La tasa de nacimientos en México descendió de siete a 2,4 hijos durante las últimas tres décadas, pero ese proceso registró una tendencia inversa entre las adolescentes.
El 20 por ciento de los 2,5 millones de niños y niñas que nacen al año corresponde a madres menores de 19 años, informó este martes Luis Asaad, coordinador de la clínica de Atención al Adolescente de la Secretaría de Salud.
En los años 70, las adolescentes embarazadas representaban 11 por ciento. La cifra anual de 500.000 niñas madres demuestra que mientras la población adulta del país tiende a controlar su fecundidad, entre los jóvenes no ocurre igual.
El creciente número de embarazos entre las adolescentes impulsó a las autoridades del sector a crear una clínica especializada en atención a mujeres de 10 a 19 años.
Asaad lamentó que la mayoría de las pacientes acudan de manera tardía al nuevo centro, dependiente del Instituto Nacional de Perinatología de la Secretaría de Salud.
Las jóvenes embarazadas llegan a solicitar atención médica y orientación sólo entre el segundo y tercer trimestres de gestación, indicó el funcionario.
Infecciones en vías urinarias y enfermedades de transmisión sexual son la causa de que 13 por ciento de los partos sean prematuros y de crear complicaciones en el feto, añadió.
En México, 70 por ciento de las mujeres y 80 por ciento de los hombres inician una vida sexual activa antes de los 19 años, según estadísticas oficiales. Sin embargo, el uso de métodos anticonceptivos no es común entre los adolescentes.
Los adolescentes requieren de los elementos necesarios para que puedan desarrollar una vida sexual de la mejor manera posible y descartar los riesgos de un embarazo, dijo Asaad. En esa etapa, las posibilidades de complicaciones se elevan en relación con la edad adulta.
En 3,3 por ciento de los casos, las adolescentes madres tuvieron hijos con malformaciones, precisó.
En los últimos años recrudeció la pugna entre organizaciones partidarias de prevenir los embarazos no deseados y otras que se oponen al aborto, entre las que se encuentra la Iglesia Católica.
En esa batalla, el grupo Pro-Vida acusa a la Secretaría de Salud de intentar una modificación legal del concepto de embarazo en lo que hace a los servicios de planificación familiar, a fin de legalizar el uso de los llamados anticonceptivos "de emergencia".
Según Pro-Vida, los responsables de la Secretaría de Salud estarían preparando el terreno para favorecer a asociaciones a las que califica de "proabortistas".
La Secretaría de Salud promueve que el concepto de embarazo no comience con la fecundación del óvulo, como señalan libros de texto de enseñanza primaria, sino a partir de la implantación del cigoto en la matriz.
Pro-Vida mantiene una lucha feroz contra Mexfam, una organización privada que asiste desde 1965 a mujeres en materia de anticonceptivos.
En sus clínicas y consultorios en todo el país, Mexfam ofrece anticonceptivos "de emergencia", un método que detiene la liberación del óvulo e impide la fecundación como última oportunidad de evitar el embarazo, pero que Pro-Vida califica de abortivo.
En los últimos 20 años, cuando avanzaron las campañas oficiales de planificación familiar, se redujo de 15 a 4,8 el número de muertes maternas por cada 10.000 nacimientos.
Del total de mujeres católicas mexicanas (estimada en 92 por ciento de la población femenina), 77,9 por ciento utiliza métodos anticonceptivos y 19,8 por ciento (una de cada cinco mujeres alguna vez embarazadas) experimentó un aborto.
Entre las mujeres más pobres, que habitan en zonas rurales y no han tenido acceso a la educación, al igual que entre las más jóvenes, los avances en el control de la natalidad han sido limitados. No más de 51 por ciento de las mujeres mexicanas más pobres usan anticonceptivos.
La Iglesia Católica arremetió en contra de organizaciones no gubernamentales y grupos religiosos que defienden el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos acusándolos de ser "parte de la cultura de la muerte (…) oscuros en su origen y con financiamiento poco transparente". (FIN/IPS/pf/ag/hd/00