La oposición de los dos principales grupos insurgentes llevará al fracaso el acuerdo para la paz en Burundi firmado esta semana en Tanzania, advirtió un experto en asuntos africanos.
«Los dos principales grupos rebeldes permanecen fuera del proceso, y sin ellos, no importa lo que acordemos, ya que la paz no volverá a Burundi», explicó el analista Jan van Eck, del Centro de Estudios Políticos Internacionales, de Johannesburgo.
Varios grupos involucrados en la guerra civil de Burundi acordaron el lunes en Arusha, Tanzania, que el presidente Pierre Buyoya estará al frente de un gobierno de transición, con el líder hutu Domitien Ndayizeye como vicepresidente.
Pero el Frente por la Defensa de la Democracia (FDD) y Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL), las organizaciones rebeldes más importantes, no se adhirieron al pacto.
El acuerdo establece que, transcurridos 18 meses del gobierno de transición, un hutu ocupará la presidencia y un tutsi será su vicepresidente.
La guerra civil enfrenta a los dos principales grupos étnicos del país, los hutus, que son mayoría, y los tutsis que, a pesar de ser minoría, controlan el gobierno y el ejército desde la independencia en 1962.
Grupos insurgentes hutus han combatido al gobierno durante los últimos ocho años, desde que el primer presidente hutu del país, Melchior Ndadaye, fue asesinado por miembros del ejército, en octubre de 1993. La guerra causó más de 200.000 muertos, en su mayoría civiles.
La aplicación de otro acuerdo de paz firmado en agosto por 19 sectores de Burundi, junto con líderes de Africa austral y central, en Tanzania, se estancó por las discrepancias sobre quién habría de dirigir el gobierno de transición.
En la cumbre de este lunes también se acordó que el ex presidente sudafricano Nelson Mandela ayudará a instalar el gobierno de transición.
Pero sectores de línea dura entre tutsis y hutus han rechazado el gobierno de transición. «Mandela pretende avanzar con un 'consenso suficiente' entre las partes. Nunca se conseguirá el acuerdo de todas las partes involucradas», observó Van Eck.
El vicepresidente sudafricano Jacob Zuma dijo que los grupos armados de Burundi «deben considerar con mayor seriedad el cese del fuego porque una vez que estén en vigor las medidas de transición, será difícil justificar las razones para continuar la lucha».
Zuma se comunicó con el FNL y el FDD para incorporarlos al proceso de paz. Se reunirá con el FDD este jueves en Pretoria, Sudáfrica, mientras aún no se concretó la reunión con el FNL, señaló su portavoz, Lakela Kaunda.
Sin embargo, quizá no sea tan fácil que los sectores contrarios al acuerdo se sienten a la mesa de negociaciones. Mientras Buyoya asistía a la cumbre, miembros del ejército, que lo acusaron de venderse a los hutus, intentaron un golpe de Estado.
Buyoya minimizó las consecuencias del golpe fallido y aseguró que el incidente forma parte del proceso de pacificación.
«El (intento de) golpe sugiere que Buyoya no tiene toda su base de apoyo con él y que el acuerdo va demasiado rápido como para recibir el respaldo necesario», advirtió el profesor Hussein Solomon, de la Unidad de Estudios Africanos, de Johannesburgo.
Solomon pidió a la comunidad internacional que impulse el proceso de paz fortaleciendo a la sociedad civil y entregando ayuda para el desarrollo.
Subrayó especialmente la necesidad de capacitación para mejorar las relaciones entre las fuerzas armadas y la sociedad civil. Burundi tiene una larga historia de golpes de Estado. El propio Buyoya accedió al poder mediante la fuerza militar.
Solomon también explicó que Burundi es uno de los países con mayor densidad de población de Africa. Sus siete millones de habitantes deben competir por los escasos recursos económicos y ambientales, lo cual es una fuente de tensión entre los grupos étnicos rivales. (FIN/IPS/tra-en/fk/mn/aq/ip/01
