MALASIA: La vida es más dura después de la jubilación

La vida de cientos de miles de malasios se hace más dura después de que dejan de trabajar, con jubilaciones muy inferiores a lo que necesitan para sobrevivir en forma digna.

Algunos de ellos reciben sólo 21 dólares mensuales, una cifra muy por debajo del umbral de pobreza, fijado en 121 dólares por mes, y debe tenerse en cuenta que ese límite se basa en un índice oficial de precios al consumo de una canasta familiar, que según algunos economistas no es fiel a la realidad.

El Congreso de Sindicatos Malasios (MTUC) urgió al gobierno a revisar los pagos a los jubilados y a quienes dependen de ellos, y la Asociación de Funcionarios Jubilados pidió que la prestación mínima se fije en 132 dólares, con una suma adicional anual equivalente al pago de un mes para paliar dificultades.

Tan Kok Hin dejó de trabajar hace 10 años en la compañía que lo empleó durante décadas como representante de ventas, cuando tenía 68 de edad, y obtuvo una compensación del estatal Fondo de Previsión para Empleados.

Tan trató de sobrevivir junto a su esposa con unos 10.500 dólares que había acumulado mediante su ahorro previsional obligatorio, pero después de un tiempo debió buscar un nuevo trabajo para hacer frente a necesidades cotidianas.

"El precio de todas las cosas ha subido, incluyendo el de la comida que se vende en puestos callejeros", afirmó.

Hay en la actualidad unos 350.000 jubilados en Malasia. Los ex empleados del sector privado, como Tan, recibieron el fruto de sus ahorros previsionales cuando se retiraron, y unos pocos tuvieron la suerte de que sus patrones les pagaran una suma adicional en ese momento.

Pero en el mejor de los casos ese dinero sólo les permitió sobrevivir durante unos cinco años. Empleados públicos que cobraron sumas basadas en el tiempo que trabajaron para el gobierno enfrentan un problema similar.

Las leyes establecen que los ex empleados públicos no reciban jubilaciones superiores a la mitad su último salario, aun después de trabajar durante 35 años.

La mayoría de los jubilados provienen del sector privado y reciben entre 65 y 105 dólares mensuales. Según estadísticas de 1997, 70 por ciento de los jubilados del país perciben menos de 131 dólares mensuales y 21 por ciento de ellos cobran menos de 53 dólares por mes.

Esto obliga a muchos a recurrir al apoyo económico de sus familiares o a buscar empleos de costumbre mal remunerados, como Tan.

Sin embargo, Tan es parte de la minoría que fue capaz de encontrar trabajo después de los 55 años, la edad de retiro establecida en las leyes. Ese límite es discutido, ya que se mantuvo incambiado pese al aumento de la expectativa de vida.

La expectativa promedio de vida actual en Malasia es 72 años para los hombres y 75 para las mujeres. El MTUC pidió que la edad de retiro se eleve a 60 años.

Para los policías con grado subalterno y el personal militar hay edades de retiro más tempranas.

Es habitual que los militares son dados de baja entre los 33 y 40 años, cuando la mayoría de ellos deben mantener a familias en crecimiento. Muchos terminan como obreros no especializados o en empleos mal pagados como choferes, guardias privados o mensajeros, sin perspectivas de promoción.

Los observadores señalan que es habitual que quienes se retiran a los 55 años aún deban amortizar préstamos y otros compromisos. Muchos empleados públicos sólo pueden aspirar a créditos para vivienda cuando tienen alrededor de 35 años, y al jubilarse todavía están pagándolos.

Muchos malasios se casan y tienen hijos a edades relativamente avanzadas, y es frecuente que padres de 50 años aún deban pagar la educación de sus descendientes, que es cada vez más costosa en el nivel terciario.

Es habitual que los jubilados coloquen el fruto de su ahorro previsional en depósitos bancarios a plazo fijo, pero eso apenas les sirve para mejorar sus condiciones de vida. "Los bancos pagan un interés de cuatro por ciento anual", lamentó Tan.

"Además, el medicamento que acostumbraba comprar para mis ojos subió de dos a cuatro dólares", añadió.

Los hospitales públicos brindan una atención mucho menos costosa que la de las instituciones privadas, pero muchos activistas piensan que el gobierno planea privatizar en forma parcial esos servicios, y que eso causará un aumento en su costo.

Los jubilados también se quejan de que ahora deben comprar en en farmacias y clínicas privadas, a mayor precio, medicamentos que eran fáciles de obtener en los hospitales del Estado.

Los críticos afirman que no hay motivo para que se impida trabajar a una persona de 55 años, ya que el primer ministro Mahatir Mohamad, de 74, no muestra intenciones de dejar su despacho y dedicarse a cuidar sus nietos. (FIN/IPS/tra- eng/an/cbb/rl/ego/mp/ap hd/00)

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