(Arte y Cultura) LIBROS-INDONESIA: El país que no lee

La industria editorial de Indonesia se repone luego de tres años de empantanamiento. Pero la cantidad de títulos publicados aún es exigua, comparada con otros países de Asia oriental, porque a los indonesios no son amantes de los libros.

La previsión de 2.500 títulos editados para este año significa un aumento importante, pues entre la crisis de 1997 y 1999 se publicaron 1.500 anuales.

Con una población de 210 millones, Indonesia solía publicar 5.800 títulos anuales antes de la crisis desatada en 1997. Malasia, cuya población es 10 veces menor a la indonesia, imprimía unos 7.000 títulos anuales y Tailandia, con 60,8 millones de habitantes, 10.000.

Expertos en educación afirman que Indonesia sigue siendo una sociedad oral con una pobre tradición en materia de lectura. En las estaciones de autobús y tren o en la sala de espera de los hospitales es raro ver a alguien enfrascado en un libro. Los indonesios prefieren charlar.

La mayoría de los libros en venta en el país son manuales de estudio, reimpresos con regularidad. La mayoría de los títulos nuevos son libros de interés general a cargo de escritores indonesios. Los libros sobre arte, cultura y ciencia tienen escasa venta.

Las autoridades ya no restringen los libros sobre crítica literaria o política, pero la respuesta del mercado a esos títulos siempre ha sido fría debido al limitado interés del público.

Moeflich Hasbullah, profesor de Historia en el Instituto Estatal Islámico de Bandung, escribe un libro sobre ciencia islámica. Logró que cuatro editoriales impriman en conjunto 1.000 ejemplares de la obra.

«Para un libro sobre ciencia, 1.000 ejemplares son muchos. Si ganara algo de dinero con un libro, debería estar agradecido. Pero si quisiera hacer dinero me frustraría, con seguridad», dijo Hasbullah, quien asegura escribir por compulsión.

Los indonesios son «desinformados» porque no leen, apuntó Djaunak Ahmad, maestro y ex director de enseñanza básica en el Ministerio de Educación y Cultura.

«Están informados de algunas cosas a través de medios visuales o de la conversación, pero tienen escasa información sobre muchas otras. Cuando tienen problemas inesperados, muchos no saben qué hacer. Incluso diarios y revistas fracasaron en el intento de despertar interés por la lectura», observó.

Nuevos diarios y revistas proliferan en toda Indonesia cuando la caída de la dictadura de Alí Suharto (1967-1998) significó el fin de la censura a los medios periodísticos, pero en conjunto los medios de prensa no superan una tirada de dos millones de copias diarias.

Ahmad atribuyó parte de la indiferencia de los indonesios hacia la lectura a la introducción prematura de los medios visuales entre los hábitos de los niños, cuando la comunicación a través de la palabra escrita aún no está bien asimilada.

«Observen la cantidad de tiempo que los chicos pasan frente a la televisión», dijo, si bien reconoció el problema también entre los mayores, incluso entre padres y maestros que tampoco son lectores. «Los niños indonesios no son guiados a la lectura porque sus padres tampoco leen», dijo.

Expertos de la Universidad Gadjah Mada de Yogyakarta destacó la escasa participación de los padres indonesios en el desarrollo de la capacidad lectora de sus hijos. Apenas 15 por ciento de los padres prestaba atención a los avances de los niños, según un estudio de ese centro de estudios.

El informe agregó, contra la creencia popular, que los maestros suelen alentar a los niños a leer y a amar los libros.

Sin embargo, Shanti, una estudiante de enseñanza secundaria, dijo que se le asignó la lectura y comentario de un solo libro desde que asiste a la escuela. Sigit, otro estudiante, no recuerda que alguien le asignara la lectura e interpretación de un libro.

El experto en poesía y literatura Tafik Ismail afirmó que los estudiantes indonesios no leen libro alguno durante toda la enseñanza secundaria. Por el contrario, en el mismo periodo los alumnos malayos leen seis libros, y los estadounidenses, más de 30, según un estudio realizado por Ismail.

No fue una sorpresa que esa investigación revelara también que la habilidad para escribir de los estudiantes indonesios era la menos desarrollada en Asia oriental.

«A los maestros no les agrada escribir», señaló Erwan Juahara, profesor en el Colegio Superior de Majalengka.

Es poco probable que la situación mejore ahora, cuando muchos libros y otros materiales de lectura están fuera del alcance de la gente común. «Me gusta leer. Cuando voy a una librería desearía comprar muchos libros, pero el dinero no me alcanza ni para uno…», dijo Anggi, otro estudiante secundario.

Arselan Harahap, presidente de la Asociación Indonesia de Editoriales, no niega el encarecimiento de los libros se han encarecido en Indonesia. Los editores trataban de equilibrar las escasas ventas con precios más altos. «Si un editor imprime 10.000 ejemplares de un título, sólo vende 3.000», explicó.

La depreciación de la rupia triplicó el precio del papel desde 1997, lo que, a su vez, encareció los libros. Además, con la caída de los ingresos familiares, los libros desaparecen de las prioridades. Por lo menos 100 editoriales quebraron desde el comienzo de la crisis. (FIN/IPS/tra-eng/ky/ccb/ral/ego/mj/cr/00

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