Activistas contra la biotecnología celebraron la decisión de la empresa Monsanto de no lanzar al mercado su técnica "exterminadora", que impide la germinación de las semillas en una segunda generación y obliga así a los agricultores a comprar simientes para cada siembra.
La estadounidense Monsanto, que fabrica insumos agrícolas y pesticidas, está desde hace varios años en el centro del debate sobre los alimentos modificados genéticamente, en especial desde que anunció la nueva técnica, oficialmente denominada "sistema de protección de tecnología".
A pesar de su anuncio el lunes de que no comercializará la tecnología "exterminadora", la compañía multinacional advirtió que continuará investigando semillas estériles en el marco de un amplio programa de estudios sobre biotecnología.
No obstante, las organizaciones no gubernamentales (ONG) que realizaron campañas contra el desarrollo de la tecnología exterminadora consideraron el vuelco de Monsanto como una victoria de la sociedad civil por la seguridad alimentaria.
"Se trata de un hecho muy significativo", destacó Hope Shand, directora de estudios de la Fundación Internacional para el Progreso Rural, una organización canadiense que fue la primera en llamar la atención sobre la biotecnología.
"La tecnología exterminadora se convirtió en sinónimo de avidez corporativa y ni siquiera Monsanto, con todo su equipo de relaciones públicas, consiguió dar una imagen positiva sobre la esterilización de simientes", dijo a IPS.
La organización ambientalista Greenpeace, una de las más férreas opositoras a los alimentos transgénicos, tambien elogió el anuncio, pero señaló que la empresa proseguirá estudiando los distintos aspectos y aplicaciones de las semillas estériles.
"Es un primer paso positivo, pero Monsanto todavía no comprendió el mensaje general", observó Charles Margulis, un activista sobre ingeniería genética de Greenpeace.
Monsanto es el segundo "gigante genético" en dar marcha atrás con la tecnología exterminadora. En junio, la compañía AstraZeneca, con sede en Gran Bretaña, anunció que no comercializaría su tecnología de esterilización de semillas.
El anuncio de Monsanto se produjo a través de una carta de Robert Shapiro, presidente de la multinacional, a Gordon Conway, presidente de la Fundación Rockefeller, uno de los principales donantes para proyectos de estudios agrícolas en países en desarrollo.
Conway había instado al consejo directivo de Monsanto a abstenerse de aplicar la tecnología exterminadora, dado que la hostilidad hacia ella había aumentado significativamente.
Los gobiernos de India y Zimbabwe, por ejemplo, prohibieron el uso de esa técnica, al igual que el Grupo Consultivo del Banco Mundial sobre Estudios Agrícolas Internacionales.
En una conferencia internacional sobre biotecnología agrícola que tuvo lugar en Harare en 1998, Monsanto fue vapuleado por mas de 350 delegados gubernamentales y de ONG.
Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la seguridad alimentaria de 1.400 millones de pobres del Sur en desarrollo depende de la conservación de las semillas de un cultivo a otro.
"Si no pueden guardar semillas, tampoco pueden continuar adaptando sus cultivos a sus ambientes peculiares, y eso implica un desastre para la seguridad alimentaria mundial", señaló Pat Mooney, director del grupo consultivo.
La tecnología exterminadora, llamada así por los activistas por la película homónima sobre un robot homicida, no pertenece en realidad a Monsanto, sino que fue desarrollada por el Departamento de Agricultura estadounidense y la Compañía Delta and Pine Land, una algodonera que Monsanto trata de adquirir.
Como Delta and Pine Land seguirá estudiando esa técnica en tanto permanezca independiente, algunos críticos cuestionaron el efecto del anuncio de Monsanto en la esfera biotecnológica.
Monsanto ha estado tratando desde abril de escabullirse de la controversia y mantuvo una serie de discusiones sobre tecnología exterminadora con usuarios, críticos, investigadores y reguladores de todo el mundo.
Jeff Bergau, vocero de Monsanto en Chicago, dijo a IPS que el anuncio fue el resultado directo de esas consultas.
"Pensamos que fue importante hacer ese anuncio antes de la fusión con Delta Pine, dado que existe un interés global de la gente en esa cuestión", dijo.
Sin embargo, los críticos siguen preocupados porque en su carta a Conway, Shapiro no descartó el uso futuro de una técnica que "enciende o apaga" una particular característica genética insertada, como la resistencia a alguna plaga o el aumento del contenido vitamínico, tras una temporada.
Tales características se activan o desactivan mediante un "inductor" químico externo mezclado con pesticidas o fertilizantes producidos por la misma compañía.
Muchas firmas biotecnológicas, incluso Novartis y DuPont, continúan estudiando la esterilización de semillas como parte de una investigación más amplia sobre simientes transgénicas para suprimirles otras características. Muchas patentes sobre semillas manipuladas genéticamente mencionan ese tipo de esterilidad.
"La esterilidad instrumental de semillas no es un tema de estudio separado de otros", advirtió Mooney, quien advirtió que toda gran empresa agroquímica está desarrollando su propia versión de semillas estériles.
A comienzos del nuevo siglo, por ejemplo, los agricultores podrían verse obligados a plantar semillas que sólo germinan si son rociadas mediante un procedimiento químico cuidadosamente prescripto, que incluye pesticidas, fertilizantes o herbicidas patentados, previno RAFI.
"Si las compañías pueden programar semillas transgénicas para que actúen sólo después de la aplicación de los pesticidas o fertilizantes que ellas fabrican, aumentarán notablemente las ventas de sus agroquímicos y otros insumos", señaló Edward Hammond, otro investigador del grupo consultivo.
Mientras Monsanto aduce que los campesinos no están obligados a comprar semillas transgénicas, los estudiosos temen que los gobiernos obliguen a los agricultores a adquirir esa tecnología.
Camila Montecinos, una agrónoma del Centro para Educación y Tecnología con sede en Chile, declaró que, aunque los agricultores no compren las nuevas semillas, éstas pueden esterilizar a las semillas comunes por polinización cruzada si son plantadas en campos cercanos.
"Cuando los campesinos recojan sus semillas para sembrarlas en la próxima estación pueden descubrir, demasiado tarde, que algunas son estériles", advirtió Montecinos. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/ego-mlm/dv/99