Las mujeres son apenas 19,14 por ciento de los candidatos para las elecciones municipales de este domingo en Brasil, debido al incumplimiento de los partidos de la ley que adjudica a aquellas una cuota de 30 por ciento en las listas.
Son 70.422 candidatas en un total de 367.879 postulantes a los más de 57.000 escaños en 5.656 municipios.
La disputa de las jefaturas de gobierno municipal es aun más desfavorable, con 1.139 mujeres contra 13.893 hombres, porque en este caso no se puede asegurar presencia femenina ya que cada partido presenta un único candidato en cada municipio.
De todas formas las cifras representan un gran avance en relación a 1996, cuando la minoría era más acentuada, solo 10,87 por ciento del total de competidores a los órganos del Poder Legislativo municipal, y cuando por primera vez se aplicó la cuota femenina, entonces fijada en 20 por ciento.
Pero la meta de duplicar las 6.536 concejales mujeres y 303 jefas de gobiernos municipales elegidas hace cuatro años, 11,2 y 5,5 por ciento del total respectivamente, parece muy dificil, admitió Almira Rodrigues, directora del Centro Feminista de Estudios y Asesoría (Cfemea).
Además de no cumplir la cuota, los partidos les destinan menos dinero y tiempo de propaganda en la televisión a las mujeres, se lamentó Rodrigues, socióloga que conduce esta organización no gubernamental de Brasilia dedicada a estudiar políticas y legislaciones sobre asuntos femeninos.
La lucha por aumentar su representación hace que los partidos concedan más recursos a candidatos ya conocidos, en desmedro de la renovación.
Estos factores, entre otros, determinan que la representación femenina en el poder político en Brasil avance con más lentitud que en otros países como Argentina, que también adoptaron el sistema de cuotas.
Esta medida es menos efectiva en Brasil porque, por sus reglas electorales, son elegidos los candidatos personalmente más votados de cada partido, y no por el orden definido en las listas partidarias.
Es decir la inclusión de mujeres no asegura la presencia de ninguna entre los elegidos, que deben ubicarse entre los de mayor votación de manera individual.
El tiempo de que disponen las candidatas para desarrollar sus campañas electorales es también reducido debido a las obligaciones domésticas, añadió Rodrigues.
Un estudio de Sonia Malheiros, asesora técnica de Cfemea, apunta que 40 por ciento de las mujeres elegidas en 1996 son solteras, viudas o divorciadas, frente a solo 25 por ciento de los hombres.
El dato indica que «la estructura familiar convencional y los deberes que genera causan dificultades para la participación política de las mujeres», observó Malheiros.
El testimonio de Wilma Faría, cuya reelección parece segura en Natal, capital del estado de Río Grande del Norte, refleja el obstáculo adicional. Para seguir adelante con su carrera política dijo haber «roto dos matrimonios», uno de ellos con un marido que pretendía fijarle una hora para regresar al hogar.
Faría es una de las cinco mujeres que disputan como favoritas absolutas el gobierno de capitales estaduales, los municipios de mayor importancia política. Otra es Marta Suplicy, que las encuestas consideran futura gobernante de Sao Paulo, metrópoli de 10 millones de habitantes y capital económica del país.
Pese a las dificultades, las femenistas y candidatas creen que éste es un momento electoral favorable. Las encuestas apuntan que la población confía más en las mujeres, consideradas menos corruptas y más eficientes, sostuvo Rodrigues.
Los numerosos escándalos de corrupción que agitaron la vida política brasileña en los años 90, protagonizados por hombres, contribuyeron a esa evaluación de los electores.
La menor presencia femenina en todas las instancias del poder favorece esa distinción. De todos modos, «las mujeres tienden a hacer una carrera más íntegra, no por ser mujeres, sino porque la misma dificultad de llegar a una posición destacada recomienda cuidar mejor de la imagen», opinó la directora de Cfemea.
El ámbito municipal es el más favorable al ascenso político de las mujeres, por tratar cuestiones locales y sociales con las que ellas están más vinculadas.
Eso se refleja en su actual participación en los parlamentos, de 11,2 por ciento en el municipal, 10 por ciento en el estadual y seispor ciento en el nacional.
Además, el nivel de educación de las mujeres elegidas para cargos legislativos, en todos los niveles, es más elevada que la de los hombres, observó Malheiros.
El movimiento feminista definió dos objetivos en estas elecciones: ampliar la participación en los poderes Ejecutivo y Legislativo municipales y a la vez aprovechar la campaña para difundir los reclamos generales de las mujeres, aunque no sean asuntos municipales.
Entre esos reclamos figuran más guarderías, comisarías y casas de acogida para atender a víctimas de violencia, despenalización del aborto, educación sexual no discriminatoria, derecho a examen de ADN para comprobar la paternidad y mejor asistencia médida para reducir la elevada mortalidad materna en Brasil. (FIN/IPS/mo/mj/hd ip/00