La reducción de la pobreza será el tema principal de la reunión anual del Banco Asiático de Desarrollo, que comenzará este sábado en la ciudad tailandesa de Chiang Mai, en medio de protestas y un gran despliegue de seguridad.
Sin embargo, los críticos creen que solo se trata de una estrategia de una institución a la defensiva por sus malos antecedentes en materia ambiental y de derechos humanos, y en especial por su incapacidad de hacer frente a la crisis económica estallada en Asia en 1997.
El Banco, con sede en Manila, cambió en noviembre de 1999 sus objetivos de institución financiera por el de "la erradicación de la extrema pobreza de Asia y el Pacífico".
La modificación se produjo al mismo tiempo que el Fondo Monetario Internacional comenzó a destacar la reducción de la pobreza como una de sus prioridades.
Según el Banco, el cambio se debió a que unos 900 millones de pobres viven en Asia y el Pacífico, y a que uno de cada tres asiáticos es pobre.
Cerca de 40 por ciento de los 66 créditos aprobados en 1999, por un total de 5.000 millones de dólares, estuvieron enfocados en la reducción de la pobreza, destacó la institución.
Pero activistas sociales y ambientales señalan que, aunque el Banco trata de mostrar un rostro más humano, sus políticas promotoras de la privatización de sectores clave como la salud y la educación continúan arruinando la vida de millones de personas.
La financiación de proyectos hidroeléctricos también cayó bajo el fuego de la crítica por su impacto negativo sobre el ambiente y las comunidades desplazadas.
El Banco apoyó la construcción de más de 50 represas en el río Mekong y sus tributarios en Tailandia, China, Birmania, Laos, Camboya y Vietnam.
De hecho, 21 por ciento de los préstamos otorgados por el Banco entre 1968 y 1999 se destinaron al sector de la energía, seguido por el transporte y las comunicaciones.
Sesenta por ciento de los 5.000 millones de dólares destinados por el Banco al sector público se concentraron en el "crecimiento económico" (energía, transporte, comunicaciones, industria, finanzas y agricultura), según el Informe Anual 1999 de la institución.
Solo 13 por ciento de los créditos estuvieron dirigidos a la educación, la salud, la nutrición, el suministro de agua, el saneamiento y sectores urbanos, y solo uno por ciento se destinó a proyectos para la mujer.
"Para el Banco, el desplazamiento de personas significa reducción de la pobreza", señaló Grainne Ryder, director de la organización no gubernamental (ONG) canadiense Probe International, que desde hace años sigue las actividades del banco regional.
"Primero el Banco define a las personas como obstáculos en sus planes de construcción de represas, y las desplaza. Luego les crea empleos como guías turísticos, guardias forestales o trabajadores agrícolas", agregó Ryder.
Los planes del Banco para Tailandia y la región incluyen préstamos para la privatización del sector de la salud y la educación.
Un crédito de 13,3 millones de dólares para programas de reforma social en Tailandia ayudará a transformar los hospitales en organizaciones públicas administradas por directorios, privatizar universidades y escuelas de oficios, y reducir el número de maestros de enseñanza primaria.
Las reformas revertirán el actual apoyo estatal a la educación básica gratuita, afectará adversamente a los niños de familias pobres y forzará a las universidades a aumentar sus cuotas, advirtió la ONG Terra.
Además, agregó la organización, la privatización de hospitales hará más difícil el acceso de los pobres a los servicios de salud.
"Dado que el Banco contribuyó significativamente a la carga de la deuda de los países de la región, ¿cómo puede hablar de reducción de pobreza?", preguntó Shalmali Guttal, de Focus on the Global South, una ONG de Bangkok.
"¿Acaso habla alguna vez de la desigualdad social, los derechos laborales, los desplazamientos y las dificultades de las mujeres? Su única respuesta es más deuda, y así crea el clásico triángulo deuda-desarrollo-pobreza", concluyó Guttal. (FIN/IPS/tra-en/tag/js/mlm/dv/00
