Seis niños entre 12 y 14 años observan azorados la sala del tribunal de Turquía donde se defienden de la acusación de "perturbar el orden público" que los podría conducir a la cárcel por un período de entre seis y 18 meses.
Los menores, alumnos de la escuela primaria Ataturk Ciftiligi, de Gazi, uno de los distritos suburbanos más pobres de Estambul, fueron acusados por las autoridades luego de que hace cinco meses protestaran por la falta de maestros.
A los niños, sus compañeros, familiares y amigos les llevó más de dos horas llegar al Tribunal de la Infancia de Estambul desde Gazi.
Pero los familiares y amigos, que se pasaron todo el día intentando asistir al juicio, tienen orden de permanecer fuera de la sala. Los pequeños "delincuentes" deben enfrentarse a los jueces por sí solos.
"En lugar de construir más escuelas, construyen más estaciones de policía en el vecindario. Es como si viviéramos en otro país. Queremos tener las mismas oportunidades que los niños de los distritos más ricos de la ciudad", dijo un alumno de la escuela a IPS.
"La mayoría de las aulas están vacías. Y cuando hay maestros, los de literatura enseñan matemática y los de ciencia enseñan inglés. Nuestros amigos se manifestaron con carteles en el patio escolar para llamar la atención sobre la falta de personal, pero fueron detenidos de inmediato. No lo puedo creer", dijo otra.
"Pero estamos orgullosos de ellos, hicieron lo que debían", precisó a IPS.
Derya Bayir, una de las abogadas de los niños, sostiene que el caso nunca tendría que haber llegado ante la corte ya que carece de base jurídica.
"Pero los jueces rechazaron mi planteo. Los niños deberían haber sido exonerados según el Convenio de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia, del cual Turquía es signataria. El acceso a la educación es un derecho básico", declaró.
"En su lugar debería ser el gobierno el sometido a juicio ya que no cumplió con el deber de brindarle la educación adecuada a estos niños", argumentó la abogada.
"Así mismo, la Convención de las Naciones Unidas les brinda a los niños el derecho de manifestarse en asuntos que les conciernen", agregó.
Delegados del Sindicato de Maestros están presentes en el tribunal para apoyar a los acusados. "Es una vergüenza que niños de 13 y 14 años sean juzgados por pedir más maestros", dijo Ahmet Korkmaz, presidente sindical del distrito.
"Esto expresa gráficamente la situación de la educación nacional. En los tres distritos de Eyup, Bayrampasa y Gaziosmanpasa, la zona de Estambul de donde proceden los niños, existen 140 escuelas primarias y secundarias con una falta de personal de unos 300 maestros", explicó.
El ministro de Educación, Metin Bostancioglu, reconoció que faltan unos "30.000 maestros en el sistema de educación primaria" de este país de 62 millones de habitantes.
"En Estambul hay dos millones de alumnos en las 3.000 escuelas primarias y secundarias de la ciudad, con unos 60.000 maestros", dijo el Director de Educación Nacional, Omer Balibey.
El sistema educativo padece desigualdades regionales, dijo el profesor Burhan Senatalar, de la Universidad de Estambul.
"Si (los niños) no fueran de Gazi, no habrían recibido ese tratamiento riguroso. Como están relacionados con la zona de conflicto, se los trata como posibles sospechosos, y no como niños inocentes", dijo el maestro Riza Tura, de Estambul.
Gazi, habitada mayormente por minorías étnicas y religiosas, fue la sede de cruentos enfrentamientos con la policía en 1995 cuando 33 personas perdieron la vida en los disturbios desatados por la sospechosa muerte de un dirigente espiritual local de la minoría religiosa alevite.
"El juicio ejerce un efecto traumático en los niños. Están muy perjudicados y necesitan ayuda psicológica", dijo Korkmaz.
La madre de una de las jóvenes acusadas, que solicitó permanecer en el anonimato, dijo que está sumamente preocupada por el trauma psicológico que sufrió su hija desde que fuera detenida.
"No duerme bien. Antes se dormía a eso de las nueve, pero ahora se queda despierta hasta la medianoche. El año pasado era una de las mejores alumnas, pero ahora perdió tres materias", informó a IPS.
"La relación con sus amigos y su entorno cambió para peor. Hasta cuando suena el teléfono le da miedo", sostuvo.
Pero el acto que llevó a su hija ante la corte no es causa de inquietud para la madre, que cree que los niños hicieron lo que deberían haber hecho los padres.
"Nos mostraron lo indiferentes que nos hemos transformado antes nuestra propia situación. Son más sensibles y reaccionan más frente a estas desigualdades que nosotros", dijo a IPS.
Los niños acusados salen del tribunal perplejos. Les resulta prácticamente imposible comprender el debate jurídico entre sus abogados y los jueces. Es un mundo y un idioma totalmente ajeno al de ellos.
Rodeados de policías, no se les permite hablar a la prensa. Incluso más asustados que antes, los niños se suben al autobús con sus padres, hasta la próxima vez en que deban comparecer ante el tribunal que decidirá su destino. (FIN/IPS/tra-en/nm/sm/aq/hd/00