/1 de Mayo/ INFANCIA-PERU: Entre el hambre y la sobreexplotación laboral

El gobierno de Perú, dispuesto a cumplir su compromiso ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de erradicar "las peores formas de trabajo infantil", prepara una ley para penalizar la sobreexplotación laboral de niñas y niños.

El trabajo infantil seguirá siendo tolerado en Perú, pero se eliminarán las formas mas duras y penosas, aclaró el presidente de la Comisión de Trabajo y Seguridad del Congreso, Helbert Salmavides.

El dirigente parlamentario expresó que en Perú no existen condiciones sociales para acabar totalmente con el trabajo de menores de 14 años, "como sería deseable".

"Estamos de acuerdo con el movimiento mundial que trata de erradicar el trabajo infantil y que los niños deberían dedicarse exclusivamente a estudiar, ejercitar su cuerpo y jugar, pero no tenemos condiciones pare ello", comentó.

En consecuencia, el trabajo infantil en Perú seguirá siendo tolerado y lícito, y solo se tratará de eliminar las tareas que se realizan en las más penosas y peligrosas condiciones.

"En nuestro país, el dilema de los niños de las familias pobres no es trabajar o no trabajar, y a veces ni siquiera estudiar o trabajar, sino comer o no comer", advirtió por su parte la activista en derechos humanos Ana Lara.

"Para esos niños, la dura realidad es comer antes que estudiar. Ese es el sector del problema en el que debemos concentrarnos", dijo Lara, de la filial local de la organización no gubernamental internacional Covenant House.

Salmavides convocó en marzo a integrantes de la comisión parlamentaria de Trabajo y Seguridad para preparar una visita de inspección a los lavaderos de oro de los ríos selváticos Puno y Madre de Dios, donde numerosos menores de edad trabajan en condiciones de virtual esclavitud, según algunas denuncias.

Hay consenso mundial para eliminar las condiciones más penosas de explotación laboral de niñas y niños, y Perú es uno de los países firmantes del Convenio Internacional Sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, aprobado en la OIT en junio de 1999.

El nuevo director general de la OIT, el chileno Juan Somavía, propuso erradicar totalmente el trabajo infantil, pero tuvo que admitir que ese objetivo solo se puede alcanzar por tramos, y eliminando primero las formas más duras de explotación.

En naciones industriales de situación social solvente, el trabajo infantil es ilegal. Pero en países como Perú, de alto desempleo y generalizada pobreza, los niños y niñas de las capas sociales más pobres tienen que contribuir a la alimentación de sus familias.

La OIT calcula que, en todo el mundo, alrededor de 250 millones de niños de edad entre cinco y 14 años deben trabajar para ganarse el sustento, y que la mitad de ellos lo hacen a tiempo completo y todos los días del año, de modo que son apartados de los estudios.

La misma organización estima que alrededor de 60 millones de esos niños trabajadores tienen menos de 11 años, de modo que por su edad y vulnerabilidad se puede considerar peligrosa la actividad que realizan.

Probablemente, unos 15 millones de niños trabajan en las condiciones que el convenio internacional aprobado caracteriza como las peores formas de trabajo infantil.

Las "peores formas de trabajo infantil" abarcan "todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud", como la venta y el trafico de niños, la servidumbre por deudas, la condición de siervo y el trabajo forzoso.

También se menciona específicamente en el documento de la OIT la utilización de niñas y niños para la prostitución y su reclutamiento para la producción o tráfico de estupefacientes.

En cuanto a los trabajos legalmente tolerados, el convenio recomienda a los estados vigilar las actividades en que los niños son expuestos a abusos de orden físico o psicológico, así como las que se realizan bajo tierra, en alturas peligrosas o en espacios cerrados y en ambientes insalubres.

En Perú, dentro de la clasificación de "peores" se encuadran el trabajo de niños en los lavaderos de oro del río Puno y del Madre de Dios, y el que los menores realizan en fábricas de ladrillos y canteras de la costa.

También pertenece a esa categoría la actividad de los llamados "niños topo" en algunas minas abandonadas por empresarios y explotadas penosamente por mineros informales.

Los niños que trabajan en los lavaderos de oro son pequeños indígenas de la sierra, especialmente de Cusco, entregados por sus propios padres a los "enganchadores" a cambio de alimentos para el resto de la familia.

En los lavaderos, los niños no pueden comunicarse con el exterior, están atrapados por un sistema de deudas que nunca pueden cancelarse y la mortalidad es difícil de precisar, por las condiciones de semiclandestinidad en que se realiza el trabajo.

En la periferia de Lima hay varias fábricas de ladrillos y algunas canteras cuya mano de obra son niños de ocho a 14 años, reclutados porque se les paga menos que a los adultos.

El secretario general de la OIT visitó una de las fábricas de ladrillos de Lima en agosto, cuando se realizó en Lima la reunión regional de las Américas del citado organismo.

En Huachipa, con el aporte de la OIT y del gobierno peruano, se creó una empresa cuyos trabajadores son los padres de los niños, en tanto que la asistencia a las escuelas de los pequeños ex trabajadores está bajo vigilancia de las autoridades.

En cuanto a los "niños topo", son llevados por sus padres a algunas minas de oro abandonadas de la costa sur, para que se introduzcan entre grietas persiguiendo las vetas de mineral, algo que no pueden hacer los adultos.

"La sobreexplotación de niños es consecuencia directa de la extrema pobreza y del desempleo, por eso el gobierno peruano trata de resolverla mediante la estabilización y reactivación de la economía, así como de la mejora de las condiciones de salud y educación", afirmó Salmavides. (FIN/IPS/al/ff/lb hd/00

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