Manifestaciones y huelgas paralizan Bolivia y, al tiempo que se conocen las primeras víctimas, aumenta el clamor por el cambio de las políticas del gobierno y varios activistas exigen la renuncia del presidente Hugo Banzer.
La intervención del ejército para desbloquear caminos causó el domingo la muerte de tres campesinos y puso en peligro el diálogo entre el gobierno y los sectores sociales que se movilizan hace una semana.
«¡Fuera el gobierno que no hace caso a su pueblo!» . Un cartel pegado en la plaza principal de la ciudad de Cochabamba, en el centro del país, no deja ninguna duda.
Lo que empezó como una lucha aislada de algunos grupos sociales ha dado lugar a un amplio movimiento que paraliza el país y tiene como objetivo cambiar la política gubernamental.
Oscar Olivera, dirigente de la Coordinadora para la Defensa del Agua y la Vida, de firme implantación en el departamento de Cochabamba, señaló que el cambio de políticas es más importante que un simple cambio de gobernantes.
«Como todo movimiento social, éste también tiene un contenido político, pero en función de una verdadera democracia. Que esto puede finalizar en un cambio de gobierno es algo que nos preocupa. Porque ¿qué viene después, un Gonzalo Sánchez de Lozada (ex presidente y líder de la oposición)?», dijo Olivera a IPS.
«Lo que queremos no es directamente un cambio de gobierno, sino que haya un cambio de la economía de la población. No se puede siguir viviendo en las condiciones que soportamos», agregó.
Los acontecimientos se desencadenaron cuando el 5 de este mes, unos 3.000 estudiantes comenzaron en la meridional ciudad de Oruro una marcha de 75 kilómetros hasta La Paz, para pedir el mejoramiento del presupuesto de la Universidad Siglo XX, del departamento de Potosí.
Una vez en La Paz, los estudiantes realizan manifestaciones callejeras cotidianas y se enfrentan con la policía, que intenta dispersarlos con gases lagrimógenos y balas de goma.
El día 13, las federaciones de maestros urbanos y rurales se declararon en huelga por tiempo indeterminado, para exigir al gobierno un aumento salarial de 50 por ciento y por la defensa de la educación pública y gratuita.
«La medida no se va sospender hasta que el gobierno otorgue el aumento salarial. Los educadores están cansados de ganar 85 dólares al mes», afirmó Ramiro cuentas, secretario ejecutivo de la Confederación de Maestros Urbanos de Bolivia.
El 14, los maestros y la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia firmaron un «Pacto de Unidad». Los campesinos exigen la revisión de la ley orgánica del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA).
Según los dirigentes del movimiento campesino, la ley que rige el funcionamiento del INRA podría ser utilizada para arrebatar sus tierras a los propietarios de pequeñas parcelas.
También exigen la creación de una universidad campesina y créditos y un seguro para los trabajadores rurales. La participación de los campesinos multiplicó la magnitud de la movilización, y el día 18 empezó el bloqeo de caminos.
En la misma fecha, pobladores de la región cocalera de Chapare – región tropical del departamento Cochabamba- comenzaron una movilización contra la presencia del ejército en su zona.
Todos los sectores en conflicto se solidarizaron con la población del Chapare, que se opone al proyecto de construcción de tres cuarteles, que tendrá financiamiento de Estados Unidos.
El bloqueo de caminos y carreteras desconectó las ciudades más importantes del país: La Paz, El Alto, Santa Cruz, Cochabamba, Sucre, Potosí y Oruro. El gobierno reaccionó con el envío de 3.000 efectivos, entre policías y soldados, para derribar las barreras levantadas por los participantes en la movilización.
«No vamos a permitir que algunos intolerantes profesores y cocaleros sigan causando graves perjuicios», advirtió el ministro de gobierno, Guillermo Fortún Suárez.
Pero el bloqueo de rutas persiste. El ejército avanza con motoniveladoras, gases lagrimógenos y armas de fuego, pero las carreteras se cierren nuevamente luego del paso de las tropas.
Las dificultades del transporte de carga empiezan a sentirse en las ciudades. El precio del tomate se duplicó en Sucre, debido a la escasez, y también aumentaron la carne y las frutas que no llegan desde el campo a las ciudades.
Miles de pollos murieron en granjas alredededor de la ciudad de Cochabamba, por falta de las raciones que debían llegar desde el departamento de Santa Cruz.
Alfredo Maldonado, propietario de varias granjas avícolas, llevó el viernes 3.200 pollos muertos a la plaza principal de Cochabamba, dejándolos en señal de protesta frente al ayuntamiento y a la sede del representante del gobierno nacional en el departamento.
«Basta ya de perjuicios, que empiezen de una vez a dialogar y a dar soluciones a la crisis del país», exigió Maldonado.
Pero el diálogo entre representantes del gobierno y de los sectores en conflicto, que empezó el fin de semana, está en riesgo, debido a la muerte de los tres campesinos en los enfrentamientos del domingo.
La represión lanzada «es un error más de los muchos que ha cometido este gobierno», advirtió el diputado y líder cocalero Evo Morales. (FIN/IPS/tg/ff/lb/00