/Ciudades de América Latina/ VENEZUELA: En busca de la ciudad perdida

Una mirada cualquiera puede descubrir en la capital de Venezuela una ciudad sin memoria donde es notoria la tendencia al caos, paisaje que al borde del siglo XXI detonó una serie de exploraciones en busca de una explicación.

Los resultados de esas exploraciones, traducidos en películas, discos compactos multimedia (CD Rom) o en libros, tratan de recuperar para el habitante de la Caracas contemporánea los testimonios y los restos de una ciudad que fue planificada, pero perdió el rumbo en algún momento de estos tiempos modernos.

La película sobre "Caracas, crónica del siglo XX", que puede comprarse en vídeo, enfrenta al ciudadano con casi una hora de retazos o fragmentos que reflejan el surgimiento de una urbe en un estrecho valle a unos 800 metros de altura y a 30 kilómetros del mar Caribe.

El cineasta Carlos Oteyza, quien dirigió este documental apoyado por un equipo de conocidos intelectuales encargados de debatir sobre el hecho urbano, ha destacado la paradoja de Caracas: para construir la ciudad moderna se destruye la anterior.

"¿Cómo identificarse con una ciudad que cambia todo el tiempo? La esquina donde te reunías no existe, la casa donde te criaron tus padres no está, en el barrio donde había 80 familias ahora hay 2.000", ha comentado el cineasta, que estrenó la película en marzo.

El resultado es visible: la ciudad está plagada de edificios que aparentemente no tienen ninguna historia, surcada por autopistas y grandes avenidas, atorada por el tráfico.

Una imagen moderna que en los últimos años ha sido aderezada por un vertiginoso crecimiento del cinturón de miseria y por el deterioro de sus hitos arquitectónicos.

En el CD Rom "Caracas, la ciudad moderna", del Centro de Investigación de la Comunicación de la Universidad Católica, las fotografías más antiguas reflejan el paisaje casi rural de la ciudad naciente, con los cielos despejados de edificios y antenas.

Todas las exploraciones de la metrópoli recuerdan que hasta 1939, cuando terminaban los 27 años de la dictadura de Juan Vicente Gómez, Caracas era apenas un pequeño núcleo de casas en un valle donde persistía la economía de las haciendas.

Entre esa época y los años 50 hubo una serie de planes para desarrollar la urbe de una manera orgánica. Un protagonista indiscutido de esta época fue el francés Maurice Rotival, quien en varias oportunidades trazó estrategias para recrear la ciudad.

Los planes de Rotival, que incluían el trazado de algunos ejes fundamentales para el flujo urbano, cuajaron a medias, y con el tiempo habrían sido reemplazados por un desarrollo inorgánico, estimulado por el crecimiento demográfico.

En los últimos 70 años, la población de Caracas aumentó de unas decenas de miles de personas a cuatro millones, una estimación conservadora cuyo margen de error se origina en las dificultades para medir el impacto del último crecimiento de los suburbios y la marginalidad.

Tanto el CD Rom como la película de Oteyza se pasean por escenas perdidas de la ciudad, pero también por el pasado, generalmente más glorioso, de importantes hitos de la ciudad moderna que en 2000 languidecen, afectadas por el deterioro de los últimos años.

El CDRom de la Universidad Católica, que cubre básicamente las décadas de la explosión urbana entre los años 30 y fines de los 50, contiene 670 fotos, 153 artículos, 127 planos y 14 vídeos basados en el trabajo de un grupo de arquitectos.

El flujo de ese desarrollo fue diseñado por el conocido arquitecto William Niño Araque, quien dividió la historia en etapas comenzando con "El cambio de escala" de la ciudad, hasta llegar a "La extravagancia" de la actualidad.

Uno de los directores del proyecto multimedia, Héctor Alvarez, comentó que uno de los propósitos de recorrer el proceso de creación de la ciudad es permitirle al habitante de la ciudad apartar la vista de la ciudad neurótica "para ver la ciudad urbana".

"Aquí todo es reciente. Las épocas se han retirando dejando sobre el paisaje restos de lejanas edificaciones, que con apenas 50 años hacen de lo moderno nuestra única historia", advirtió el arquitecto Niño Araque en un texto difundido a fines del año pasado.

La aparición de estos dos productos que retratan Caracas coincidió con la difusión de un libro sobre los cariños inexplixcables producidos por esta ciudad aparentemente inorgánica. "Caracas en 20 afectos" trata de encontrar una respuesta.

"No es una ciudad armónica, es una ciudad caótica, pero tenemos la obligación de mirarnos en ella", advirtió el compilador de los textos, el sociólogo Tulio Hernández.

Pero mientras la ciudad cambia y se construye sobre la destrucción, las imágenes del pasado y del presente evidencian la existencia de una presencia continua a los bordes de la ciudad: una verde cadena montañosa conocida como El Avila.

La montaña estaba allí cuando Caracas era apenas un puñado de casas. Y sigue allí, protegida con la denominación de parque nacional, cuando la ciudad trata de explicarse a sí misma a caballo entre dos siglos, convertida en uno de los detonantes para los afectos en medio del caos.

No en vano, Caracas es popularmente conocida como "la sultana de El Avila". (FIN/IPS/lc/mj/dv cr/00

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