Grupos ambientalistas estadounidenses pidieron a los legisladores de su país que no busquen soluciones rápidas al aumento del precio del petróleo, sino que redirijan la política energética hacia fuentes renovables y no contaminantes como la eólica y la solar.
Desde que comenzó el aumento del precio del petróleo, que no presenta perspectivas de detenerse pronto, los legisladores discuten cuándo y cómo intervenir en el mercado para forzar una rebaja, quizás abriendo el acceso a nuevas reservas de combustible.
Los ambientalistas piden medidas que reduzcan la dependencia del petróleo. "La crisis actual se debe a nuestra adicción a ese combustible, que no hemos sido capaces de abandonar", declaró Debbie Sease, directora de la sección legislativa de la organización no gubernamental estadounidense (ONG) Sierra Club.
El precio del petróleo casi se triplicó el año pasado, luego de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y varias naciones que no la integran, como México y Noruega, decidieron reducir la producción en unos cinco millones de barriles diarios, o sea 6,5 por ciento.
Desde entonces, el precio ascendió de menos de 11 a 30 dólares por barril, y se espera que la demanda aumente más de un millón de barriles diarios este año.
En un encuentro realizado hace poco en Londres, los ministros de Petróleo de Arabia Saudita, México y Venezuela revelaron que propondrían un aumento de la producción en la reunion de la OPEP que se llevará a cabo el 27 de este mes en Viena.
Mientras tanto, el precio del combustible sigue aumentando en Estados Unidos, un país que consume más de 17 millones de barriles de petróleo cada día. Pese a que el precio estadounidense aún es relativamente bajo en comparación con el europeo, las autoridades piensan que su incremento puede causar una recesión económica.
Entre las soluciones que se manejan para el problema está la propuesta del presidente Bill Clinton de permitir a las compañías petroleras el acceso a la Reserva Estratégica de Petróleo estadounidense, un depósito previsto para situaciones de emergencia como un embargo o una guerra.
Uno de los defensores de esa iniciativa es Phil Verleger, un economista especializado en petróleo del Grupo Brattle, una firma consultora sobre cuestiones energéticas con sede en Cambridge, en el estado nororiental estadounidense de Massachussets.
Verleger dijo al diario Wall Street Journal que el precio del combustible aumentará más en los próximos meses, sea cual fuere la decisión de la OPEP en Viena, y que sólo el uso de las reservas gubernamentales puede detener la escalada.
Los ambientalistas ejercen presión contra ese tipo de solución de corto plazo, y señalan que el uso de combustibles fósiles causa contaminación de la atmósfera en las ciudades, lluvia ácida y emisión de los llamados gases invernadero, que han sido señalados como causantes del recalentamiento del planeta.
"El reciente aumento del precio del combustible debería ser una señal de alarma para que el país avance hacia una política energética 'limpia', que proteja al ambiente y a los consumidores", afirmó Gene Karpinski, director ejecutivo de la ONG estadounidense Grupo de Investigaciones de Interés Publico.
Los activistas temen que las compañías petroleras aprovechen la situación para tratar de que el Congreso les permita realizar operaciones de prospección y extracción de petróleo en la Reserva Natural Nacional del Artico.
Sease alegó que esa reserva es un patrimonio nacional estadounidense creado para proteger el vulnerable hábitat de las especies árticas, "donde los osos pardos y polares aún andan sueltos, y el destino de migraciones de millones de aves de todo el país, que empollan y alimentan alí a sus pichones".
La población indígena de la etnia gwich-in, que ha vivido en el Artico durante miles de años, depende para alimentarse del llamado caribú puercoespín, que se reproduce cada año en las planicies de la costa de la reserva.
Los biólogos consideran muy probable que el desarrollo de actividades de prospección y extracción de petróleo dentro de la reserva dañe a esa variedad de caribúes, y por otra parte la reserva de petróleo estimada en el Artico sólo bastaría para unos 50 días de consumo estadounidense al ritmo actual.
"Sacrificar el hogar de los gwich-in para obtener petróleo durante menos de dos meses sería una arrogancia impensable", afirmó Sease.
Este incremento del precio del combustible es sólo la consecuencia más reciente de la incapacidad del gobierno para desarrollar una estrategia nacional energética ambientalmente sustentable, sostuvo Alden Meyer, director de relaciones con el gobierno de la Unión de Científicos Preocupados de Estados Unidos
"Necesitamos que la política energética avance en una nueva dirección, basándose en una eficiencia mucho mayor en el uso de la energía y en un urgente desarrollo de fuentes renovables como la energía solar, la eólica y la producida por biomasa", mediante tecnologías disponibles pero no empleadas, afirmó.
"Debemos aplicar políticas que permitan la penetración de esas tecnologías en el mercado masivo", indicó.
Meyer añadió que algunos medios de desarrollar tal estrategia podrían ser la exigencia de que la emisión de gases por parte de las plantas productoras de energía no sobrepase ciertos niveles, y la concesión de beneficios tributarios a quienes empleen técnicas no contaminantes.
Los ambientalistas también piden que se exija mayor eficiencia en el empleo de combustible en automóviles y camiones.
Sease indicó que automóviles y camiones lamados "livianos" consumen 40 por ciento del total de combustible empleado en el país, porque "los parámetros aplicados para controlar el consumo de combustible por parte de esos vehículos son obsoletos".
El Sierra Club demanda que se exija una eficiencia 60 por ciento mayor en el consumo de combustible, y afirma que se trata de una cuestión de voluntad política.
Las firmas que venden combustible tienen gran capacidad de presión sobre los legisladores. Una campaña de esas firmas es la causa de que el Congreso no haya ratificado el Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional para la reducción de emisiones de gases invernadero mediante la quema de combustibles fósiles.
Los ambientalistas han elogiado a los senadores Jim Jeffords, del opositor Partido Republicano, y Joe Lieberman, del gobernante Partido Demócrata, elegidos en los estados nororientales de Vermont y Connecticut, respectivamente, quienes presentaron un proyecto de Ley de Energía Limpia el año pasado.
La aprobación de esa iniciativa implicaría exigir a la industria de generación de energía eléctrica que aumente su eficiencia en el uso de combustible.
"Es claro que los senadores Lieberman y Jeffords tuvieron más en cuenta el interés de los consumidores y del ambiente que el interés del cartel de la OPEP y de la industria del combustible en mantener sus escandalosas ganancias". comentó Karpinski. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/mp/na en/00