Las tareas pendientes de la transición democrática en Chile, sobre todo en lo que respecta a la libertad de expresión, repercutieron en la Feria del Libro de Guadalajara, México, que tuvo a este país como invitado de honor.
La feria de nueve días, que finalizó el domingo, fue marco de renovadas denuncias sobre normas autoritarias que prevalecen en Chile, pero también dio lugar a polémicas entre intelectuales independientes y representantes del gobierno chileno.
La Feria del Libro de Guadalajara, la más importante de su tipo en América Latina, dedicó su versión 1999 a Chile, que se hizo presente en la muestra con una masiva delegación de escritores, poetas, ensayistas, músicos y funcionarios.
Las polémicas en torno a la participación chilena comenzaron unos tres meses antes de la feria y tuvieron como motivo los criterios con que el gobierno seleccionó a los intelectuales que representarían al país en Guadalajara.
Como siempre, hubo quienes reclamaron por grandes ausentes y por inmerecidos integrantes en la delegación cultural, en la cual se buscaron equilibrios para que estuvieran representadas las diversas esferas de la creación artística.
De ese modo, se dejó fuera de la representación chilena a la escritora Diamela Eltit, una de las más valoradas por la crítica, y se incluyó a Douglas, un cantante melódico de gran convocatoria en sectores populares.
Una vez instalada la feria, la primera situación polémica corrió por cuenta del escritor chileno radicado en Europa Luis Sepúlveda, quien se negó a aparecer como parte de la delegación oficial chilena.
Sepúlveda, autor de la celebrada novela "Un viejo que leía novelas de amor", acompañó a la periodista Alejandra Matus en la presentación en la feria de "El libro negro de la justicia chilena", una obra prohibida en este país.
Sepúlveda puntualizó que rechazaba aparecer como representante oficial de un país en que se atropella la libertad de expresión, aludiendo a la persecución judicial del libro de Matus, quien debió salir de Chile en junio para eludir un arresto.
A comienzos de noviembre Estados Unidos concedió asilo político a la periodista, perseguida por una ley de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90) que tipifica como sedición supuestas injurias a militares y miembros de los poderes del Estado.
"El libro negro de la justicia chilena", publicado por la editorial Planeta, fue la obra chilena más vendida durante la Feria de Guadalajara, con 300 ejemplares, superando a consagrados autores como Isabel Allende y Antonio Skármeta.
Otra situación polémica de la feria se produjo a raíz de la exclusión, a última hora, de un foro dedicado al presidente Salvador Allende (1970-73) de la periodista y escritora Faride Zerán, directora de la revista chilena Rocinante.
Zerán, quien es además directora de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, afirmó que hubo presiones del embajador chileno en México, Luis Maira, para que se la excluyera del foro al cual la invitó Margarita Sierra, directora de la feria.
Rocinante, una revista cultural, incluyó en su número de noviembre una dura crítica a la novela "Nuestra señora de la soledad", cuya autora es Marcela Serrano, esposa del embajador Maira.
Según Zerán, ese fue el motivo por el cual Maira habría hecho que la excluyeran del homenaje a Allende, lo cual fue desmentido por el diplomático, respaldado en su posición por el presidente del comité organizador de la feria, Raúl Padilla.
La directora de Rocinante dijo al diario La Tercera, de Santiago, que las autoridades chilenas mostraron en Guadalajara una actitud intolerante y reivindicó "el derecho a la independencia de los periodistas y el derecho a la crítica".
El viceministro de Relaciones Exteriores, Mariano Fernández, quien encabezó la delegación oficial chilena a la feria, se vio igualmente enfrascado en abiertas polémicas con escritores de este país que criticaron amargamente la transición.
El narrador Jaime Collyer dijo en una mesa sobre narrativa que la democracia es un acto "fallido" en Chile y que "ciertos personeros de la Concertación (de Partidos por la Democracia, la coalición gobernante) son el rostro del envilecimiento.
Las palabras de Collyer fueron respaldadas por el escritor Poli Délano y por el cronista Pedro Lemebel, quien comparó la larga y angosta franja de territorio de Chile con una sonrisa hipócrita.
Fernández refutó tanto las críticas de Spúlveda como de Collyer, Délano y Lemebel. "No me hablen de fallida democracia. ¿Ustedes perdieron la memoria de lo que significa vivir bajo Pinochet?", les dijo.
"En Chile se goza de una libertad grande", sostuvo el vicecanciller, quien sostuvo también que este país "está viviendo una explosión cultural inédita". (FIN/IPS/ggr/dm/cr/99