Los 17 meses durante los cuales Indonesia fue gobernada por Bacharuddin Jusuf Habibie pueden ser recordados en el corto plazo por sus fallas, pero quizá luego se valore el aporte del ex presidente a la reconstrucción de la democracia, tras más de 30 años de autoritarismo.
"¿Saben cuántas manifestaciones hubo contra mí desde que me convertí en presidente? 3.632. ¿Saben cuántos insultos escuché? Muchísimos", comentó Habibie la semana pasada, antes de pronunciar un discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Consultiva del Pueblo (parlamento), que no aprobó el informe.
"Si lo deseara, podría devolver los golpes, pero sigo teniendo paciencia. Un presidente debe ser paciente y sincero", dijo Habibie, quien decidió retirar su postulación a un nuevo período de gobierno en la mañana del miércoles.
El ex presidente afirmó que "podría dirigir una organización no gubernamental que promueva los derechos humanos y la democracia", para seguir "guiando" el proceso democrático.
Cuando se le preguntó si regresaría a Alemania, donde se formó como ingeniero, para dedicarse en forma profesional al área de la aviación, Habibie respondió que su hogar está en Indonesia, y que permanecerá en el país para dedicarse a él.
El ex presidente podría ser recordado como alguien que hizo posible que la transición a la democracia continuara durante algunas de sus etapas más riesgosas.
Los analistas han sostenido que muchos de los cambios políticos que llevaron a la primera elección presidencial democrática de Indonesia fueron posibles gracias a Habibie, pero añadieron que él mismo fue "víctima" de sus reformas.
Poco después de recibir el gobierno en mayo de 1998 de manos de su mentor político Alí Suharto (quien había llegado al poder mediante un golpe de Estado en 1965, Habibie liberó a presos políticos, levantó restricciones a la prensa y permitió la creación de nuevos partidos.
Antes de esas medidas sólo se permitía el funcionamiento de tres partidos aprobados por el gobierno.
Muchos de los presos políticos liberados, los medios de comunicación libres y los nuevos partidos políticos criticaron con severidad al ex presidente, haciendo uso de sus derechos en un ambiente repentinamente libre.
"A veces culpo a Habibie por dar demasiada libertad, que no sólo se volvió en su contra, sino que también afectó la ética de la sociedad", dijo Indria Samego, analista político del Instituto de Ciencias de Indonesia.
Periodistas locales afirmaron que uno de los cambios más claros durante el gobierno de Habibie fue que puso fin a la imagen "aterradora" del palacio presidencial.
"Antes era muy frustrante para los medios de comunicación intentar conseguir un permiso para rabajar en el palacio. Se tardaba meses. Ahora cualquier periodista puede entrar y salir con facilidad", dijo un periodista local.
"Habibie le dio un toque humano a este palacio y a la presidencia", señaló un alto funcionario.
Cuando Habibie ingresó al lugar de reunión de la Asamblea Consultiva del Pueblo el jueves, para dirigirse al organismo que decidiría su destino político, varios parlamentarios lo abuchearon, pero él no les prestó atención, e incluso dijo luego que estaba feliz de que los presidentes ya no inspiraran temor.
Desde que recibió el poder de manos de Suharto, Habibie tuvo problemas de legitimidad política y debió luchar en forma constante contra su reputación de protegido del ex dictador.
Una de las críticas más frecuentes al ex presidente fue que no logró poner fin a la corrupción. También se le acusó a menudo de estar vinculado con un escándalo financiero que hundió a algunos de sus aliados políticos más cercanos, y en cual siempre negó haber tenido responsabilidad.
Incluso algunos de los detractores de Habibie reconocen, ahora que abandonó la presidencia, algunos de sus méritos, como el de no haber ordenado el arresto de ninguno de sus opositores.
Sin embargo, los fuertes vínculos del ex presidente con Suharto, a quien conoció en los años 50, le impidieron ganarse la confianza o el aprecio de quienes promovían reformas democráticas desde la oposición.
Habibie había ordenado que se realizara una investigación oficial sobre el enriquecimiento de Suharto durante sus 32 años de gobierno, pero esa investigación terminó este mes, cuando el fiscal general afirmó que no había pruebas suficientes de que el ex dictador hubiera violado la ley.
Analistas sociales y políticos atribuyeron los problemas de Habibie a la manera en que suelen mantenerse opiniones estereotipadas sobre las personas, sin tener en cuenta sus acciones.
"Es lo que ocurre cuando algunos indígenas indonesios sostienen que todos sus compatriotas de ascendencia china son corruptos, egoístas y ajenos al nacionalismo, aunque la realidad demuestre lo contrario", señaló el sociólogo Fachry Ali.
"Muchos no quieren ver que los funcionarios indígenas indonesios también pueden ser corruptos y egoístas".
"Ese tipo de pensamiento guiado por prejuicios se aplicó también a Habibie. Su mayor error fue haber sido el protegido de Suharto, y luego no importó lo que decía y hacía. Ya había sido etiquetado", indicó Facrhry.
Del mismo modo, "se consideró reformista todo lo que hizo y dijo Megawati (Sukarnoputri, la principal dirigente de la oposición a Habibie), e incluso su silencio, aunque es obvio que ella no es una reformista en términos de visión y sabiduría", añadió.
Hay quienes dicen que Habibie no sabía actuar como un político tradicional, pero otros opinan que eso fue lo que le permitió tomar algunas decisiones difíciles o poco populares.
"Es un ingeniero de aviones. Considera las cosas como si estuviera haciendo cálculos matemáticos", dijo Laksamana Sukardi, el asesor económico de Sukarnoputri.
Habibie fue elogiado por haber permitido que Timor Oriental decidiera su destino en un plebiscito de autodeterminación que se realizó el 30 de agosto con supervisión de la Organización de las Naciones Unidas.
Indonesia había ocupado Timor Oriental, una ex colonia portuguesa, en 1975, y durante décadas pareció inimaginable que Yakarta estuviera dispuesta a renunciar a su control sobre ese territorio.
José Ramos Horta, el líder del movimiento por la independencia de Timor Oriental, afirmó que Habibie era "un gran estadista".
Sukardi opinó, sin embargo, que la decisión de Habibie sobre Timor Oriental fue "una prueba clara de su falta de empatía" con los sentimientos populares.
El asesor de Sukarnoputri dijo que el ex presidente consideró la cuestión timorense como "una piedra en el zapato" que impedía al país salir de su grave crisis económica, y que Habibie y fue "incapaz de compartir la agonía de los veteranos de Timor".
"Habibie comenzó una tarea muy importante. La historia le hará justicia", declaró Abdurrahman Wahid, un respetado líder musulmán elegido como nuevo presidente el miércoles por la Asamblea Consultiva del Pueblo, quien visitó a su antecesor luego de ser designado. (FIN/IPS/tra-en/ky/js/at/mp/ip/99