/Ciudades de América Latina/ COLOMBIA: Integración cultural entre capitales

Artistas de la capital de Colombia concretan intercambios culturales con otras ciudades de América, haciendo realidad las proclamadas intenciones de integración del gobierno, que aún no ha logrado implementar políticas eficaces al respecto.

El artista plástico Jorge Olave es uno de los que han plasmado esta idea al llevar, sin apoyo estatal, su proyecto escultórico de participación ciudadana a las ciudades de Santiago de Cuba, México y Guatemala. También tiene previsto integrar a este periplo a Miami, a donde viajará a fines de este año.

Olave, con medios propios y gran creatividad, años atrás pobló de esculturas La Candelaria, una zona colonial del centro de Bogotá, colocando una serie de figuras que escalan paredes, se asoman a balcones, miran al vacío o trepan a los techos.

"Mi proyecto pretende hacer un reconocimiento al ciudadano común, a esos héroes de todos los días, y replantear la visión histórica del monumento convencional", dijo Olave a IPS.

Agregó que hace esculturas a seres vivos del entorno del lugar, y "los hago a escala natural, en contraposición al monumentalismo, y su ubicación es también determinante, ya que casas y edificios sirven de soporte, de pedestal".

Su método de trabajo es participativo. "Primero organizo una especie de junta de vecinos para escoger al personaje a esculpir y las viviendas donde se colocarán las obras, y luego un equipo universitario registra el proceso e investiga", explicó el artista plástico.

Olave consiguió que se interesaran por sus trabajos en otros países de América Latina y ahora en Estados Unidos a partir de entrevistas y notas que trascendieron al exterior, pero más por comentarios de visitantes que apreciaron sus figuras ubicadas en La Candelaria.

"Fui invitado al Festival de Cultura Caribe de Santiago de Cuba a raíz de que una cubana vio mi obra en la calle", al igual que la invitación a exponer en México que llegó directamente de la dirección del museo de la Universidad Autónoma de la capital mexicana luego de que uno de sus miembros visitó Bogotá, dijo.

La obra de Olave en La Candelaria ha sido su carta de presentación, aunque luego de iniciado el proyecto recibió el apoyo de la cancillería de Colombia, Proexport, la Fundación Casa de Agua, la Universidad Autónoma de México y de las embajadas de los dos países, entre otros.

Sin embargo, el proyecto que más entusiasma a Olave hoy es el que desarrolla desde hace un año en Ciudad Bolívar, un barrio marginal de Bogotá con un altísimo índice delictivo en el que conviven guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y personas desplazadas por la violencia rural.

El artista lleva a cabo en Ciudad Bolívar un proyecto de participación ciudadana por el cual pintó las fachadas de viviendas que abarcan unos 24.000 metros cuadrados, convirtiendo el lugar en una gran obra de arte apreciable desde muchos lugares de la capital colombiana.

Lo singular de este proyecto fue la convivencia de policías y de grupos enfrentados, que asombró tanto a las autoridades como a los propios actores de los diferentes sectores en conflicto.

Olave considera también que los procesos de integración deben estar marcados por la acción de los habitantes de las zonas fronterizas y que la cultura debe tener una papel preponderante, ya que es un vehículo que sensibiliza la convivencia humana.

Pero Olave no es el único en Colombia que busca vías para propiciar intercambios culturales con otros países, lo cual redunda en beneficio de la convivencia internacional.

A nivel oficial existen excepciones a la regla en cuando a proyectos de integración cultural, como lo es el implementado por el Instituto de Cultura de Cundinamarca, departamento del centro de Colombia donde se encuentra Bogotá.

El Instituto fue creado hace un año y es dirigido por Jotamario Arbeláez, poeta contestatario del movimiento Nadaista fundado en 1958 por artistas del interior del país, que cambió la literatura colombiana.

Sin jurisdicción sobre Bogotá, el departamento de Cundinamarca no solo ha concretado un proyecto cultural sino que demuestra que la integración traspasa las fronteras regionales.

Entre el 27 de septiembre y el 7 de noviembre se llevaron a cabo las jornadas de acercamiento e intercambio cultural y cooperación Colombia-México, con participación del grupo mexicano Xochiquetzal, entre otros.

Esta actividad es parte de un proyecto que busca atraer hacia Cundinamarca manifestaciones culturales de otros países, para auspiciar la cooperación.

El programa se inició con Cuba, luego se incluyó México con motivo de la celebración de sus 189 años de independencia, y seguirá con Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, indicó Arbeláez.

El esfuerzo descentralizador del Instituto de Cultura de Cundinamarca robustece la posición del departamento frente a las avasallantes ciudades colombianas, sostiene Arbeláez, pese a que es un adicto a las grandes urbes.

Precisamente, una de las patas cojas de la mesa de la integración es la preponderancia de las culturas capitalinas, que reflejan solo el acontecer de una parte del país.

En Colombia, donde la pluralidad étnica ofrece un abanico de muestras culturales, la mayoría de las manifestaciones artísticas ofrecidas al exterior proceden de Bogotá.

La capital colombiana tiene como su más activa contraparte en materia cultural y comercial a Caracas.

El gubernamental Centro Venezolano de Cultura ubicado en Bogotá propicia intercambios con poetas, pintores, grupos de danza y teatro entre ambos países.

"La cultura es el principal factor de integración de los pueblos, que no sólo debe contar con el apoyo gubernamental sino también de la empresa privada", indicó la directora del Centro, Dalita Navarro Palma.

Con la ciudad de México siempre hubo empatía cultural, sobre todo a partir de los colombianos que emigraron a esa capital por diversas razones, como los escritores Gabriel García Márquez, Porfirio Barba-Jacob, Alvaro Mutis y Fernando Vallejo.

En tanto, con Buenos Aires se dio un fenómeno inverso pues muchos artistas argentinos se radicaron en Colombia, aportando mucho en sus respectivos terrenos culturales. Uno de esos ejemplos integradores es el caso de la actriz Fanny Mickey, directora del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

Esta integración cultural, sin embargo, no se ha dado con la misma intensidad con otras capitales latinoamericanas, como Brasilia, Quito, Lima o Panamá, y menos aún con Asunción, Montevideo y Santiago de Chile. (FIN/IPS/at/dm/cr/99

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