CUMBRE IBEROAMERICANA: Una de cal y otra de arena para Cuba

Cuba obtuvo un triunfo en la IX Cumbre Iberoamericana, el contundente rechazo de la ley estadounidense de embargo, que limita sus posibilidades de desarrollo, pero también un buen tirón de orejas por insistir en su rígido sistema socialista.

Este país anfitrión de la reunión recibió especiales elogios por la eficiente organización del programa de actividades, a la par de constituirse en centro de las controversias que ya se han hecho habituales en estas citas.

Además de la inasistencia de cinco mandatarios, varios de los que viajaron a La Habana se ocuparon, en palabras o con hechos, de remarcar que la participación en la reunión no significaba un respaldo al gobierno de Fidel Castro.

"Lo importante es que la cumbre se haya realizado aquí", comentaron medios allegados a las autoridades cubanas, que desde hace semanas venían acusando a Washington y a sectores de derecha del exilio cubano en Estados Unidos de intentar sabotear el encuentro.

Fuentes diplomáticas, en cambio, consideraron que las entrevistas del presidente del gobierno español, José María Aznar, y de varios cancilleres latinoamericanos con sectores de la oposición cubana no reconocida por la ley fue una muestra evidente de desacuerdo con el sistema político de este país.

Castro sostiene que los opositores son "virtuales" y formaron parte de la estrategia estadounidense para obstaculizar el éxito de la reunión y disminuir la atención de los temas realmente importantes que allí se discutieron.

Por su parte, Aznar reclama para estos sectores la libertad, si así lo quisieran, de defender sus tesis. "En una democracia eso es lo habitual", dijo en conferencie de prensa.

Un portavoz del gobierno español fue más explícito ante la prensa de ese país y de otras naciones, cuando comentó que Aznar, al reunirse con la disidencia, quiso trasmitirle que "comparte sus anhelos de libertad, democracia y respeto de los derechos humanos".

El funcionario, además, consideró difícil que se concrete "a corto plazo" una visita del rey Juan Carlos de España a la isla, pues para que se den las condiciones requeridas "es necesario que un país se pueda expresar con libertad cuando viene un mandatario extranjero".

España, por otra parte, entiende que la comunidad iberoamericana salió reforzada de La Habana y la puesta en marcha de la Oficina de Cooperación, que tendrá a Madrid por sede, constituye un paso más en la institucionalización de la región cuyos lazos pueden reforzarse con las nuevas tecnologías.

A su vez, Castro continuó defendiendo la opción socialista para su país, señalando que su sistema electoral es más serio que el de Estados Unidos, "donde 50 por ciento de la población no vota".

Las elecciones son aquí "sin fusiles, sin soldados, sin publicidad, sin gastar dinero en ello", dijo el gobernante en conferencia de prensa el martes por la noche.

La Declaración de La Habana reiteró el compromiso de los gobiernos iberoamericanos de "fortalecer y hacer efectivo el funcionamiento de las instituciones democráticas, el pluralismo político, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales".

En el párrafo siguiente, rechazó la "aplicación unilateral y extraterritorial de leyes o medidas nacionales que infrinjan el Derecho Internacional", con mención explícita a la ley estadounidense Helms-Burton.

Esa norma intensificó el embargo comercial y económico de Estados Unidos contra Cuba y permite sancionar a terceros países que realicen inversiones en la isla.

El gobierno cubano logró la semana pasada que 157 países apoyaran en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) su demanda de cese de la ley Helms-Burton, exhortación a la que nuevamente se sumó la Cumbre Iberoamericana, cuyas decisiones son adoptadas por consenso.

Si bien la inclusión de ese párrafo no fue idea de los anfitriones, éstos no pueden dejar de considerarlo un buen punto a favor de su diplomacia, que, por otro lado, sufrió a principios de año un fuerte revés en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

En abril, esa comisión aprobó, aunque por apretado margen, una resolución de condena por la situación de los derechos humanos en Cuba, país que acusó a los proponentes del texto de ser "títeres" de Estados Unidos.

Las autoridades cubanas consideran a su país un modelo de respeto de las libertades fundamentales por su política social y el acceso en igualdad de condiciones de sus ciudadanos a los servicios de salud, educación, empleo y seguridad social.

Sin embargo, muchos leyeron "Cuba" en el trasfondo de las palabras del rey Juan Carlos de España en la cena ofrecida por Castro la noche del lunes, en el Palacio de la Revolución.

"Solo con una auténtica democracia, con la plena garantía de las libertades y con el escrupuloso respeto de los derechos humanos por parte de todos nosotros, podrán nuestros pueblos afrontar con éxito los desafíos del siglo XXI", dijo el rey en parte de su discurso.

Referencias más o menos similares fueron hechas en sus exposiciones, entre otros, por la presidenta Mireya Moscoso, de Panamá, donde se realizará la X Cumbre Iberoamericana el año próximo, que estará dedicada a la niñez y la adolescencia.

El tema estuvo también presente en la fundamentación de tres de los cinco presidentes de América Latina que se abstuvieron de concurrir a la cumbre de La Habana: Francisco Flores, de El Salvador, Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica, y Arnoldo Alemán, de Nicaragua.

Tampoco concurrieron a la cita los gobernantes Eduardo Frei, de Chile, y Carlos Menem, de Argentina, quienes argumentaron que la causa contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet que sustancia la justicia española viola los principios de soberanía y no intervención consagrados en las cumbres anteriores.

El propio Castro reconoció, al dejar instalada la sesión inaugural, que cuando se decidió reunirse en Cuba, en la III Cumbre, en 1993, se creyó que llegada la fecha ya no habría cumbres ni socialismo en la isla.

"Cuando ya muchos pensaban que tales reuniones estaban de más, nadie puso la menor objeción de que Cuba fuese sede de una novena cumbre en 1999. Para esa fecha ni siquiera existiría", dijo Castro. (FIN/IPS/pg/dm/ip/99

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