/BOLETIN-DD HH/ COLOMBIA: El incierto futuro de los niños de la guerra

"Carlos" no pasó su cumpleaños el 3 de enero con sus hermanas y su madre en El Castillo, en el sudeste de Colombia, sino que lo celebró en la capital, con sus nuevos amigos del programa de protección a menores desvinculados de los grupos armados de oposición.

"Cumplí 16 años y me hicieron torta (de cumpleaños), ese día estuve feliz pero me hicieron falta mi madre y mis hermanas", dijo "Carlos", a quien sólo se le identifica con ese nombre por razones de seguridad.

Carlos vivió en El Castillo, en el departamento de Meta, con su madre y sus dos hermanas hasta el 18 de mayo de 1999, cuando fue reclutado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor y más antigua organización guerrillera del país.

Lo llevaron junto con otros 17 jóvenes a un campamento en el que había motocicletas, camionetas y guerrilleros.

"Durante todo el día recibía entrenamiento para aprender a disparar, camuflarse en los ataques, y clases de comunismo. Después nos fuimos a la guerra", afirmó.

El último combate que recuerda es el de Puerto Lleras, en Meta, en el que salvó su vida porque cuando comenzaron los bombardeos del ejército se escondió entre la vegetación.

Los guerrilleros de su grupo abandonaron el lugar y él se entregó "con fusil y todo" a los soldados que permanecían en el área, quienes lo llevaron al programa de reinserción.

Más de 5.000 menores permanecen aún en las filas de las organizaciones guerrilleras y los grupos paramilitares de derecha, pese a los reiterados llamados de organismos humanitarios para que cese esta práctica.

El Instituto Colombiano para el Bienestar Familiar estima que cerca de 2.000 niños y niñas están enrolados en la guerrilla y unos 3.000 en los grupos paramilitares.

Las Fuerzas Armadas reclutaron menores de 18 años en sus filas hasta julio de 1999, fecha en la que prestaban servicio obligatorio cerca de 4.000 jóvenes que terminaban la educación secundaria.

Una investigación de la Defensoría del Pueblo realizada entre 1996 y 1998, con una muestra representativa de 180 niños y niñas involucrados en el conflicto armado, indica que son utilizados en acciones de inteligencia, como espías, mensajeros, escudos humanos o combatientes.

La guerrilla los denomina "abejitas", los paramilitares "campanitas", los milicianos (guerrillas urbanas juveniles) "carritos", y el ejército, que también los utilizaba en la época en que llevó a cabo el estudio, llamaba "chicos de acero" a los adolescentes y "pollitos de acero" a los niños y niñas.

Un caso de las "chicas de acero" se presentó con motivo de un acto del Ejército de Liberación Nacional (ELN), segunda fuerza guerrillera del país, en el que se retuvo durante varias semanas a nueve menores de 18 años que apoyaban acciones comunitarias del ejército en el noroccidental departamento de Antioquia.

Las jóvenes, que utilizaban uniforme militar de camuflaje para su trabajo -hecho tipificado como infracción por el Derecho Internacional Humanitario-, fueron acusadas por el ELN de realizar tareas de inteligencia para el ejército.

Según el informe de la Defensoría del Pueblo, 18 por ciento de los menores entrevistados reconocieron haber matado al menos una vez, 60 por ciento vieron matar, 40 por ciento dispararon contra alguna persona, 13 por ciento cometieron secuestros y 28 por ciento resultaron herido.

El 33,3 por ciento de los niños combatientes que se encuentran en filas guerrilleras se vincularon por atracción a las armas y uniformes, un porcentaje igual lo hicieron presionados por la pobreza y 16 por ciento porque crecieron viendo con frecuencia a guerrilleros y escuchando sus propuestas, señala el estudio.

El defensor del Pueblo, José Castro, dijo a IPS la participación de ninos y niñas en la guerra es "contraria a los más altos valores éticos que soportan el desarrollo contemporáneo de la humanidad".

El impacto psíquico y emocional de la guerra en los niños y las niñas, y la dificultad para reinsertarlos a la sociedad, llevó a la Defensoría del Pueblo a solicitarle a los grupos armados y al gobierno un acuerdo humanitario que prohiba el reclutamiento de menores de 18 años.

Un llamado similar formuló el representante especial del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas para los niños y el conflicto armado, Olara Otunnu, quien visitó Colombia en junio.

Otunnu se entrevistó en esa oportunidad con el presidente Andrés Pastrana, representantes de organizaciones no gubernamentales y miembros de la cúpula de las FARC, a los que pidió la inclusión entre los temas de la negociación de paz el de la protección a los niños víctimas de la guerra.

Así mismo, un documento del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) indica que la primera forma de victimización de los niños en la guerra es su participación como combatientes.

Estos menores que se han involucrado en la guerra tienen una carga de violencia 40 veces mayor que la de un adulto, señaló el psicólogo Roberto Pulido, de la privada Universidad Javeriana.

El experto considera que 80 por ciento de estos niños y niñas muestran voluntad de empezar una nueva vida, pero cuando las condiciones no les son favorables se ven inclinados a retomar las armas. (FIN/IPS/yf/ag/hd/00

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe