor ingreso, según el Instituto.
En la actualidad 450 millones de personas que viven en 29 países padecen escasez de agua.
«Si la tendencia actual se mantiene, la escasez de agua se extenderá más allá de las regiones áridas y semiáridas», advirtió Frank Rijsberman, director general del IWMI.
«La creciente demanda de agua agotará algunos de los grandes ríos del mundo, dejándolos secos durante la mayor parte del año», agregó.
La escasez de agua provoca discrepancias en la comunidad científica, al igual que genera conflictos armados en Medio Oriente, Africa septentrional y otros puntos del planeta.
Los científicos agrícolas sostienen que el agua de las granjas, especialmente la utilizada para el riego, deberá aumentar hasta 20 por ciento en los próximos 25 años para mantener la producción.
Pero científicos especializados en temas ambientales argumentan que el consumo de agua debe reducirse al menos 10 por ciento para proteger los ríos, los lagos y los pantanos.
La agricultura «destruirá muchos de esos ecosistemas y amenazará a las comunidades que dependen de ellos», dijo Ger Bergkamp, experto de la Unión Mundial para la Conservación, con sede en Suiza.
El riego artificial consume más de 80 por ciento del agua que se utiliza en los países en desarrollo, explicó William Cosgrove, vicepresidente del Consejo Mundial del Agua, un instituto de investigación radicado en Francia.
En consecuencia, «el debate entre los agricultores y los ecologistas sobre cómo administrar el agua para la agricultura es de suma importancia para los pobres», destacó.
Para Rijsberman, del IWMI, la pregunta clave es cómo usar «el agua existente para proporcionar seguridad alimentaria, seguridad ambiental y salud a una creciente población mundial, en armonía con la naturaleza y con grandes consumidores de agua, como las industrias».
El Diálogo sobre el Agua, los Alimentos y el Ambiente, una alianza de organizaciones ecologistas, señala que los proyectos de riego no suelen generar los beneficios que prometen, como ocurrió en el río Senegal, en Mauritania, y en el río Waza, de Camerún, donde la producción agrícola no ha aumentado.
Pero la reducción generada en la corriente fluvial destruyó los ecosistemas dependientes del río, agregó la alianza.
«Tanto en Mauritania como en Camerún, las comunidades locales, los pescadores y los pastores nómadas cargaron con el costo. Desaparecieron las zonas de pesca y de pastoreo, y las comunidades locales tuvieron que emigrar», denunció.
No obstante, las soluciones a este conflicto entre la demanda de agua y el ambiente son posibles. En los dos países africanos, por ejemplo, una mejor administración de los diques de riego mejoró el estado de la zona, según el grupo de ONG.
Investigaciones en Bangladesh, India y Nepal muestran que bombas de agua de bajo costo y operadas manualmente, utilizadas para el riego de pequeños terrenos, son más eficaces y menos dañinas para el ambiente que otras bombas a combustible, según el IWMI.
«Muchos de los usuarios de esta bomba aumentaron 25 por ciento sus ingresos, como mínimo», señaló IWMI.
Al mismo tiempo, científicos procuran desarrollar variedades de cultivos para ahorrar agua, sobre todo con respecto al arroz, que exige normalmente más de 2.000 toneladas de agua para cosechar una tonelada del producto, según el Instituto Internacional de Investigación del Arroz, de Filipinas.
Más de la mitad de la población mundial tendrá al arroz como su alimento básico en 2025, precisó Rijsberman. (FIN/IPS/tra-en/dk/aa/aq/en/01
