Un grupo de expertos en cuestiones ambientales y agrícolas lanzaron una ofensiva ante legisladores y periodistas de Estados Unidos para abrir un debate sobre los riesgos y beneficios de la biotecnología en países en desarrollo.
Mientras representantes de más de 130 gobiernos reanudan en Montreal, Canadá, conversaciones sobre el comercio de organismos genéticamente modificados, los expertos se preguntaron en la capital estadounidense si esa tecnología dañaría el ambiente y la salud, o daría seguridad alimentaria.
La reunión, que comenzó el lunes y concluirá este viernes, tiene el objetivo de encaminar un acuerdo en materia de normas sobre comercio internacional de organismos transgénicos.
A través de conversaciones anteriores, el llamado Like Minded Group ("grupo de países que piensan parecido"), compuesto por más de 100 países en desarrollo y China, han exigido la rigurosa reglamentación del comercio de productos transgénicos.
Las negociaciones en febrero del año pasado se paralizaron cuando ese grupo chocó con el grupo de Miami (liderado por Estados Unidos y que incluye a Argentina, Canadá, Chile y Uruguay) de exportadores agrícolas que desean normas limitadas sobre el comercio de transgénicos.
Calestous Juma, consejero especial del Centro para Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, dijo en Washington que las negociaciones sobre bioseguridad no reflejaron de manera adecuada los intereses de los países en desarrollo.
"Los asuntos están enmarcados en el contexto de las preocupaciones de países industrializados", declaró el lunes a miembros del Congreso legislativo estadounidense.
La alarma suscitada por el impacto de la tecnología sobre la salud y el ambiente y los esfuerzos para adoptar un protocolo basado en los riesgos han ofuscado las discusiones sobre los beneficios de la biotecnología, dijo.
"Si bien la biotecnología no puede resolver todos los problemas asociados con la producción agrícola, cuenta con medios para corregir aspectos específicos", señaló Juma.
Las cosechas se malogran en muchos lugares del mundo en desarrollo, especialmente en Africa, dijo. Las mejoras biotecnológicas pueden contrarrestar los suelos empobrecidos, lluvias escasas, altas temperaturas y prevalencia de plagas que siguen afectando la seguridad alimentaria en ese continente.
Una manera de asegurar la seguridad alimentaria es ampliar el tipo de cosechas cultivadas, apuntó.
La mayor parte de las investigaciones agrícolas en los países en desarrollo están enfocadas sobre una estrecha gama de cultivos, y muchas de las sementeras usadas por las comunidades locales no se han beneficiado con las investigaciones biotecnológicas, agregó.
"La moderna biotecnología ofrece las mejores opciones disponibles para diversificar la producción agrícola acelerando el desarrollo de nuevas variedades, incluyendo aquellos cultivos mal utilizados", dijo.
El factor principal que limita las posibilidades de los países en desarrollo de beneficiarse con los avances de la moderna biotecnología es que la mayoría de ellos carece de capacidad científica y tecnológica, observó Juma.
Para asegurar que las poblaciones más pobres del mundo no sigan pasando hambre en el siglo XXI, los avances biotecnológicos deben ser desplegados en su beneficio mediante un sólido esfuerzo de investigación agrícola por el sector público, dijo Gordon Conway, presidente de la Fundación Rockefeller.
Si bien reconoció los riesgos para la salud y el ambiente, Conway dijo que la biotecnología puede ser una de las claves para reducir el hambre.
El experto señaló un hallazgo científico anunciado este mes por el Instituto Científico de Plantas del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich, que desarrolló con éxito un tipo de arroz transgénico capaz de eliminar la falta de vitamina A.
La carencia de este nutriente mata a dos millones de niños por año y es la principal causa mundial de ceguera. Conway también expresó que los países en desarrollo sufrían una fuerte dependencia de los pesticidas químicos en aerosol.
En China, por ejemplo, algodón genéticamente modificado que contiene el pesticida conocido como Bt permitió mayores cosechas y menos envenenamientos de otros pesticidas.
"Los posibles beneficios de la biotecnología en vegetales son considerables, pero es improbable que se materialicen a menos que se distribuyan semillas gratis, o al menos a costos nominales. Eso requerirá fuertes inversiones públicas por gobiernos nacionales y donantes", dijo Conway.
Las mayores empresas mundiales de biotecnología no invierten en investigaciones agrícolas que beneficien a las poblaciones de países en desarrollo.
Los 100 millones de dólares que gastó la Fundación Rockefeller en los últimos 10 años para investigaciones biotecnológicas sobre el arroz, por ejemplo, fueron una gota en el océano comparados con los 13.000 millones de dólares que las compañías invirtieron para estudiar plantas resistentes en países industrializados.
Conway dijo que los programas alimentarios deben incluir los productos específicos de muchos países en desarrollo como casabe, arroz, maíz africano, sorgo y mijo. Añadió que tambien estaba preocupado por el uso de patentes en la investigación biotecnológica.
"Están creando graves problemas y, potencialmente, gastos adicionales significativos para programas del sector público que ya padecen de dificultades financieras y están destinados a producir semillas para campesinos pobres", explicó Conway.
Sin embargo, Patrick Holden, director de la Asociación del Suelo, radicado en Gran Bretaña, previno que no se conoce lo suficiente acerca de la tecnología, la cual podría ocasionar graves daños sobre la salud pública y el ambiente en países en desarrollo.
Haciéndose eco de las duras críticas a la tecnología que han surgido en toda Europa y ya se están haciendo sentir en Estados Unidos, Holden dijo que las difusas plantaciones de semillas genéticamente alteradas podrían afectar la biodiversidad tanto en las áreas cultivadas como salvajes.
Describió la amenaza tóxica de cultivos transgénicos a la flora y fauna, incluyendo la mariposa monarca, y dijo que los genes de las cosechas alteradas podrían propagarse a través de la polinización cruzada y dar como resultado cizaña extremadamente resistente.
"No vemos justificación en perseguir una tecnología que no es confiable y tiene tantos efectos colaterales negativos y riesgos asociados", manifestó Holden a los legisladores. (FIN/IPS/tra- en/dk/ks/ego/mj/dv en/00