Isabel, de 12 años, ya no va a la escuela pues debe empacar cada día decenas de frutas, por menos de 80 dólares al mes. Ella, al igual que otros 3,5 millones de niños, niñas y jóvenes mexicanos, es el sustento fundamental de su familia.
La niña, de origen indígena, trabaja en una empresa que distribuye frutas en la capital de México y no está amparada por derecho laboral alguno.
«Pues no creo, (pero) ni modo, necesitamos el dinero», responde Isabel cuando se le pregunta si piensa regresar a la escuela que dejó hace un año.
El abandono escolar alcanza a 73,5 por ciento de los menores trabajadores de México, indicó una encuesta de hogares del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi).
La investigación del Inegi también reveló que los niños y jóvenes trabajadores tienen en promedio entre uno o dos años menos de escolaridad respecto de quienes no lo hacen.
Los menores que trabajan en México suman 3,5 millones, ocho por ciento de los cuales son descendientes de indígenas, mientras que representan 25 por ciento del total de niños y jóvenes de entre 12 y 18 años que viven en el país.
Pero el universo de personas menores de 18 años está conformado por alrededor de 38 millones en México, que equivale a 38 por ciento de los casi 100 millones de habitantes, y el número de los que ejercen algún tipo de trabajo superaría los 10 millones, según organizaciones no gubernamentales.
El trabajo del Inegi también sostuvo que alrededor de 629.000 hogares mexicanos sobreviven gracias al trabajo de los miembros menores de esas familias.
Además, detalló que 42 por ciento de los niños trabajadores se ubican en el sector agropecuario, 23 por ciento en servicios, 17 por ciento en actividades comerciales, 14 por ciento en la industria y cuatro por ciento en la construcción.
La pobreza afecta a la mitad de la población de México, mientras que los menores en esa situación ascienden a 22,5 millones y entre ellos unos ocho millones padecen pobreza extrema, apuntó el informe sobre los derechos de los niños en el periodo 1998-2000 elaborado por el no gubernamental Colectivo de Apoyo a la Niñez.
Por otra parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia advirtió que la pobreza en los países en desarrollo se elevaría entre 10 y 20 por ciento si los niños no trabajaran.
Isabel, cuya madre llegó a la capital mexicana para trabajar como empleada doméstica, comentó que le gusta empacar frutas, pero que también quisiera regresar a la escuela, que debió dejar en el quinto grado.
«A veces me canso de esto (empacar), pero hay que echarle ganas, ya veré luego si me cambio a otra chamba (trabajo) mejor», comentó.
«La situación de los niños en México expresa crudamente la violencia estructural y destructiva que ejerce el neoliberalismo», opinó Andrés Barreda, profesor de economía política en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Si los niños trabajadores no pueden estudiar, difícilmente saldrán del círculo de pobreza que sufren sus familias. En el futuro, sus hijos, también trabajarán y reproducirán el esquema, declaró Barreda.
Isabel relató que su mamá quiere que regrese a la escuela para que pueda estudiar y «ser alguien», pero también aclara que le dijo que por ahora lo más importante es el dinero, pues su papá perdió el trabajo de vigilante nocturno que ejercía en un edificio de viviendas.
Son pocos los padres pobres que han interiorizado la idea de que la educación es una inversión, pues la mayoría piensa en el ingreso de momento, el que sirve para cubrir las carencias, opinó Teresa Incháustegui, investigadora del Colegio de México.
El presidente mexicano Vicente Fox prometió que dentro de poco podrá garantizar becas de estudios para todos los niños que deseen hacerlo y créditos para toda familia que proyecte superarse en el mundo empresarial.
Sin embargo, en ocho meses de gestión de Fox esos programas apenas han arrancado y con una cobertura que no llega ni a cinco por ciento del universo prometido. «Nosotros no sabemos de esos programas, ojalá alguien nos explique» de que se trata, declaró Isabel. (FIN/IPS/dc/dm/hd/01)
