Turistas estadounidenses entran y salen de Cuba, donde no se les sella el pasaporte para evitar que quede constancia de su visita, realizada sin autorización de su gobierno.
Atraídos por lo prohibido, prefieren los hoteles de La Habana Vieja, los clubes nocturnos donde se escucha buen jazz y las playas solitarias.
Esta isla del Caribe tiene para ellos la ventaja de la cercanía, la belleza del paisaje, las ciudades coloniales, la hospitalidad de sus habitantes y los ingredientes de una cultura totalmente diferente a la de su país de origen.
En el centro histórico de la capital cubana los esperan los hoteles Sevilla, Plaza, Santa Isabel y Florida, o pueden visitar la habitación del Ambos Mundos, donde Ernest Hemingway escribió su novela "El viejo y el mar", además de acudir a los bares preferidos por el escritor.
Estados Unidos, sólo con contar a los viajeros nacidos en ese país, podría comenzar a competir entre los 10 primeros emisores de turistas a Cuba, pese al bloqueo impuesto por Washington de hace casi 40 años.
"Las autoridades cubanas son muy consideradas. Cuando regrese nada habrá en mis documentos que pruebe que estuve en este país ni tendré que rendir cuentas de cuanto dinero gasté", dijo un estadounidense de 62 años que viajó a la isla con su hijo a través de un tercer país.
"Hace diez años ni me hubiera pasado por la mente violar la ley, pero los tiempos han cambiado y tengo el derecho a viajar a donde quiera y eso es lo que estoy haciendo. Vine aquí cuando joven y quería regresar con mi hijo", añadió.
Para entrar a Cuba necesitó tener su pasaporte válido y una visa estampada en una tarjeta de turista que permite una estancia por 30 días en la isla, renovable por una sola vez.
En tanto, en Estados Unidos, por viajar a este país y gastar dinero sin la debida licencia, puede enfrentar multas de miles de dólares y hasta 10 años de cárcel.
Fuentes del ministerio cubano de Economía y Planificación estiman que más de 65.000 estadounidenses viajaron a Cuba en 1999, de los cuales unos 2.800 podrían ser empresarios interesados en garantizarse un espacio en el mercado cubano para una era posterior a un posible levantamiento del bloqueo.
También visitaron este país el año pasado otras 124.000 personas, entre emigrantes cubanos con nacionalidad estadounidense y sus descendientes, según datos publicados en el sitio de Internet del Consejo Económico Comercial Estados Unidos-Cuba, con sede en Nueva York.
La mayoría de los viajeros provenientes del exilio cubano habrían utilizado su derecho a realizar un viaje anual a su país de origen por razones humanitarias, mientras que 20.000 llegaron sin la autorización correspondiente o estuvieron en la isla más de una vez.
Informes tomados de la misma fuente, citados por el diario El Nuevo Herald, de Miami, elevan las cifras a 150.000 personas, 28.000 de de ellas sin el permiso exigido por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Cuba recibió en ese mismo período más de 1,6 millones de turistas, de los cuales 276.000 llegaron desde Canadá, 182.000 de Alemania y 161.000 de Italia.
"Venir a La Habana es muy fácil", dijo una cubana radicada en Estados Unidos desde hace 12 años, cuando se le preguntó cómo pudo hacerlo dos veces este año, una vez para conocer un sobrino recién nacido y otra para pasar sus vacaciones en la playa.
"Aunque soy ciudadana estadounidense, me exigen pasaporte cubano. Así que vengo (a través de) un tercer país, salgo y entro a Estados Unidos con mi pasaporte estadounidense, per para todo lo demás uso el cubano", explicó.
Según el Consejo Económico Comercial Estados Unidos-Cuba, institución sin fines de lucro fundada en 1992, en los últimos cinco años los viajes no autorizados a la isla crecieron a un ritmo anual de entre 19 y 21 por ciento y los autorizados entre 9 y 11 por ciento.
Esto ocurre pese a las advertencias de Washington. Tico Travel, un proveedor de servicios de viajes a la isla con licencia del Departamento del Tesoro estadounidense, advierte en su página en Internet que, "bajo las regulaciones actuales, viajar a Cuba es severamente restringido".
"Cuidadanos americanos (estadounidenses) y cualquier persona en Estados Unidos está sujeta a estas restricciones, sin importar la nacionalidad. Bajo estas restricciones, gastar dinero relacionado a viajes a Cuba está prohibido, a menos que el viajero tenga una licencia", agrega.
Además, una información consular del Departamento de Estado (cancillería) advierte que en esta isla caribeña la atención médica es deficitaria, los extranjeros pueden ser víctimas de actos criminales o ir a la cárcel, las aguas son peligrosas para pescar y los paquetes abandonados pueden ser bombas.
Sin embargo, también en Internet se pueden encontrar otras ofertas que hablan de una isla con el mismo nombre, también situada en el Caribe, pero presentada de una manera totalmente distinta.
Usa Cuba Travel, una agencia de viajes canadiense con una larga experiencia en paquetes turísticos a Cuba, ofrece a los ciudadanos de Estados Unidos la "forma más fácil y segura" de llegar a esa isla "diferente" desde Canadá, México, Jamaica y República Dominicana.
Con una experiencia que data de comienzos de los años 70, la agencia afirma que, aunque hay algunos carteristas en las calles, "Cuba es un país muy seguro", donde los turistas pueden caminar de noche sin mayor preocupación y la policía no molesta a los extranjeros.
"Los ciudadanos estadounidenses son bien recibidos en Cuba. Usted no tendrá ningún problema por su origen", afirma la agencia que pone "todo sobre la mesa" para quien desee conocer la isla: tarjetas de turista, reservaciones en líneas aéreas, hoteles y excursiones.
Por su parte, la firma también canadiense Cuba Cruise Corporation anunció la apertura para noviembre de una línea de cruceros Nassau-La Habana que, según su presidente, Sam Blyth, le permitirá a los turistas de Estados Unidos visitar este país "con toda legalidad".
La primera línea marítima entre Estados Unidos y Cuba fue abierta por la empresa Ward Line en 1840. A fines del siglo XIX, había vapores que brindaban servicio de pasajeros desde Nueva York, Baltimore, Charleston, Filadelfia y Nueva Orleáns.
En su libro "Cuba y el turismo", el investigador Evaristo Villalba asegura que la "ley seca" vigente en Estados Unidos entre 1920 y 1935 significó un gran impulso al turismo desde ese país hacia la isla, llamado en ese tiempo el paraíso del ron, el sexo y el juego.
Entre julio de 1956 y agosto de 1957, una sola empresa naviera transportó 2.605 automóviles de turistas en sus tres viajes semanales entre Cayo Hueso, en el estado de Florida, y La Habana. Mientras, las líneas aéreas volaban diariamente a la isla desde 12 ciudades de Estados Unidos.
El turismo estadounidense alcanzó su tope en 1957 con el arribo de 236.217 visitantes, 86,76 por ciento del total de viajeros que llegaron ese año al país. En 1960, un año después del triunfo de la Revolución, la cifra se redujo a 61.098 y siguió descendiendo hasta desaparecer.
Pero los tiempos han cambiado. Cuba pretende atraer este año cerca de dos millones de turistas.
El Ministerio de Turismo pronosticó entre cinco y siete millones de visitantes para el 2010. En cambio, esa cifra se dispararía hasta llegar a los 12 millones si el bloqueo estadounidense fuera levantado.
La Organización Mundial del Turismo estima que la cuota de arribos desde Estados Unidos al Caribe disminuyó de 53 por ciento en 1991 a 48 por ciento en 1998, mientras que los viajeros procedentes de Canadá, España, Francia e Italia aumentaron de 11 a 18 por ciento en el mismo lapso. (FIN/IPS/da/dm/if/00